Escribe Paco Mira:
SINODO:
AL ATARDECER ESTABAN
TODOS REUNIDOS
Y...MARÍA EN MEDIO DE ELLOS.
Partiendo de la base que el Evangelio, como
todas las noticias buenas, tiene que ser filtrado en su lectura por aquello de
los géneros literarios, me quiero imaginar la escena: un grupo de seguidores de
un crucificado, quizás decepcionados al pensar que su lucha había quedado en la
nada, reunidos en una sala preguntándose qué hay que hacer o qué habría que
hacer a partir de ahora; quizás las ganas de arrojar la toalla imperaban más que
las de continuar en una batalla que, entre otras cosas por cuestiones de
ideología, de política, de miedo podría ser que no tuviera futuro... en
definitiva la escena de lo que hoy podríamos decir decepcionante.
Sin embargo, y he aquí la gran paradoja, aquella gente -
lejos de arrojar la toalla - se ha mantenido en que lo que para otros puede
parecer una contradicción y es simbología de ánimo y de seguir adelante a pesar
de todas las dificultades a sabiendas que los caminos por los que ahora van a
deambular y a recorrer no van a ser nada fáciles. Las mujeres, como y con María
a la cabeza, van a ser determinantes en muchas de las decisiones que a partir
de ahora, aquella comunidad insignificante ha generado lo que ahora tenemos.
Fíjense las curiosidades de la vida. La semana pasada
comienza en Roma un Sínodo (reunión de representantes de un colectivo para un
fin determinado), en el que se va a tratar,
a debatir ... lo fundamental del ser humano. Se va a debatir la esencia
del núcleo en donde hemos nacido, crecido, alimentado y que nos marcará para el
resto de nuestros días: la familia.
Los tiempos han cambiado, pero quizás muchas de las
connotaciones que hace dos mil años se dieron, se pueden reproducir hoy
también. En aquellos tiempos estaban encerrados por miedo. A mí me gustaría que
mi Iglesia, en los tiempos actuales, no se encierre ni tenga miedo. Que sea una
Iglesia abierta y valiente porque también es verdad que como diría Santa
Teresa, "corren tiempos recios",
tiempos difíciles y complicados en los que la sociedad, los propios cristianos,
le exigen, le piden a la Iglesia, a su Iglesia, que vaya con ella y con ellos
en los tiempos en los que nos movemos.
Me gustaría que mi Iglesia, a través del sínodo, no fuese como el joven del evangelio de este
fin de semana que le cuesta desprenderse de lo que no le es necesario. Quiero
que mi Iglesia se humilde, sencilla, amable, cariñosa, no apegada a los que no
pueden entrar por el ojo de una aguja,
porque eso significa que cada vez más está en la línea del crucificado y más
cerca de aquellos primeros que también se reunían, entre otras cosas, para
rezar.
Y me alegra que rezando tengamos una iglesia que en las
palabras del Papa Francisco sea accidentada, herida y manchada por salir a
la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad".
Por eso los primeros cristianos lo entendieron muy bien y no siguieron
encerrados en sus propios criterios, sino que entendieron que lo que le sigue
al crucificado es anunciar su mensaje.
Me alegra que en el Sínodo de la familia, la mujer esté
presente. Quien nos da la vida, pueda seguir anunciando la Vida, incluso dentro
de la responsabilidad de la propia Iglesia. María, es ejemplo de ello. Ella es
Pilar por lo consistente y por su firmeza en su convicción. María nos dio la
Vida y sigue apoyando la vida.
Apoyemos el sínodo. Ojalá que nos sirva a todos y que como
dice el salmo de este fin de semana, sácianos
de tu misericordia, y nuestra vida será alegría"
Mi
recuerdo para Adrián y Nicanor. La Diócesis se alegra por ustedes.
Hasta
la próxima.
Paco Mira
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