Escribe Paco Mira:
¿SAGRADO, PROFANO
¿PROFANO, SAGRADO?
¿PROFANO, SAGRADO?
Los que hemos tenido la gran suerte de estudiar teología, independientemente de cual fuera el fin del estudio, sabemos que hay una asignatura, un clásico, llamada "fenomenología de la religión"; una asignatura fascinante que además es llave para entender todas las manifestaciones religiosas que a lo largo de la historia del hombre se han dado. Había que saber distinguir el ámbito de lo sagrado y el ámbito de lo profano: uno sin el otro no se dan, pero son dos cosas totalmente distintas. Entendiendo por profano lo no-sagrado. Y sin duda, los dos grandes monstruos del tema eran y seguirán siendo Otto y Mircea Elíade. ¡Qué grandes autores!.
Claro, esta distinción ha servido para
que la cultura, los pueblos hiciesen de las suyas y - por ejemplo - lo sagrado
(en un tiempo ) se ha distanciado tanto de lo profano que era inaccesible, no
era un Dios Padre, sino era un Dios que fiscalizaba, que observaba, que miraba
por el ojo de la cerradura, que castigaba a las llamas del infierno....
Pero también es verdad que se hicieron
infinidad de esfuerzos para que esa distancia no fuera tan larga: desde
Concilios, Sínodos, Programas pastorales, etc.... Se ha querido acortar esa
autoridad dictatorial para que el pueblo llano y sencillo pudiera llegar a
aquello que parecía imposible. Pero les confieso una cosa: hemos pasado de lo
más sagrado del mundo a que eso sagrado no tenga tanta importancia y quizás a
que todo vale.
Me viene a la mente el mundo de la
educación. Hemos pasado del "Don" (fulano, mengano....) del maestro,
al "chacho, tío ¿qué pasó?", porque entendían que de esta manera los
profesores están más cerca de la realidad del alumno. Hemos quitado las tarimas
para estar a la misma altura. Y curiosamente ahora reivindicamos la autoridad
que probablemente nosotros no quisimos seguir ejerciendo porque ahora vemos que
las cosas se nos escapan de las manos.
Este fin de semana Jesús va al tempo y
se cabrea. Y probablemente a nosotros nos da una lección: tira por tierra todo
aquello que no encaja en la "casa de
su Padre", porque su "casa
es casa de oración". Muchos de aquellos cambistas y vendedores de
palomas sabían que en el templo había negocio porque todo el mundo iba, porque
era obligatoria la asistencia y Jesús nos viene a demostrar que en la casa del
Padre no todo vale: ni para los curas de antes que miraban todo con lupa, ni para muchos progres de ahora que les da
igual todo, ni para los laicos que entran en el templo sin saber donde estamos.
Muchos de mis amigos curas se preocupan
- y me parece bien - que en las primeras comuniones - por ejemplo - el que no
esté a gusto que se vaya: maravilloso, pero cuando no hay primeras comuniones
me da la impresión que nuestros templos los convertimos en mercadillos baratos
de regateo y griterío e incluso de
encuentro en plazas y mercados. No hace falta nada más que ver que antes de
comenzar una celebración, la diferencia con el exterior no es mucha.
Ahora que la cuaresma está llegando al
ecuador, quizás sería bueno plantearnos como reto el volver a lo que hemos
perdido: que lo sagrado quiere y tiene que tener su sitio; que yo tenga la
posibilidad de encontrarme con mi padre a solas y en lo escondido del silencio,
y "probablemente que mi Padre ve en
lo escondido....."; necesitamos espacios de tranquilidad, de poder
hablar desde el corazón el cual también habrá que limpiar de tantos cambistas
que a lo largo de nuestra vida vamos acumulando. No se si hay que hacer
látigos, pero probablemente en alguna ocasión habrá que ser exigentes. Ojalá que
nuestros templos sean lugares de encuentro, pero de encuentro compartido, de
encuentro con un Padre que siempre está a la espera de que sus hijos hablen con
él Un lugar donde también me encuentre con el hermano que busca lo mismo que yo
y juntos llegamos a él.
Vemos que el evangelio de cada domingo
nos da un latigazo y nos deja una lección para seguir funcionando en la vida.
Por ello déjenme que les diga, Feliz
Cuaresma.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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