Carta al
viento
METERSE EN
PROBLEMAS
No
sé el nombre de la niña. Tiene once años. El domingo pasado estuvo en misa.
Cuando acabó la celebración se dirigió muy compungida al párroco y le dijo:
-Creo
que me he metido en un problema.
El sacerdote quedó
extrañado de la seriedad de la chiquilla y la tristeza que manifestaba.
-Lo
que pasa, continuó la niña, es que yo ni
me he bautizado ni he hecho la primera comunión y hoy, no sé por qué, casi sin
darme cuenta, me puse en la fila con otros niños y comulgué. Creo que hice mal.
La
chiquilla se expresaba con inocencia y al mismo tiempo con una madurez impropia
de su edad. Su rostro cambió del todo cuando el párroco la tranquilizó y valoró
su sinceridad y deseos de arreglar el
problema. Y el cura se sintió feliz de encontrar personas que quieran
mantener limpia su conciencia hasta en esos pequeños detalles.
Hay otras personas que se meten en problemas, o los crean, pero que no tienen
ningún remordimiento. Ya se han acostumbrado. Aunque hagan las cosas mal, no
tienen conciencia del daño que hacen. Su conciencia ha perdido del todo la
ingenuidad.
Hace
unos días viajé a Lanzarote, La Graciosa
y Fuerteventura con un numeroso grupo de personas. Hubo plena armonía a
lo largo del viaje y se disfrutó de los encantos de nuestras islas. Encontramos gente simpática, muchas atenciones
y amabilidad tanto en el hotel como en
los demás lugares que visitamos. Pero hay sectores de la población que intentan
sacar tajada de todo. Si por ejemplo el guía de la excursión te invita a visitar un lugar o a comprar en
una tienda determinada, uno, ingenuo, piensa que lo hace para ayudarte. Pero
cuando descubres que lo que busca es que compres donde él recibe comisiones, aunque
a ti te perjudique, sientes rabia de que se haya perdido la conciencia. Por eso
estos estafadores de turistas no quedan preocupados cuando te dan tres minutos
para que veas la casa de los Coroneles en Fuerteventura y tres cuartos de hora para que compres en la
tienda de regalos que a él le interesa. Lógicamente
es que consideran tontos a los turistas y no piensan que se están metiendo en
un problema o causando un problema a los demás.
Frente a la casa en donde vivo
existe una entidad bancaria. Desde lejos se ve claramente el cartel que indica: Cero Comisiones. Y en el banco saben muy bien que eso es mentira,
que me están cobrando por todo: por ingresar, por hacer un cheque, por una
transferencia o por la tarjeta de crédito. Me pregunto ¿cero comisiones o más
bien seo conciencia, cero honradez?
Los
guías y los banqueros son personas adultas. Han crecido y, con los años, han olvidado que no es bueno meterse
innecesariamente en problemas. Y mucho menos meter en problemas a los demás.
Por eso de vez en cuando todos necesitamos redescubrir la importancia de ser sinceros y coherentes. Aunque ganemos
menos. La niña de la misa del domingo pasado nunca actuaría así porque tiene
una conciencia limpia. Pero para eso hay
que tener alma de niño.
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