viernes, 11 de septiembre de 2015

SE ACABARON LAS VACACIONES

BAJO MI PUNTO DE VISTA
Juan Santana

“Se acaban las vacaciones” 

         La Procesión de la imagen de Nuestra Señora del Pino en la Playa de Arinaga, marca el final de las vacaciones de verano en la playa y el comienzo de la etapa escolar en cada lugar de residencia de los veraneantes, pero también la de los que viven aquí. 

Como siempre he tenido claro que todas las despedidas son tristes, todos mirarán al cielo, porque imploran el poder volver el próximo año.
         Unos dejan las casas que habían alquilado para el verano, aunque otros ya cuentan con una vivienda de su propiedad, motivo de disculpa para venir a limpiarla de vez en cuando, por supuesto, siempre en fin de semana.
Todos los que tengan un vecino que se quede en el pueblo se despiden diciendo: ¡Por favor, échale un ojo a la casa de vez en cuando!
Y ahí van, carretera adelante, contando las anécdotas del verano, como queriendo pensar de que aún están de vacaciones.
Recuerdo que en mis años de niñez, el pueblo pasaba de ser un trasiego constante de gente, a quedar tan solo con los vecinos de Arinaga, pues si te ponías a caminar después de almorzar, podías pensar en lo que quisieras, ya que no había gente que te interrumpiera, a pesar de que me traten de exagerado.
Ya sé que hoy en día es muy diferente, porque muchos han fijado su residencia aquí, pero sobre todo pienso en esos mayores que un día se ilusionaban con tener una casa en la playa, cosa que les permitiría caminar sin prisas por la Avenida, disfrutando del paisaje y ver las pequeñas y grandes olas que suben y bajan sin descanso, teniendo como meta la orilla de la playa.
Para terminar, me gustaría contar algo que ví en esos años, aunque ahora me gustaría haber tenido una máquina de fotos para que mi afirmación no quedara en entredicho.
Resulta que uno de esos años en que la gente retornaba a sus casas, en este caso creo que a Agüimes, pues era el antiguo “coche de hora” que hacía esa ruta, yo ví pasar el coche, pero al coger una curva me dejó como estampa la parte de atrás, donde llevaba abierta la puerta de la parte baja, destinada a poner maletas y bolsos, pero en esta ocasión iba con una carga muy diferente, pues era una cabra la que iba bien echada, mirando el paisaje pero sin asustarse lo más mínimo.

No es ninguna broma, pero pensé que sus dueños, en vez de ir a buscar la leche y darle su comida, prefirieron llevarla con ellos de vacaciones a la playa, aunque supongo que no a bañarse en el agua salada.       
         No es por nada extraño, sino que el bañador para ella no lo consiguieron y todavía no había llegado la moda del “destape”.
A pesar de mi broma, lo de la cabra en el “coche de hora” es cierto.  


Juan Santana Méndez


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