Escribe Paco Mira:
SÍ, SÍ. LA PREGUNTA ES A NOSOTROS. VENGA, ESTA ES LA PREGUNTA, ¿QUIÉN DICES QUE SOY YO?
Está claro que si nos tocaran por la espalda, un día normal y
por la calle, lo más probable es que le contestemos con mala cara y encima le
preguntemos, quién es usted para tocarme sin permiso. Eso nos demuestra que no
somos capaces de reconocerle, de conocerle... por mucho que vengamos a misa,
por mucho que nos demos golpes en el pecho, o que tranquilicemos nuestra
conciencia echando una monedita en un lampadario o vayamos caminando a no sé
que santuario.
Y es curioso, que ¡con nosotros está y no lo conocemos!, con nosotros camina todos los
días, con nosotros pasa los mejores momentos de cualquiera de nuestros ratos, y
con nosotros es capaz de derramar una lágrima, de ofrecernos un pañuelo y.....
seguimos sin conocerle. Seguro que camina en una patera, que camina junto a
otros jugándose la vida por salvarla; que intenta cruzar alambradas; que viene
a caritas todas las semanas, que de vez en cuando nos toca en la puerta de casa
pidiendo porque su hijo llora y no tiene la cena de ese día....¡ y seguimos sin
querer conocerle!
Lo más probable es que en los tiempos
que corremos, nos siga preguntando ¿quién dice la gente que soy yo? Y nosotros,
agentes de pastoral, curas de parroquia, obispos de diócesis, etc....
respondemos diciendo que lo más primordial es reconducir una situación que se
nos antoja complicada por los flujos migratorios y no pasarnos del cupo que nos
tienen asignados; lo más probable es que respondamos con homilías que pueden
ser de lo más provechosas o cartas pastorales que animan a quien se siente en
la duda y recriminan a quien no echa una mano y que siempre le ponemos el mismo
nombre: políticos.
Pero es que nosotros, agentes de
pastoral y colaboradores en la fe, hemos decidido dar testimonio de quien
decimos que creemos y en quien decimos que hemos puesto toda nuestra confianza.
Que somos, para muchos, espejo y modelo de un tal Jesús de Nazaret. Y resulta
que Santiago, en su carta, nos dice con una claridad meridiana que dar
testimonio, es ser consecuente entre lo que decimos que creemos y lo que
hacemos: ¿de qué sirve la fe, si no tenemos obras?
Pero la pregunta sigue siendo, ¿quién
decimos nosotros que es un tal Jesús de Nazaret?. Se lo pregunto a los padres
que bautizan a sus hijos. Se lo pregunto cuando ellos crezcan y también le
hagan la misma pregunta. Se lo pregunto a los padres que acercan a sus hijos
para que estos hagan la primera comunión y que muchos dicen que no y los padres
que sí, ¿qué le decimos a ellos?. Se lo pregunto a los matrimonios que quieren
que Dios ratifique su amor en público. Si muchos de los invitados les
preguntaran por qué, ¿qué dirían ellos?. Se lo pregunto a los catequistas, a
los miembros de los equipos de liturgia, a los coros parroquiales, a mí mismo,
Paco ¿quién crees que es Jesús de Nazaret?. La verdad es que no sé si me
atrevería a afirmar con Pedro, Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Me gustaría que las lecturas de este
fin de semana. Que los acontecimientos sociales que estamos viviendo; que las
tragedias que contemplamos a menudo, nos lleve a preguntarnos de qué lado
estamos, en qué lugar nos posicionamos. Ojalá que seamos capaces, como Santiago
de volver a afirmar, "enséñame tu fe
sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe". ¡Qué fácil y qué
complicado al mismo tiempo!. Pero Jesús ha dejado caer el pañuelo para
retarnos, ¿quién dicen ustedes que soy yo?.
Igual hasta nos ponemos colorados,
damos evasivas o nos escondemos.
Hasta la próxima
Paco Mira
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