Escribe Paco Mira
EL
AUTOR DE LA CARTA MAGNA
VIVE
TODAVÍA
Amigos, por si no lo sabían seguimos
en adviento. ¿saben?, tiempo de esperanza y les confieso que
a veces me da hasta miedo. Y me da miedo porque, cuando uno abre los periódicos
o simplemente se adentra en los medios de comunicación social, se da cuenta de que
casi siempre se invita a todo menos a la esperanza.
. Los mineros de un pueblo del norte de
Kenia, en Africa, tenían la esperanza de poder trabajar y vivir conforme a los
designios de un tal Jesús de Nazaret, pero
la tozudez, la sinrazón de los que en nombre de la religión no dejan que
los demás puedan expresarse libremente hizo que acabaran con un tiro en la
cabeza; nuestro querido ministro Fernández Díaz, amparándose en la
aconfesionalidad de nuestro estado, dice que la Iglesia no puede opinar sobre
las expulsiones en caliente. Quiero creer que esta afirmación no cierra la
esperanza a que cualquier ser humano o
colectivo pueda expresar libremente su opinión; Quiero creer y tengo la
esperanza de que sucesos como los que se dieron en Granada no vuelvan a
suceder, no sólo en el seno de la Iglesia, de mi Iglesia, sino en cualquier
otro estamento social. A veces vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga que
llevamos en el nuestro. Quiero creer y tengo la esperanza de que la violencia
no debe ni puede empañar el buen quehacer del deporte, aunque éste sea fútbol.
Como ven, a veces tengo miedo. No sé.
Pero me consuela que María también tuvo miedo: miedo al compromiso; miedo a lo
que pudiera pasar; miedo a lo desconocido o al no saber por qué…Incluso tengo
ganas de salir corriendo, como María a la montaña, pero para decir que no
perdamos la esperanza. Tengo la esperanza del adviento que la cruda realidad se
ha de convertir es alegría desbordante. Quiero creer que nosotros los cristianos;
nosotros los que nos decimos seguidores de esa gran figura llamada Jesús,
haremos como Isaías, “preparen el camino
al Señor”.
Este fin de semana celebramos el día de la
constitución, la Carta Magna por excelencia. Esa carta que consolida la democracia
de todos nuestros derechos y deberes. Esa carta que muchos ahora dicen que está
obsoleta y que hay que reformarla. Nuestra Carta Magna, la carta por excelencia
de nuestra vida, se hará carne y acampará entre nosotros y se llama Jesús de
Nazaret. Nuestra Carta Magna nos va a
decir dentro de poco que hay que tener las lámparas encendidas y ceñida la
cintura, por eso hay que estar atentos, vigilantes, … no hay que perder la
esperanza que el mundo puede ser mejor de lo que es.
Quiero invitar e invitarme a tener la
esperanza de que nuestros sueños, de nuestras ilusiones, nuestras dificultades…
se van a cumplir y vamos a luchar por ellos. Quiero tener la esperanza del
adviento, de que las vallas, los tiros en las cabezas, los pederastas y los que
utilizan cualquier tipo de violencia en el deporte, sea fuera o dentro de un
campo de fútbol, se van a erradicar. Quiero tener la esperanza de que las
promesas, los deseos, los retos, las ganas de mejorar… nos van a impulsar a no
desfallecer en esta bonita tarea.
Quiero ser y les invito a ello, como
Juan el Bautista a ser el actor secundario y no a ser el protagonista de la
película, quiero como Juan ser servidor: el autor de la carta Magna, no es el
primero que sale en todas las fotos. No desfallezcamos, no creamos que todo
está perdido, entre otras cosas porque como dirá Pedro en la segunda carta, Dios tiene paciencia con nosotros.
Apostemos por la Carta Magna, la que se
va a escribir en carne y hueso dentro de poco. Esa Carta de evangelio viviente,
esa carta de buenas noticias. Yo espero, ¿ustedes?
Hasta la próxima.
Paco Mira
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