Carta
al viento
EL PAPA Y EL DÍA INTERNACIONAL
DE LOS NIÑOS
El papa, como se sabe, es un personaje tremendamente popular. Todo el mundo lo nombra y lo cita, aunque a
veces se le apliquen cosas que él no ha dicho. Está claro que cae bien. Cuando
pregunto a los niños si saben cómo se llama el obispo de Canarias o el cura de su parroquia, algunos dudan mucho
o no lo saben. Pero si pregunto por el nombre del papa, los niños, todos, pronuncian su nombre antes de acabar la
pregunta.

Los niños saben del papa. Y el papa también sabe de los niños. Y
de sus derechos. En una ocasión, tirando de la oreja a algunos párrocos, dijo que “a los niños que lloran, nunca hay
que echarlos de la iglesia. Es la mejor predicación”. Hombre, mejor que la de algunos curas, seguro
que sí. Y hace unos meses, en el rezo del ángelus, afirmó que “una sociedad sin niños es triste y
gris”. Y concluyó recordando que “los
niños dan vida, alegría y esperanza”. Lo cual es una gran
verdad, aunque también a veces den dolores de cabeza.
Hace unos días el Papa
expresó su confianza en que “la comunidad internacional vigile atentamente las
condiciones de vida de los niños, en particular allí donde
están expuestos a ser reclutados por grupos armados. Y que ayude a las familias a garantizar a
todos los niños y niñas el derecho a la escolarización y la educación”.
Francisco ha
sido muy claro al denunciar los abusos de todo tipo a los que algunos
niños han sido sometidos. Y no se ha mordido la lengua para censurar
las conductas inmorales de los mayores, aunque fueran hombres de Iglesia. Hemos contemplado muchísimos gestos del papa
Francisco que transmiten su respeto y cariño a los más pequeños. Recuerdo uno muy singular. El papa Francisco se acercó a abrazar a un niño durante su visita a la
iglesia luterana en Roma, hace sólo unos días. Y durante una homilía a hijos de inmigrantes, hizo referencia al “sueño” de Luther King
afirmando que él también “sueña
que muchos niños tengan igualdad de oportunidades y puedan crecer con alegría”.
Excelente deseo que aplaudo con entusiasmo.
P. D. Dedicado a los niños del colegio Beñesmén de Cruce de Arinaga que
están ilusionados porque el domingo 29
van a cantar en la iglesia, dirigidos
y animados por los profesores Alejandro y Domingo. Seguro que, si estuviera por aquí el papa
Francisco, se sentiría muy satisfecho y
les dedicaría una sonrisa cariñosa. Y, a falta del papa, el párroco del
lugar “que en cierto modo lo representa”, sonreirá también de oreja a oreja.
Por los derechos de los niños y niñas de todo el mundo.
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