jueves, 8 de marzo de 2018

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


DIARIO DE UN CURA

MUJERES

He leído que algún obispo, allá en la península, ha metido la pata hablando de feminismo. Se creen algunos que, por tener mitra, saben de todos los temas y tienen siempre la última palabra. A mí me gusta cuando algunos niños, con más dedos de frente que sus padres,  se atreven a llamarles la atención:

-No corras tanto, mamá. Nos podemos matar.
-Papa, ¿no dices tú que fumar es malo? ¿Y por qué fumas tú? 

Y me gusta cuando algunos cristianos, que no llevan  mitra ni báculo, se atreven a llamar la atención a su obispo porque opina de lo que no sabe o porque se mete  en jardines innecesarios.  A nuestra Iglesia le queda mucho que aprender  todavía y no debe ir opinando mucho  de igualdad de género o de feminismo. Al menos, hasta  que ella misma  se lo tome en serio y se note. Es verdad que  una de las tareas de la Iglesia es enseñar. Pero hay otra anterior.   Aprender. Hay que decírselo a algunos obispos: Ustedes enseñen, sí; pero también aprendan. Hablen; pero también callen, que las dos cosas son importantes.

En  las parroquias en las que he estado,  debo reconocer y agradecer, he aprendido muchas cosas de las mujeres. Como son las que más participan, mi amistad con ellas me ha ayudado y ayuda  a tener otra mirada, a cuidar el lenguaje, a valorar los pequeños gestos de hombres y mujeres. Sin duda ninguna, he cometido muchos errores y he metido la pata.  Como cualquier obispo.

La Iglesia, aprovechando este tiempo de Cuaresma, tiene que hacer, tenemos que hacer, un examen de conciencia y reconocer que también entre nosotros se ha marginado a la mujer.  A veces se suele decir eso de que no debe haber un día para la mujer o un día de la madre o un día del Niño, por poner un ejemplo, porque todos los días deben ser también de ellos. Pero un día de la Mujer o un día del Inmigrante nos ayuda a tomar conciencia de situaciones injustas. Y nos anima  a corregir errores.

En este día me voy a permitir dar  las gracias a todas las mujeres que en las parroquias en donde he vivido  han estado muy cercanas, que han tenido confianza para corregirme y para animar y para colaborar a hacer una Iglesia más cercana a la vida de la gente. 

Hay muchas más mujeres que hombres en congregaciones religiosas.  Más del 70 por ciento de las personas que participan en la eucaristía  son mujeres. La mayoría de catequistas y agentes de la pastoral parroquial pertenecen al género femenino. Pero  el gobierno eclesial, la toma de decisiones, está casi exclusivamente en manos de hombres. Algo deberá cambiar, supongo.
Para estas cosas valen fechas como el Día de la Mujer que celebramos estos días. Para que algunos metan la pata, para que otros llamen la atención y para que unos y otros, otras y unas nos planteemos que aún tenemos mucho que aprender y que corregir y defender.  

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