CARTA AL VIENTO
La
alegría de empezar

Idayra es una chica que tiene dieciséis años y está eufórica. El pasado martes, día del
Pino, cuando bajaba en peregrinación
desde el Cruce hasta Playa de Arinaga, no pudo resistirse para contarme
radiante de alegría: Estoy enamorada, es la primera vez que me
ocurre. La chiquilla, simpática y alegre, expresaba su gran descubrimiento.
Y a mí me transmitió la emoción de esos
momentos que dejan una marca imborrable. Siempre son hermosos los comienzos,
aunque a veces vayan acompañados de miedos.
En realidad, siempre estamos empezando. Empezando el día,
empezando una nueva relación, o un nuevo curso. Lo bonito es cuando ese diario
empezar se hace como el de Idayra: contagiando alegría y emoción.
El mes de septiembre ha llegado cargado de nostalgias veraniegas
y proyectos de futuro. Atrás quedan las vacaciones o los días vividos más
lentamente. Ahora vuelve la posibilidad de empezar con ilusión. Como el primer día
que uno descubrió su vocación o que sintió algo especial por una persona. La
posibilidad de enamorarse del colegio y de la parroquia y de los días
aparentemente grises que, sin embargo, tienen un color más dulce cuando se
viven con cariño.

Es verdad que agobian los comienzos cargados de tareas sin
llegar a esa moda extraña que algunos llaman depresión pos vacacional. No es para
tanto. Hay que poner corazón. Hay que intentar enamorarse de lo que uno hace y
estar dispuesto a que cada día sea nuevo. El trabajo pastoral que hacemos en las parroquias, igual que el
que se realiza desde los colegios o los centros de salud o desde la política sólo tienen sentido cuando se está enamorado de eso que se hace.
Mario Benedetti lo dijo con palabras más bellas: No te rindas, aún estás a tiempo/ de alcanzar
y comenzar de nuevo,/ aceptar tus sombras,/enterrar tus miedos,/ liberar el
lastre,/ retomar el vuelo.
No te rindas
que la vida es eso,/ continuar el viaje,/perseguir tus sueños,/ destrabar el
tiempo,/ correr los escombros, y destapar el cielo. No te rindas,/ por favor no
cedas,/ aunque el frío queme,/ aunque el miedo muerda,/ Aunque el sol se
esconda,/ Y se calle el viento,/ Aún hay fuego en tu alma,/ Aún hay vida en tus
sueños.
Así me gustaría
comenzar esta nueva etapa. Así me gusta esta Iglesia “franciscana” que se ha
llenado de espíritu jovial, rompiendo a veces con doctrinas o costumbres
caducas y redescubriendo cada día el evangelio eternamente nuevo de Jesús de
Nazaret. Me gusta una Iglesia así.
Siempre ilusionada e ilusionante. Siempre soñando con mejorar y hacer más
llevadera la vida de los creyentes y los no creyentes. Enamorada del trabajo
que queda por hacer. Así me gustaría que se iniciara este nuevo curso. No
agobiados por el peso de las tareas a veces duras que hay que soportar sino con
la frescura de quien empieza encariñado de su trabajo y de sus amigos y de sus
obligaciones. Y que, como Idayra, tenga necesidad de transmitir, con sonrisas,
con miradas y con palabras que está enamorada. Qué cosa más bonita. “Porque
cada día es un comienzo nuevo. Porque esta es la hora y el mejor momento.
(Benedetti)
P.D.
Un recuerdo amable para los miles de refugiados que quieren empezar una nueva vida
lejos del odio y de la guerra.
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