viernes, 30 de septiembre de 2016

QUIERO SER INSTRUMENTO DE TU PAZ

Escribe Paco Mira

JESÚS, QUIERO SER INSTRUMENTO DE TU PAZ, ¿PUEDO?

            Esta semana que entra, se celebra uno de esos santos al que nos tienen que sobrar las palabras, por aquello de "si es necesario, díganlo con palabras", y con él las palabras sobran porque él era el evangelio viviente. Pocos santos hay en la historia a los que se le reconozca que su santidad queda marcada por su propia vida. Déjenme, quizás por reminiscencias personales, que le haga un pequeño homenaje al gran Francisco de Asis.

         Todo el mundo, a lo largo del tiempo, ha reconocido la labor, la persona, la grandeza en un menudo cuerpo, de ese santo del siglo XII. A pesar del tiempo, a pesar de las páginas que la historia ha ido pasando, es curioso como se ha mantenido vigente, vivo, porque ha sabido interpretar eso que en nuestra querida Iglesia le damos vueltas cual chicle en la boca, y que se llama evangelio. Nosotros hacemos sínodos, hacemos planes diocesanos de pastoral, hacemos proyectos a largo y corto plazo y él, simplemente decía que "si es necesario díganlo también con palabras".

         Yo también quiero ser instrumento de trabajo en ese evangelio de todos los días. Quiero ser pieza que encaje en el engranaje diario que debe ser engrasado por un tal Jesús de Nazaret. Por eso, en primer lugar quiero ser instrumento de paz. Una paz que no solamente tiene que ser en Alepo - por ejemplo -, sino que donde haya odio pueda poner un pisquito de amor. Como mínimo tanto como el odio que se pueda generar. Que donde exista ofensa, pueda poner eso que resulta como imposible, perdón. ¡qué nos cuesta perdonar, dejar de ser orgullosos!

         Quiero o me gustaría que donde exista discordia, también pueda poner unión. Algo que a veces la sociedad en la que me muevo no me deja y yo no quiero que me deje. Que donde haya duda, ponga fe. Que no hable tanto por la duda, sino que lo diga con el ejemplo, con lo práctico, con el día a día y no tanto de palabra sin ejemplo y sobre todo donde haya error ponga verdad. Que la busque, que sea capaz de enarbolarla como bandera de la vida. Que en este mundo, donde la desesperanza, el futuro incierto, el mundo negro... pueda llevar una poco de esperanza y creer en ella.

         En el mundo en el que vivimos la tristeza y la sombra son como el padre nuestro de cada día. Que sea capaz de llevar alegría a aquellos cuyos ojos están llenos de lágrimas de desesperación y sobre todo que sea capaz de ser luz en un mundo lleno de tinieblas, en un mundo donde la neblina, la "panza de burro", no deje ver la claridad de la hermosura de Dios. Tengo que ser capaz de consolar, de aprender y de amar. ¡ que bonito sería que esto se cumpliera!. Creo que tan difícil no será, pero vuelvo a la pregunta de arriba, y es que Jesús seguro que me echa una mano.

         Cada vez tengo más claro que dando se recibe y perdonando se es perdonado. Para recibir hay que dar. Pero claro, para ello tengo que hacer como el evangelio de este fin de semana que "si tuviera fe como un grano de mostaza", pues lo más probable es que la cosa cambiara; podría decirle a los que me rodean, sin necesidad de demasiadas explicaciones, que la verdad nos tiene que hacer libre. Francisco, en su época, tuvo la valentía y la osadía de tirar por la ventana lo que le sobraba, de vaciar no solamente lo que no le hacía feliz, sino tener la capacidad de vaciarse interiormente para poder acoger el pentagrama que nos haga instrumentos de paz.

         Gracias, Francisco por habernos dejado tu huella en la historia. Gracias por servir de ejemplo a muchos y si fuera necesario que lo digamos también con palabras.

         Nosotros, ¿aprenderemos algo de Francisco?        
      
         Hasta la próxima.

         Paco Mira

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