Escribe Paco Mira:
DE VINO Y DE LIBROS
Bueno, pues uno de los
grandes placeres de la vida (podemos cerrar los ojos y dejar volar la
imaginación) es encontrar un lugar tranquilo, una buena copa de vino, ir
degustándolo y saboreándolo, un buen libro, sentarse en una silla en el porche
de una casa de campo y dejar que las horas vayan pasando.

Con el vino, casi sucede lo mismo, casi
como la vid y los sarmientos. La vida de la comunidad y la de las personas que
la conforman han de estar absolutamente unidas al proyecto de Jesús de Nazaret.
Cuando apostamos, entre otras cosas, por un mundo donde la vida sea respetada,
la justicia sea una realidad para todos, la paz un derecho inalienable y la
reconciliación una forma de estar entre personas y pueblos, lo hacemos desde
los valores que el Maestro nos dejó.
Hay que cortar las ramas que no dan
fruto y también habrá que quemarlas para que no afecten al conjunto del árbol o
que no pongan en peligro los frutos. Pero hoy, ¿qué ramas hay que cortar?, pues
probablemente las que pongan en peligro la unidad de la Iglesia en torno a
Jesús; la descalificación del que piensa distinto, las críticas subterráneas
que ni construyen ni dejan construir; la intolerancia y la poca flexibilidad;
la desconfianza en los otros; el tratarnos como si fuéramos enemigos o rivales
y no trabajadores del mismo campo, aunque con diversas funciones en el mismo. A
veces siento un poco de vergüenza cuando en los medios de comunicación
ventilamos normales discrepancias entre sectores de la Iglesia como una pelea
de enemigos irreconciliables.
Otra rama que se puede cortar es la de
la lejanía con la vida, la lejanía de las alegrías y preocupaciones de la gente
que nos rodea que incluso nuestra oferta de vida con sentido puede llegar tarde
o no llegue a quienes lo necesitan. En definitiva la rama que dificulta el
diálogo del evangelio con la ciencia, con la cultura, con la política, con las
religiones… con la vida.

Podar la rama de la presencia de la
Iglesia en el mundo de la educación. Sin educación el mundo pierde su norte, un
pueblo analfabeto, es un pueblo subdesarrollado. Los libros nos ayudan a pensar
y el pensamiento nos hace libres.
Podar la rama de la misericordia, de la
ternura y de la compasión que hace de la Iglesia una comunidad samaritana o,
tomando en palabras del papa Francisco una iglesia “hospital de campaña” que
cuida, atiende y sana a quienes sufren el rigor del rescate.
Ya ven. Un libro y un buen vino.
FELIZ PASCUA.
Hasta la próxima
Paco Mira