viernes, 7 de octubre de 2011

Carta al viento: EL ROSARIO

Carta al viento:
EL ROSARIO

         Este verano pasado estuve unos días  en Marruecos. Una de las cosas que me llamaron la atención fue ver a algunos musulmanes en actitud de oración pasando las cuentas de un rosario. Al parecer en cada cuenta van pronunciando 99 nombres  para designar a Dios: El Santo, El Poderoso, el Único, etc.  También hace años, en la selva de Bolivia, vi cómo los indígenas, con un rosario de unas treinta cuentas, repetían   una especie de mantra, una oración muy sencilla: Dios me da la paz o Gracias señor por la vida.

         En estos últimos  años que llevo de párroco en el Sur  he constatado que para muchas personas, la forma más fácil y a veces única  de orar es repetir el rosario a la Virgen, también una especie de mantra bíblico  con el que le repiten 50 veces a María el saludo del ángel y piden que ella ruegue por nosotros. Parece ser que en todas las culturas utilizamos la repetición de frases o palabras para comunicarnos con Dios o con la Virgen o para afianzar actitudes o deseos.
         Hace unos días Elena, la muchacha que en misa se sienta siempre en el último banco, me dijo que a ella le gustaría rezar el rosario pero que, como no  se sabe las letanías ni sabe cómo se empiezan los misterios, pues no reza. Y no reza nada… Yo aproveché la ocasión para decirle que hay muchas actividades  que tampoco uno sabe cómo empezarlas o cuestan mucho. Pero hay que empezarlas. Ahora mismo, muchos están iniciando una nueva tarea: el curso en la escuela, la catequesis, la actividad pastoral de la parroquia, un trabajo distinto… y sí que cuesta porque nos falta entrenamiento. Pero no debe uno nunca  uno decir
-Como me cuesta, pues no lo hago.
No.  Hay que empezar, aunque sea a trompicones. A todas las actividades de la vida hay que ponerle ilusión, originalidad y confianza. Las cosas nunca salen del todo bien. Pero mejor que salgan medio bien a que no salgan.
A veces, dialogando con los jóvenes, descubro que saben oraciones pero no rezan, no tienen ningún momento para orar salvo en las vísperas de los exámenes porque uno suele acordarse de santa Bárbara… sólo cuando truena. Tal vez no han descubierto una forma sencilla de orar: El rosario sin letanías ni misterios como  hacían los niños de Fátima que se limitaban a decir: Santa María, ruega por nosotros y así 50 veces. ¡Si al menos oráramos así!...  Al fin y al cabo, hay muchas coincidencias en la forma de orar de los musulmanes, los indígenas de Bolivia y los cristianos de cualquier lugar. Unos y otros podemos hoy, día de la Virgen del Rosario, decirle cincuenta o treinta o noventa y nueve veces ,   frases  como:
-“¡Dios te salve, María!”  O “Que empiece este curso haciendo la voluntad del Señor”. O  como S. Francisco: “Hazme, señor, instrumento de tu paz”.
Seguro que a Elena, la que  en la iglesia se sienta en el último banco,  le va a resultar fácil rezar 50 avemarías, 50 frases de esperanza o cincuenta frases de amor a Dios. Si uno no se sabe las letanías o no se sabe una oración, no importa. Lo que importa es orar con el corazón. Para eso puede servir el rosario, no solamente para colgarlo en el coche porque los rosarios no sirven para dar suerte. Sirven para acordarnos que a ustedes y a mí nos vendrá muy bien hablar con el Señor y con la Virgen. Y eso sí que es una suerte. Buen comienzo de curso, amigos, y buen día del rosario.
  

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