sábado, 26 de noviembre de 2016

Morado...

MORADO, ¿COLOR PARA LA ESPERANZA
Y PARA LA CAMPAÑA NAVIDEÑA?

         ¿Saben?. No sé si felicitarles el año o no. Lo digo porque algunos me dirán que no estamos en la época de ello, que todavía queda un mes y máximo cuando muchos nos quejamos que las grandes superficies, en beneficio económico, lo único que hacen, es adelantar fechas. No me gusta, pero por desgracia habrá que acostumbrarse a convivir con ello. Pero litúrgicamente, les voy a decir feliz año.

         Pero la Iglesia es diferente. No porque “no quiera ser de este mundo”, sino porque siendo del mundo y estando encarnada en el mundo, utiliza una pedagogía y una metodología que ya quisieran muchos pedagogos que se precian de utilizar los métodos que ella utiliza.

         Uno de esos métodos, quizás por novedoso, son los colores. Colores que identifican momentos. Colores que resaltan tiempos especiales. Colores que marcan un camino de fe y que a veces no le prestamos la atención que se merece. Pero a veces me resultan contradictorios ciertos colores, y es que el morado sea el color característico de un tiempo de espera, un tiempo que puede ser novedoso, un tiempo esperanzado, un tiempo de incertidumbre y nerviosismo final. Quizás habría que identificar ese tiempo con el verde, pero no seamos tan ordinarios y lo dejamos para cuando el devenir diario nos lo haga patente.

         En este tiempo que ahora comenzamos, el tiempo de adviento, me quiero unir a alguien que escribió que “las ventanas se pueden abrir, que cambiar de aire depende de ti. Te ayudará, vale la pena una vez más. Saber que se puede, querer que se pueda. Quitarse los miedos, sacarlos afuera. Pintar la cara color esperanza”.

         Creo que Diego Torres no sé si estaba pensando en el adviento, pero sí estaba, sin querer, pensando en todos nosotros. Creo que nadie nos tiene que marcar los tiempos en los que nuestra fe nos tiene que mover. Nosotros somos los que tenemos que marcar el tiempo que queremos que se nos note lo que estamos viviendo.

         Nunca mejor una explicación que pintarse la cara de color del adviento, de color esperanza. Quitarnos en nuestra Iglesia los miedos de anunciar que el camino que ahora recorremos es un camino que puede tener un color morado en alguno de los momentos, de angustia por alguna de las veredas que podamos transitar, pero que la esperanza de un mundo mejor es posible, porque la luz de la Navidad empieza a dejar el reflejo.

         Sigue diciendo Diego Torres, que es mejor perderse que nunca embarcar. La vida nos ofrece continuamente las posibilidades de dar lo mejor de cada uno. Jesús se arriesga a perderse y su desenlace en la cruz puede parecerlo, pero prefiere embarcarse en una aventura a través de María. Y nos invita a ello.

         Y nos invita, casi como las grandes superficies, a hacer nuestra propia campaña de Navidad. A veces pensamos que los equipos de marketing no funcionan en la Iglesia. ¡Que pena!. Nosotros, en Adviento, tenemos la posibilidad de hacer nuestra propia campaña. Una campaña en la que hay que anunciar, es la llegada de lo que da sentido a nuestra vida. Como nos dice la canción de Diego Torres, aunque ya ves que no es tan fácil empezar, sé que lo imposible se puede lograr. A nadie le resulta fácil y en este tiempo serán los profetas los encargados de avivar nuestra campaña navideña.

         Ojalá que la esperanza se nos pinte en la cara. Ojalá que el morado no sea el color que impere en nuestra vida, sino que se difumine para que el blanco reluzca más que nunca.

         Amigos, feliz año, feliz campaña navideña del adviento.

     Hasta la próxima.

         Paco Mira

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