Escribe Paco Mira
JESÚS, QUIERO SER INSTRUMENTO
DE TU PAZ, ¿PUEDO?
Esta
semana que entra, se celebra uno de esos santos al que nos tienen que sobrar
las palabras, por aquello de "si es
necesario, díganlo con palabras", y con él las palabras sobran porque
él era el evangelio viviente. Pocos santos hay en la historia a los que se le
reconozca que su santidad queda marcada por su propia vida. Déjenme, quizás por
reminiscencias personales, que le haga un pequeño homenaje al gran Francisco de
Asis.
Todo el mundo, a lo largo del tiempo, ha reconocido la
labor, la persona, la grandeza en un menudo cuerpo, de ese santo del siglo XII.
A pesar del tiempo, a pesar de las páginas que la historia ha ido pasando, es
curioso como se ha mantenido vigente, vivo, porque ha sabido interpretar eso
que en nuestra querida Iglesia le damos vueltas cual chicle en la boca, y que
se llama evangelio. Nosotros hacemos sínodos, hacemos planes diocesanos de
pastoral, hacemos proyectos a largo y corto plazo y él, simplemente decía que "si es necesario díganlo también con
palabras".
Yo también quiero ser instrumento de trabajo en ese
evangelio de todos los días. Quiero ser pieza que encaje en el engranaje diario
que debe ser engrasado por un tal Jesús de Nazaret. Por eso, en primer lugar
quiero ser instrumento de paz. Una paz que no solamente tiene que ser en Alepo
- por ejemplo -, sino que donde haya odio pueda poner un pisquito de amor. Como
mínimo tanto como el odio que se pueda generar. Que donde exista ofensa, pueda
poner eso que resulta como imposible, perdón. ¡qué nos cuesta perdonar, dejar
de ser orgullosos!
Quiero o me gustaría que donde exista discordia, también
pueda poner unión. Algo que a veces la sociedad en la que me muevo no me deja y
yo no quiero que me deje. Que donde haya duda, ponga fe. Que no hable tanto por
la duda, sino que lo diga con el ejemplo, con lo práctico, con el día a día y
no tanto de palabra sin ejemplo y sobre todo donde haya error ponga verdad. Que
la busque, que sea capaz de enarbolarla como bandera de la vida. Que en este
mundo, donde la desesperanza, el futuro incierto, el mundo negro... pueda
llevar una poco de esperanza y creer en ella.
En el mundo en el que vivimos la tristeza y la sombra son
como el padre nuestro de cada día. Que sea capaz de llevar alegría a aquellos
cuyos ojos están llenos de lágrimas de desesperación y sobre todo que sea capaz
de ser luz en un mundo lleno de tinieblas, en un mundo donde la neblina, la
"panza de burro", no deje ver la claridad de la hermosura de Dios.
Tengo que ser capaz de consolar, de aprender y de amar. ¡ que bonito sería que
esto se cumpliera!. Creo que tan difícil no será, pero vuelvo a la pregunta de
arriba, y es que Jesús seguro que me echa una mano.
Cada vez tengo más claro que dando se recibe y perdonando se
es perdonado. Para recibir hay que dar. Pero claro, para ello tengo que hacer
como el evangelio de este fin de semana que "si tuviera fe como un grano de mostaza", pues lo más probable
es que la cosa cambiara; podría decirle a los que me rodean, sin necesidad de
demasiadas explicaciones, que la verdad nos tiene que hacer libre. Francisco,
en su época, tuvo la valentía y la osadía de tirar por la ventana lo que le
sobraba, de vaciar no solamente lo que no le hacía feliz, sino tener la
capacidad de vaciarse interiormente para poder acoger el pentagrama que nos
haga instrumentos de paz.
Gracias, Francisco por habernos dejado tu huella en la
historia. Gracias por servir de ejemplo a muchos y si fuera necesario que lo
digamos también con palabras.
Nosotros, ¿aprenderemos algo de Francisco?
Hasta la próxima.
Paco Mira
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