MALAS COSTUMBRES
Escribe Juan Santana desde Arinaga
Hago un paréntesis en mis intentos de
escribir nuevos capítulos, que sirvan quizá para un segundo libro, pero siempre
con relatos sucedidos en Arinaga.
Lo que me mueve a escribir esto, a pesar
de que me tachen de “puritano”, es que cada vez y con más asiduidad escucho las
blasfemias de algunos, supongo que no necesitados del “favor divino”, porque
otra explicación, la verdad es que no le veo.
Las dianas de estos insultos, suelen ir contra
el mismo Dios, la Hostia ,
que simboliza el cuerpo del mismo Jesucristo, incluso contra la mismísima
Virgen María.
Yo soy creyente y si tengo oportunidad,
escucho a diario, el Evangelio del día. En la emisora Radio María, gustando
mucho de conocer la vida y milagros de Nuestro Señor.
Por eso sé de las palabras pronunciadas
por Jesús, asegurando que el que ofenda a una de las tres personas de la Santísima Trinidad ,
jamás, pero jamás obtendrán el perdón.
Yo he respetado y respetaré siempre,
porque así me lo han enseñado, a todas las religiones, pero quedando claro que,
como contraprestación espero que respeten la mía.
Muchos insultan al mismo Dios,
pero cuando se ven mal, su expresión es la de: ¡Ay Dios!
¡Semejante caradura! Hace un rato le
insultabas y ahora le suplicas.
Es por eso que no se debe morder la mano
que te da de comer.
De las disculpas que escucho a los
insultantes, la que más gracia me hace, si es que la tiene, es que dicen que
por lo menos se acuerdan de Él.
Mi respuesta es siempre la misma: ¡Si
para acordarte de mí, tiene que ser de ese modo, yo te ruego: ¡Olvídame!
Otros tienen la desfachatez de
comentarme: ¡No lo cojas por el lado malo!
Yo les digo: ¡Dime donde está el lado
bueno, porque por más vueltas que le doy, no lo encuentro!
Lo cierto es que si quieren desahogarse
con insultos, piensen antes de abrir la boca, a que colectivo o persona en
particular, pueda sentar mal esos improperios.
Juan Santana Méndez
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