viernes, 5 de diciembre de 2014

Escribe Paco Mira EL AUTOR DE LA CARTA MAGNA VIVE TODAVÍA

Escribe Paco Mira


EL AUTOR DE LA CARTA MAGNA
VIVE TODAVÍA


            Amigos, por si no lo sabían seguimos en adviento. ¿saben?, tiempo de esperanza y les confieso que a veces me da hasta miedo. Y me da miedo porque, cuando uno abre los periódicos o simplemente se adentra en los medios de comunicación social, se da cuenta de que casi siempre se invita a todo menos a la esperanza.

         . Los mineros de un pueblo del norte de Kenia, en Africa, tenían la esperanza de poder trabajar y vivir conforme a los designios de un tal Jesús de Nazaret, pero  la tozudez, la sinrazón de los que en nombre de la religión no dejan que los demás puedan expresarse libremente hizo que acabaran con un tiro en la cabeza; nuestro querido ministro Fernández Díaz, amparándose en la aconfesionalidad de nuestro estado, dice que la Iglesia no puede opinar sobre las expulsiones en caliente. Quiero creer que esta afirmación no cierra la esperanza  a que cualquier ser humano o colectivo pueda expresar libremente su opinión; Quiero creer y tengo la esperanza de que sucesos como los que se dieron en Granada no vuelvan a suceder, no sólo en el seno de la Iglesia, de mi Iglesia, sino en cualquier otro estamento social. A veces vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga que llevamos en el nuestro. Quiero creer y tengo la esperanza de que la violencia no debe ni puede empañar el buen quehacer del deporte, aunque éste sea fútbol.

         Como ven, a veces tengo miedo. No sé. Pero me consuela que María también tuvo miedo: miedo al compromiso; miedo a lo que pudiera pasar; miedo a lo desconocido o al no saber por qué…Incluso tengo ganas de salir corriendo, como María a la montaña, pero para decir que no perdamos la esperanza. Tengo la esperanza del adviento que la cruda realidad se ha de convertir es alegría desbordante. Quiero creer que nosotros los cristianos; nosotros los que nos decimos seguidores de esa gran figura llamada Jesús, haremos como Isaías, “preparen el camino al Señor”.

         Este fin de semana celebramos el día de la constitución, la Carta Magna por excelencia. Esa carta que consolida la democracia de todos nuestros derechos y deberes. Esa carta que muchos ahora dicen que está obsoleta y que hay que reformarla. Nuestra Carta Magna, la carta por excelencia de nuestra vida, se hará carne y acampará entre nosotros y se llama Jesús de Nazaret.  Nuestra Carta Magna nos va a decir dentro de poco que hay que tener las lámparas encendidas y ceñida la cintura, por eso hay que estar atentos, vigilantes, … no hay que perder la esperanza que el mundo puede ser mejor de lo que es.

         Quiero invitar e invitarme a tener la esperanza de que nuestros sueños, de nuestras ilusiones, nuestras dificultades… se van a cumplir y vamos a luchar por ellos. Quiero tener la esperanza del adviento, de que las vallas, los tiros en las cabezas, los pederastas y los que utilizan cualquier tipo de violencia en el deporte, sea fuera o dentro de un campo de fútbol, se van a erradicar. Quiero tener la esperanza de que las promesas, los deseos, los retos, las ganas de mejorar… nos van a impulsar a no desfallecer en esta bonita tarea.

         Quiero ser y les invito a ello, como Juan el Bautista a ser el actor secundario y no a ser el protagonista de la película, quiero como Juan ser servidor: el autor de la carta Magna, no es el primero que sale en todas las fotos. No desfallezcamos, no creamos que todo está perdido, entre otras cosas porque como dirá Pedro en la segunda carta, Dios tiene paciencia con nosotros.

         Apostemos por la Carta Magna, la que se va a escribir en carne y hueso dentro de poco. Esa Carta de evangelio viviente, esa carta de buenas noticias. Yo espero, ¿ustedes?

         Hasta la próxima.

         Paco Mira

  

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