viernes, 9 de marzo de 2018

AMOR EN LA MUJER QUE TRABAJA


Escribe Paco Mira:


AMOR EN LA MUJER QUE TRABAJA,
EN LAS PENSIONES, ETC....

            Una vez pasado el día 1 de octubre del 2017 en la que hubo una chapuza de elecciones en Cataluña, que a posteriori se justificaron de diferentes maneras, especialmente ideológicas, .... una vez pasado eso, me da la impresión que ya las cosas no son como eran, no son como estamos acostumbrados que fueran y probablemente a partir de ahora se planteen de otra manera. Quizás sea el lado positivo de una chapuza, que siendo tal, algo se puede aprovechar.

         Esta semana hemos celebrado el día de la mujer trabajadora y siempre he dicho que cuando celebramos algo es porque no funciona. ¿Alguien pensó en alguna ocasión que la mujer no trabaja nunca?. Probablemente habrá que refundir el título de los días que conmemoramos puesto que me quito el sombrero ante mi mujer en el trabajo, mi madre, y tantas y tantas mujeres que a lo largo de la historia han - y siguen dando - el callo bien sea remunerado como sin remunerar, pero desde el momento en que son capaces de dar vida, están trabajando. Insisto, podríamos cambiar el título del día.

         Por otra parte nuestros ancianos han salido a la calle: ¡qué bueno!. Que bueno que aquellos en quien tenemos el espejo de muchas de nuestras cualidades y actitudes sean capaces de gritar a los cuatro vientos que la jubilación, la pensión,  es un derecho que a lo largo de toda una vida de trabajo, entrega y abnegación a un estado que le ha proporcionado una serie beneficios y ahora se lo agradece. Triste es que le pida a quien se ha levantado gracias a mi esfuerzo, que me de lo que no es de nadie, sino mío y me lo merezco.

         Muchos se preguntarán por qué reflexiono esto este fin de semana, porque "tanto amó Dios al mundo...". Solo se puede ser agradecido y dar gracias desde el momento que experimento aquello que pido. La mayoría de las personas han tenido la experiencia de ser o haber sido amadas. Cada uno tendrá sus propias vivencias, sus propios recuerdos, de personas que están o han estado a su lado y le han hecho sentirse amado. Y no hay que pensar solamente en un amor romántico; el amor adopta diferentes formas, diferentes expresiones: palabras, gestos, acciones, presencias... Y también el amor se manifiesta en silencios, correcciones, incluso ausencias. Por eso no siempre percibimos el amor, y a veces necesitamos que pase el tiempo para darnos cuenta de cómo hemos sido amados, de tanto que nos han amado. Por desgracia no todas las personas se han sentido amadas, y esa carencia se manifiesta de forma negativa en su vida.

         Por ello me gustaría que las acciones que se tomen, sean acciones que se tomen desde el amor. Que el reconocimiento a las mujeres no sea una acción que la política tiene que tener, por ideología, por ganar un par de votos... sino que la sociedad reconoce que tiene que ser así porque es de justicia y ellas se lo merecen. Que hay que reconocer que hay trabajos que tienen que hacer unos u otros, pero que por su condición de sexo no se les discrimine.

         Pero no solamente con las mujeres, sino también con los ancianos, con los jubilados, con los que han levantado el país y que somos lo que somos gracias a ellos. No reprochemos lo que no sabemos o no fuimos capaces de hacer. Eso mismo pasa en la Iglesia.

          Se dice que cuando nos vamos haciendo mayores hablamos mucho del pasado, poco del presente y nada del futuro. Permítanme hacer uso de mi pertenencia al club de los que se van haciendo mayores para invitarles a echar una mirada a nuestra infancia y traer a la memoria aquella profesora o profesor que, sin negar su buena intención, nos reñía tanto y con tanta frecuencia que terminamos por sacarla o sacarlo del rincón de nuestros afectos. No sin dolor y pena he de reconocer que muchos cristianos han tenido una experiencia semejante con la Iglesia alejándose de ella para evitar sus reproches. ¿Por qué la Iglesia, que es Madre y Maestra, llamada a ser compasiva y misericordiosa como Jesús tomó esta deriva? Me atrevo a aventurar una posible causa: porque al leer un Evangelio como el de hoy nos saltamos, espero que, sin querer, la primera parte y pusimos todo el acento en la condena, las tinieblas, el error y el pecado.

         La cuaresma, desde el amor, es un momento propicio para corregir errores.
        
         Por ello déjenme que les diga, Feliz Cuaresma.

         Hasta la próxima.

         Paco Mira

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