sábado, 10 de diciembre de 2016

GAUDETE



ESCRIBE PACO MIRA

GAUDETE, GAUDETE,          GAUDETE, GAUDETE, GAUDETE

Cuando hace unos días hablaba del color morado del adviento, daba la impresión de no querer tener un tiempo de alegría en medio de este color. Y la Iglesia, a través de la liturgia nos lo ofrece este III domingo, llamado el de la alegría, en latín el de gaudete. ¡Qué bueno, que en medio de muchas tristezas o sinsabores, podamos alegrarnos del camino que vamos recorriendo!.

Pero no solamente eso. El color morado, deja paso al color carne, yo diría que al color de cada uno. A un color que nos invita a mirarnos en el espejo y que nos preguntemos cual es el papel que cada uno de nosotros estamos haciendo en el adviento. El camino del adviento es el camino de cada uno. El camino del adviento nadie lo puede hacer por nosotros. Somos nosotros los que tenemos que dejar huella para que otros puedan seguirlo. Triste será que no dejemos huella en el libro de la vida.

Por ello el adviento hay que tomarlo como un proyecto personal, como el color de la liturgia. Un proyecto en el que nadie nos puede suplir porque los caminos se hacen con las pisadas de todos y de cada uno en particular. Un camino de adviento que a veces encuentra un montón de obstáculos, pero sin duda es en la medida en que nosotros seamos capaces de sortearlos, cuando vamos viendo un Belén cada vez más cerca.

Este fin de semana se celebra el día de los derechos humanos. Saben que no me gusta hacer mención a los días porque conmemoran lo que no se celebra ni se cumple y que en el fondo nos hemos viciado celebrándolos. Pero ¡qué bonito sería que se cumpliera alguno de ellos!. Me gustaría que los bancos dejaran de recrearse en los desahucios y en los intereses abusivos; Me gustaría que todos respetaran la vida humana, que nadie se escude en su propio cuerpo para aniquilar la vida de otro. Me gustaría que nadie se enriqueciera con los alimentos solidarios que otros envían para paliar la escasez de lo que debería ser abundante.

¡Qué bonito adviento, amigos, y qué bonita vista de Belén, si los derechos humanos se respetaran!. Qué bueno sería que el color de la liturgia, que la alegría de gaudete, fuera nuestro color y nuestra alegría. Todos nos encogemos cuando vemos las imágenes de televisión ante desgracias, pero no dejamos de comer por ello.

Juan, desde la cárcel duda. Pregunta quién es el que viene detrás de él. Y Jesús le responde que los ciegos ven y que los cojos andan. ¡Cuántos ciegos recorren con nosotros el camino de la vida!.¡cuántos cojos no pueden caminar con nosotros porque tropiezan en el mismo camino que el nuestro!. Nosotros hemos de ser esa luz que guía los senderos que hay que allanar en el caminar diario.

Ya ven que el trabajo que nos queda por hacer es mucho. La tarea que tenemos que realizar es grande. Pero ojo: no nos precipitemos más de la cuenta. Santiago, en su carta nos dice que tengamos paciencia como el labrador espera la lluvia. Es verdad, a veces, las prisas no son buenas consejeras.

Ya vemos que la alegría del gaudete da para mucho y para muchos. No vivamos la tristeza del adviento a pesar de las dificultades que la vida nos oferta de vez en cuando. Un saludo cariñoso para todos aquellos que en este tiempo están viviendo la amargura de las inundaciones. Es una prueba más de la grandeza de la vida, con sus alegrías y con sus dificultades. Ojala que el adviento nos ayude a la solidaridad y a la fraternidad.

Hasta la próxima.


Paco Mira

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