DE UNA FORMA
O DE OTRA,
LAMPEDUSA
Y FIN DE AÑO,
HUELEN
O DE OTRA,
LAMPEDUSA
Y FIN DE AÑO,
HUELEN
Dicen los grandes chefs de la cocina que los sabores no se deben
mezclar, entre otras cosas para que los platos no pierdan su propia identidad.
También es cierto que esos grandes chefs, con sus pruebas, sus experimentos,
sus innovaciones, etc... son los que van marcando la pauta degustativa de
tantos y tantos platos que incluso por su precio a veces son inaccesibles.
No se si con los olores pasa lo mismo:
si nos pasamos en un perfume no hay quien aguante a nuestro lado por aquello de
que hemos gastado el tarro en todo el
cuerpo; pero si no nos lo echamos pues probablemente menos limpio, nos pueden decir de todo. A veces los olores
se confunden y desgraciadamente nos confunden. Esa mezcla nos puede llevar a no
gustarnos como olemos o como huelen los demás.
Este fin de semana también huele. Huele
lo viejo, lo rancio, lo que ha pasado... el año se termina y quizás echemos la
mirada hacia atrás y queremos volver a inhalar aquellos olores que nos han
marcado en un momento determinado; quizás queremos volver a sentir la fragancia
de tantos acontecimientos que nos han marcado en el 2017. Pero este fin de
semana también huele a nuevo, a lo que viene, a lo que estrenamos. Huele a uva
con deseos de tantas y tantas cosas que probablemente a finales del mes que
viene ya nos hemos olvidado de lo que habíamos deseado.
Pero claro, este fin de semana también
tiene que oler a salado, a salitre que significa libertad, a salitre que supone
sueño y esperanza. Huele a esa mirada perdida en el horizonte de cualquier
orilla que me hace imaginar lo que no se si soy capaz de alcanzar algún día.
Lampedusa, ya no solo es un lugar
geográfico. Lampedusa es el símbolo de la libertad arrebatada y al mismo tiempo
soñada. Por Lampedusa han pasado infinidad de situaciones, de expresiones, de
anhelos, de ganas, de rabia contenida, de ilusiones, lágrimas.... pero siempre
será el símbolo de lo que puede ser y que tengo que forjarme.
La cruz de Lampedusa es el símbolo de
la libertad, de la lucha, de la entega. Cruz, en este caso, es igual a patera,
a ojos temerosos y llorosos; a ojos abiertos al máximo para poder tener la
referencia de lo que queremos, ojos que sin hablar, te/nos están diciendo: soy tu hermano, ¿no me conoces? Esa
referencia ha nacido - hace escasamente una semana - en un pesebre y es lo que
nos tiene que llenar de esperanza para el 2018.
Este fin de semana se celebra la fiesta
de la Sagrada Familia. Un lugar donde se forjan también muchas ilusiones y
donde también notamos muchas carencias. Tenemos que enseñar a nuestros hijos
ese olor a patera salitrosa como posibilidad de compartir y ayudar. Tenemos que
enseñar a nuestros hijos aquellos valores nacidos en el seno de un pesebre y
que nosotros decimos que tenemos por válidos. La cruz de Lampedusa se llama
Aylan y tantos y tantos que han de dejado sus vidas en las orillas de las
costas, incluidas las nuestras; La cruz como símbolo de libertad.
Cuantas veces en nuestras familias nos
lavamos las manos cuando tenemos que testificar delante de los demás de que
somos cristianos: si quieres que nos
llevemos bien, no hablemos ni de política ni de religión", ¿por qué?,
¿dónde está el error?. ¿Dónde está nuestra sabiduría familiar que ya ni nos
hablamos porque las nuevas tecnologías han reemplazado nuestras conversaciones,
aunque a veces discutiéramos por y con ellas?
La catequesis la llevan los abuelos, la
clase de religión a veces nos apuntamos pero la seguimos considerando como
maría.... y después preguntamos, ¿dónde están los jóvenes en nuestras
celebraciones?. ¡Parece que olvidamos que la educación es de la familia,
especialmente de los padres!
Probablemente estarán en las fiestas
del domingo, claro que eso es bueno, pero no nos olvidemos a la hora de
levantar una uva, una copa de champán, de pedir aquello que nos conviene, de lo
que tenemos claro. No nos quedemos con el olor a rancio, sino que perfumémonos
con los nuevos olores que nos da un nuevo año en familia. No nos olvidemos que
comenzamos el año pidiendo por la paz, ¿será posible?
Lo dicho, Feliz año.
Hasta la próxima
Paco Mira
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