Escribe Paco Mira
EN LA FARMACIA DE
DIOS, TODO ES GRATUITO
Los días del
calendario no sólo marcan la actividad laboral de cada uno de nosotros, sino
que también nos van marcando los acontecimientos que al margen del trabajo, van
configurando nuestra propia existencia. Pues ¿saben?, me gusta. Y me gusta,
porque eso nos da un ritmo de vida que nos hace salir de lo cotidiano, de lo
normal, de lo que acostumbramos…. Nos hace que todos los días le demos a cada
uno su afán. Es más, diría que a veces el calendario hasta es caprichoso.
Este fin de semana, mi
pueblo de Vecindario celebra su fiesta. Y la fiesta tiene sentido cuando
tenemos un motivo para celebrarlo; y tiene sentido cuando la fiesta es la
expresión del sentimiento que llevamos dentro y si ese sentimiento es de
alegría, de buenos recuerdos, de 364 días que han pasado como un suspiro… es
porque el aliento que nos invade ha merecido la pena.
Quizás alguno me pueda
decir, que, “paco, con la que está cayendo, ¿cómo puedo
estar alegre?”,y es que claro, no solo hay que bailar siempre con la más
guapa, todos tienen que tener una oportunidad, esa oportunidad la tenemos que
provocar nosotros. Nosotros tenemos que provocar que la fiesta sea tal,
nosotros tenemos que provocar que los demás denoten en nosotros que lo que
celebramos merece la pena.
Rafael, Rafa para los
amigos, es la medicina. Una medicina que se vende en la farmacia de Dios. Una
farmacia que no tiene copago; una farmacia donde los medicamentos no tienen un
precio de transación o un precio comercial. Son precios gratuitos, pero precios
donde a veces, el producto cuesta sudor, lágrimas, etc…
El joven Tobías, un día esperaba. Vivimos en un mundo de
impaciencia, de rapidez, de prontitud…Dios nunca tiene prisa. Cuando vamos a
una farmacia tenemos que coger número y esperar un rato. En la gratuidad de la
farmacia de Dios no hay prisa, no hay rapidez, no tenemos que empujar para que
nos atiendan primero.
El joven Tobías
esperaba que un hombre bueno le acompañara. Creo que en nuestro pueblo hay
gente no buena, muy buena. Gente que incluso no se acerca por la farmacia de
Dios y los que normalmente vamos a la farmacia dejamos mucho que desear en
cuanto bondad. Siempre es cuestión de mirar a los lados, de frente, atrás. Es
cuestión de salir a los caminos de nuestra vida, de nuestros amigos, de
nuestros conocidos y encontrar al que nos acompañe, al que sea nuestra bandera,
nuestra guía. Quiero acordarme de todos aquellos, que desde la parroquia y
desde la opción caritativo-social, hacen que la vida dura que llevan algunos,
se les haga más llevadera.
Rafael siempre lleva
una calabaza. Rafael siempre lleva lo imprescindible para el viaje. Lleva agua,
lleva lo que nos da la vida. Lleva lo gratuito de la grandeza del ser humano.
Por eso, un año más nos invita al camino, a recorrer de nuevo, a comenzar desde
el principio y a limar aquello que en el año que se acaba, ha resaltado, pero
de forma negativa.
En la farmacia de Dios,
la gratuidad del amor es la que Rafael nos impulsa a motivar y a realizar. Que
en Vecindario reine el amor. Frase bonita, pero difícil de cumplir. Lo más
probable que si le preguntamos a Antonio María Claret, cuya fiesta celebramos
este fin de semana, la respuesta sería la misma que la de Rafael, seamos guía y
camino para el que nos lo pide.
Quiero terminar dando
un aplauso, porque Teresa, la del Ebola, se ha curado. Aplauso para ella, para
los médicos y para la investigación que muchos hacen para que no exista más
enfermedades como la de ella.
Vivamos la alegría de
la fe en la fiesta y seamos festivos porque tenemos fe. Vivamos en comunidad,
lo que la comunidad nos ha dado y contagiemos a los demás que lo bueno tiene
que perdurar.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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