Escribe Paco Mira
ESTÁ VACÍO: ¡A CORRER!
¿Saben?. Este mundo en el que vivimos
está lleno de contradicciones. Yo diría que de maravillosas contradicciones,
por eso hace que este mundo sea tan maravilloso. Y cuando hablo de
contradicciones me refiero en que a veces nos mandan o hacemos cosas demasiado
deprisa y otras veces por la lentitud hace que no nos espabilemos como
corresponde.
Por un lado los médicos de vez en
cuando nos dicen que no nos tomemos la vida tan en serio pues los casos de
infarto son los que son y cada vez más acuciados; el estress es cada vez más
pronunciado, quizás porque nos ahogamos en un vaso de agua.... Y por otro lado
cada vez son más las pruebas atléticas que nos exigen esfuerzo, rapidez, ganas
y entrenamiento... ¿en qué quedamos?.
Algo parecido debieron pensar aquellas
mujeres de hace dos mil años, que tenían prisa; no querían seguir el ritmo
procesional de la víspera, del viernes santo, donde lo más probable es que la
gente se recreara con lentitud en el sufrimiento de un inocente; en el escarnio
y castigo de quien no tenía la culpa. Dice el texto que fueron corriendo. Lo
más probable es que deseaban que aquello se pasara cuanto antes y volver a una
situación totalmente diferente a la que habían vivido.
Estoy por asegurar que la carrera de
Pedro y su colega, no era una transgrancanaria. Lo más probable es que sería la
carrera más ilusionante de su vida, pero al mismo tiempo la más desilusionadora
también. Ilusionante porque esperaba encontrarse con quien ha sido su amigo, su
confidente, su Maestro, su guía, su bastón, su... quería volver a olerlo,
tocarlo.... pero desilusionante al mismo tiempo porque se encontró con aquello
vacío. Aquel que lo había negado publicamente, se mataba corriendo para creer
que lo que había vivido no era cierto; quizás quiso correr para volver, una vez
más, a pedir perdón por lo que pudo haber hecho por él y no lo hizo.
Hoy de nuevo se nos invita a correr. Se
nos invita a ir al sepulcro a comprobar que nuestra fe tiene que pasar por el
vacío, por la desolación, por el no estar, para darnos cuenta que a partir de
ahora empieza lo bueno; que a partir de ahora empieza eso por lo que tanto
hemos luchado y que quizás no teníamos oportunidad de comprobar que era cierto.
Hoy también se nos invita a correr. Correr a darnos cuenta que nuestra fe no
está en un sepulcro vacío, que nuestra fe no está en un cementerio lleno de
flores y adornos bonitos... nuestra fe está en un Dios de vivos.
Por eso, en una pascua como la de hoy,
quiero creer en un Dios de vivos que no ha inventado el infierno, que no ha
inventado los castigos al fuego eterno a los que se han portado mal. Quiero
creer en un Dios que con los brazos extendidos en la cruz, hoy los baja para
abrazar a todos sin medida y sin distinción ninguna; Quiero creer en un Dios de
vivos que lucha porque las vallas en las fronteras se derriben para poder acelerar el paso, la
pascua, hacia un mundo mejor al que todos, sin distinción, estamos llamados y
que a veces no hacemos caso.
Hoy quiero creer en un Dios de vivos
que se encarna en los problemas cotidianos del padre o madre de familia que
está en el paro; de los hijos que están metidos en el mundo del vicio y este en
cualquiera de sus manifestaciones; creo
en un Dios de vivos que enarbola la bandera de la solidaridad, de la cercanía y
del acompañamiento, porque está pasando y no queremos notarlo, porque es su
pascua.
Hoy quiero creer en un Dios de vivos
que deja atrás un montón de penitencias desarraigadas de la realidad diaria;
quiero creer en el Dios de vivos de las bienaventuranzas como acción
programática para la vida. Un Dios que se encara con el que no anuncia una
buena noticia como su evangelio y solo quiere ver el desanimo y la falta de
vitalidad ante las circunstancias que nos rodean.
Vivamos la Pascua como realidad viva, con
la vida y que da vida. Nosotros no tenemos que conmemorar la resurrección,
tenemos que echar a correr, ver que está vacío y empezar a currar. Animo y
FELIZ PASCUA.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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