QUERIDOS REYES MAGOS
Queridos Reyes Magos: Casi
todos los años, les escribo una carta que yo estoy seguro que ustedes leen con
mucho cariño. Como las otras cartas que
los niños y adultos necesitamos escribir por estas fechas. Y casi todos los
años, el día 6 de enero, veo que, no todo
lo que había pedido tan
inocentemente, me lo trajeron. ¿Se acuerdan de aquella carta que les escribí
hace ya tantos años en la que les pedía una bicicleta de verdad y sólo me
pusieron un cochito de cuerda? Mi madre intentó explicar a su hijo de 7 años
que, tal vez, había sido una confusión de ustedes. Porque a otro niño de mi
edad, el hijo de D. José el
maestro, que vivía un poquito más arriba
de mi casa, sí le pusieron la bici.
Según han ido pasando los
años, yo les seguía pidiendo cosas que consideraba adecuadas y
justas. Una vez, me acuerdo, tendría yo unos 15 años, les dije que no iba a pedirles nada más para
mí, sino para otros. Y la verdad me volví loco pidiendo y deseando muchos
arreglos de la sociedad. Pero según pasaban los días, mis ilusiones se iban
desvaneciendo. Porque no solamente no obtenía lo pedido sino que cada vez eran
más las cosas que se necesitaban para arreglar el mundo y que habría que
pedirles a ustedes.
Al año siguiente, un hermano
mío me enseñó una carta que ustedes le habían escrito. Me resultó raro al
principio. Siempre había oído que éramos nosotros los que escribíamos la
carta. Pero ya vi que no. Porque en esa
carta eran ustedes los que le pedían a
mi hermano. Y empecé a comprender que
ustedes dan mucho, pero piden mucho también. Yo sabía que ustedes, Melchor,
Gaspar y Baltasar, llevaron hermosos regalos al Niño Jesús. Pero es que
antes, el Niño Jesús les había regalado mucha Sabiduría, mucha Fe,
mucha constancia. Y eso vale inmensamente más que un poco de oro o de incienso
o de mirra.
Este año, queridos Reyes
Magos, quiero pedir para todos los niños y niñas del mundo. También para los
grandes. Y si no les importa, también para mí: Un poquito más de fe, un poquito
más de sabiduría y un poquito más de constancia y esfuerzo. Por mi parte yo compartiré con otros lo que
pueda tener de oro y esas cosas parecidas a las que ustedes entregaron a
Jesús. Me da que este año he acertado
con la carta y que aquella bicicleta de
mis sueños llegará a otros niños gracias
a la fe, la sabiduría y el esfuerzo de muchos. Hasta el año que viene.
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