viernes, 2 de marzo de 2018

¿SAGRADO, PROFANO?, ¿PROFANO, SAGRADO?


Escribe Paco Mira:

¿SAGRADO, PROFANO
¿PROFANO, SAGRADO?

    Los que hemos tenido la gran suerte de estudiar teología, independientemente de cual fuera el fin del estudio, sabemos que hay una asignatura, un clásico, llamada "fenomenología de la religión"; una asignatura fascinante que además es llave para entender todas las manifestaciones religiosas que a lo largo de la historia del hombre se han dado. Había que saber distinguir el ámbito de lo sagrado y el ámbito de lo profano: uno sin el otro no se dan, pero son dos cosas totalmente distintas. Entendiendo por profano lo no-sagrado. Y sin duda, los dos grandes monstruos del tema eran y seguirán siendo Otto y Mircea Elíade. ¡Qué grandes autores!.

         Claro, esta distinción ha servido para que la cultura, los pueblos hiciesen de las suyas y - por ejemplo - lo sagrado (en un tiempo ) se ha distanciado tanto de lo profano que era inaccesible, no era un Dios Padre, sino era un Dios que fiscalizaba, que observaba, que miraba por el ojo de la cerradura, que castigaba a las llamas del infierno....

         Pero también es verdad que se hicieron infinidad de esfuerzos para que esa distancia no fuera tan larga: desde Concilios, Sínodos, Programas pastorales, etc.... Se ha querido acortar esa autoridad dictatorial para que el pueblo llano y sencillo pudiera llegar a aquello que parecía imposible. Pero les confieso una cosa: hemos pasado de lo más sagrado del mundo a que eso sagrado no tenga tanta importancia y quizás a que todo vale.

         Me viene a la mente el mundo de la educación. Hemos pasado del "Don" (fulano, mengano....) del maestro, al "chacho, tío ¿qué pasó?", porque entendían que de esta manera los profesores están más cerca de la realidad del alumno. Hemos quitado las tarimas para estar a la misma altura. Y curiosamente ahora reivindicamos la autoridad que probablemente nosotros no quisimos seguir ejerciendo porque ahora vemos que las cosas se nos escapan de las manos.

         Este fin de semana Jesús va al tempo y se cabrea. Y probablemente a nosotros nos da una lección: tira por tierra todo aquello que no encaja en la "casa de su Padre", porque su "casa es casa de oración". Muchos de aquellos cambistas y vendedores de palomas sabían que en el templo había negocio porque todo el mundo iba, porque era obligatoria la asistencia y Jesús nos viene a demostrar que en la casa del Padre no todo vale: ni para los curas de antes que miraban todo con lupa,  ni para muchos progres de ahora que les da igual todo, ni para los laicos que entran en el templo sin saber donde estamos.

         Muchos de mis amigos curas se preocupan - y me parece bien - que en las primeras comuniones - por ejemplo - el que no esté a gusto que se vaya: maravilloso, pero cuando no hay primeras comuniones me da la impresión que nuestros templos los convertimos en mercadillos baratos de regateo y griterío  e incluso de encuentro en plazas y mercados. No hace falta nada más que ver que antes de comenzar una celebración, la diferencia con el exterior no es mucha.

         Ahora que la cuaresma está llegando al ecuador, quizás sería bueno plantearnos como reto el volver a lo que hemos perdido: que lo sagrado quiere y tiene que tener su sitio; que yo tenga la posibilidad de encontrarme con mi padre a solas y en lo escondido del silencio, y "probablemente que mi Padre ve en lo escondido....."; necesitamos espacios de tranquilidad, de poder hablar desde el corazón el cual también habrá que limpiar de tantos cambistas que a lo largo de nuestra vida vamos acumulando. No se si hay que hacer látigos, pero probablemente en alguna ocasión habrá que ser exigentes. Ojalá que nuestros templos sean lugares de encuentro, pero de encuentro compartido, de encuentro con un Padre que siempre está a la espera de que sus hijos hablen con él Un lugar donde también me encuentre con el hermano que busca lo mismo que yo y juntos llegamos a él.

         Vemos que el evangelio de cada domingo nos da un latigazo y nos deja una lección para seguir funcionando en la vida.

         Por ello déjenme que les diga, Feliz Cuaresma.

         Hasta la próxima.

         Paco Mira

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