Escribe Paco Mira
NADIE PERECE.
TODOS VIVEN
TODOS VIVEN
En
la carrera tenía un profesor de sociología que siempre que teníamos clase,
comenzaba la misma con la frase con la que comienzo estas líneas. Siempre la
dejaba caer, como coletilla, con la sana intención de pensar de que algún día
nos la aprenderíamos de memoria. Y lo consiguió.
No es fácil abstraerse del significado de la misma. Nacemos
para vivir, no como algunos piensan que nacemos para morir, aunque esto sea una
consecuencia de la vida misma. Solo muere lo que está vivo. Pero en esa vida,
larga o corta, debemos y tenemos la obligación de convivir. Es decir que en la
medida en que yo me relaciono con otros, crezco como persona y los demás crecen
conmigo. Vivir y convivir suponen dos piezas claves de esta maravillosa realidad
llamada vida.

Pero claro, los primeros que tenemos que creernos lo de la
vida somos nosotros mismos. Ahora que vivimos momentos chungos, momentos
apremiantes, momentos de escasez en muchos sentidos… quizás también vivamos
momentos de desesperanza, momentos de angustia, momentos de desánimo. La vida
nos tiene que invitar a la esperanza; la vida nos tiene que invitar a la
ilusión, la vida nos tiene que invitar a tener ganas.
Quizás vivamos un momento en
que a la fe la metemos en el trastero de nuestra vida, que la arrinconemos en
la despensa del olvido y sin embargo Pablo en la carta que le dirige a la
comunidad de Tesalónica les dice que el Señor les dará fuerza para anunciar su
buena nueva. Tesalónica y el propio Pablo se lo creyeron. Lo malo es que
nosotros tengamos duda de que nuestro Dios no es un Dios de vivos sino de
muertos.
Nuestro Dios es un Dios que nos quiere como somos, con
nuestras alegrías y nuestras penas, con nuestras vida saludable y nuestro
dolor… porque en él se supone que superamos aquello que nos aflige. No caigamos
en la tentación del ritualismo, pero tampoco caigamos en la tentación de la
intransigencia. No abusemos del poder, sea cual fuere este, porque seguro que
en ninguna de estas cosas hay vida, sino que hay muerte. E insisto que el
nuestro es un Dios de vivos y no de muertos.
Da la impresión, por otra lado lógico, que cómo será el más
allá, que qué habrá después de dar el paso que hay que dar; un paso que nadie
quiere dar al que muchos le tienen miedo, otros respeto.... Pero preocupémonos
de solucionar la vida que nos ha tocado. Preocupémonos de responder a los
buenos deseos, a las caricias, a los abrazos,
a los besos.... que son los que hacen que la vida, sea VIDA, por eso todos vivimos más allá de la muerte
ya que esta no tiene la última palabra.
Al mal tiempo buena cara. A tiempo de dificultad, de crisis,
de soledad, de desgana… que se nos note
que el mensaje nos ha llegado, nos ha calado, que somos capaces de discernir en
tiempos de mucha broza, el verdadero grano que se siembra en tierra buena, el
grano que da fruto, el grano que da vida, porque somos testigos de un Dios de
vivos y no de muertos.
Hasta
la próxima.
Paco Mira
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