DIARIO DE UN CURA
MUJERES
He leído que algún obispo, allá en la península, ha metido la pata hablando de feminismo. Se creen algunos que, por tener mitra, saben de todos los temas y tienen siempre la última palabra. A mí me gusta cuando algunos niños, con más dedos de frente que sus padres, se atreven a llamarles la atención:
-No corras tanto, mamá. Nos podemos matar.
-Papa, ¿no dices tú que fumar es malo? ¿Y
por qué fumas tú?
Y me gusta cuando algunos cristianos, que
no llevan mitra ni báculo, se atreven a
llamar la atención a su obispo porque opina de lo que no sabe o porque se
mete en jardines innecesarios. A nuestra Iglesia le queda mucho que
aprender todavía y no debe ir opinando
mucho de igualdad de género o de
feminismo. Al menos, hasta que ella
misma se lo tome en serio y se note. Es
verdad que una de las tareas de la
Iglesia es enseñar. Pero hay otra anterior.
Aprender. Hay que decírselo a algunos obispos: Ustedes enseñen, sí; pero
también aprendan. Hablen; pero también callen, que las dos cosas son
importantes.
En
las parroquias en las que he estado,
debo reconocer y agradecer, he aprendido muchas cosas de las mujeres.
Como son las que más participan, mi amistad con ellas me ha ayudado y
ayuda a tener otra mirada, a cuidar el
lenguaje, a valorar los pequeños gestos de hombres y mujeres. Sin duda ninguna,
he cometido muchos errores y he metido la pata.
Como cualquier obispo.
La Iglesia, aprovechando este tiempo de
Cuaresma, tiene que hacer, tenemos que hacer, un examen de conciencia y
reconocer que también entre nosotros se ha marginado a la mujer. A veces se suele decir eso de que no debe
haber un día para la mujer o un día de la madre o un día del Niño, por poner un
ejemplo, porque todos los días deben ser también de ellos. Pero un día de la
Mujer o un día del Inmigrante nos ayuda a tomar conciencia de situaciones
injustas. Y nos anima a corregir
errores.
En este día me voy a permitir dar las gracias a todas las mujeres que en las
parroquias en donde he vivido han estado
muy cercanas, que han tenido confianza para corregirme y para animar y para
colaborar a hacer una Iglesia más cercana a la vida de la gente.
Hay muchas más mujeres que hombres en
congregaciones religiosas. Más del 70
por ciento de las personas que participan en la eucaristía son mujeres. La mayoría de catequistas y
agentes de la pastoral parroquial pertenecen al género femenino. Pero el gobierno eclesial, la toma de decisiones,
está casi exclusivamente en manos de hombres. Algo deberá cambiar, supongo.
Para estas cosas valen fechas como el Día
de la Mujer que celebramos estos días. Para que algunos metan la pata, para que
otros llamen la atención y para que unos y otros, otras y unas nos planteemos
que aún tenemos mucho que aprender y que corregir y defender.
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