viernes, 5 de enero de 2018

DIARIO DE UN CURA

QUERIDOS REYES MAGOS

Queridos Reyes Magos: Casi todos los años, les escribo una carta que yo estoy seguro que ustedes leen con mucho cariño. Como las otras  cartas que los niños y adultos necesitamos escribir por estas fechas. Y casi todos los años, el día 6 de enero, veo que, no todo  lo que había pedido  tan inocentemente, me lo trajeron. ¿Se acuerdan de aquella carta que les escribí hace ya tantos años en la que les pedía una bicicleta de verdad y sólo me pusieron un cochito de cuerda? Mi madre intentó explicar a su hijo de 7 años que, tal vez, había sido una confusión de ustedes. Porque a otro niño de mi edad, el hijo  de D. José el maestro,  que vivía un poquito más arriba de mi casa, sí le pusieron la bici.

Según han ido pasando los años, yo les  seguía  pidiendo cosas que consideraba adecuadas y justas. Una vez, me acuerdo, tendría yo unos 15 años,   les dije que no iba a pedirles nada más para mí, sino para otros. Y la verdad me volví loco pidiendo y deseando muchos arreglos de la sociedad. Pero según pasaban los días, mis ilusiones se iban desvaneciendo. Porque no solamente no obtenía lo pedido sino que cada vez eran más las cosas que se necesitaban para arreglar el mundo y que habría que pedirles a ustedes. 

Al año siguiente, un hermano mío me enseñó una carta que ustedes le habían escrito. Me resultó raro al principio. Siempre había oído que éramos nosotros los que escribíamos la carta.  Pero ya vi que no. Porque en esa carta eran ustedes los que le  pedían a mi hermano.  Y empecé a comprender que ustedes dan mucho, pero piden mucho también. Yo sabía que ustedes, Melchor, Gaspar y Baltasar, llevaron hermosos regalos al Niño Jesús. Pero es que antes,  el Niño Jesús  les había regalado mucha Sabiduría, mucha Fe, mucha constancia. Y eso vale inmensamente más que un poco de oro o de incienso o de mirra.

Este año, queridos Reyes Magos, quiero pedir para todos los niños y niñas del mundo. También para los grandes. Y si no les importa, también para mí: Un poquito más de fe, un poquito más de sabiduría y un poquito más de constancia y esfuerzo.  Por mi parte yo compartiré con otros lo que pueda tener de oro y esas cosas parecidas a las que ustedes entregaron a Jesús.  Me da que este año he acertado con la carta y que aquella  bicicleta de mis sueños llegará  a otros niños gracias a la fe, la sabiduría y el esfuerzo de muchos. Hasta el año que viene.  

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