sábado, 5 de agosto de 2017

TRANSFIGURACIÓN DE MADURO, SIRIA, ETC...

Escribe Paco Mira

TRANSFIGURACIÓN DE MADURO, SIRIA, ETC...
           
            ¡Si es que a veces la teología se las trae en lata!: ¡ con lo fácil que sería poner palabras que todos los mortales, incluidos Pedro, Santiago y Juan, pudieran entender! No quiero darles la vara teológica, pero si empezamos por transconsustanciación, transustanciación, transfiguración... pues probablemente dejan de compartir conmigo estas letras. Yo sería el primero.

         Pero este fin de semana, el evangelio nos lleva a lo alto de un monte, a un lugar privilegiado, a un espacio único donde se pueda contemplar la realidad maravillosa de Dios en el mundo. Un lugar que puede ser cualquiera en el que nosotros podamos encontrarnos con él. Es el evangelio del encuentro, de la cercanía, de la manifestación abierta a todo aquel que quiera experimentarlo.

         Siempre pienso en esos grandes músicos que a lo largo de su vida sueñan con un concierto único y se están preparando de tal manera que cuando llega el momento de la interpretación se saben la partitura de memoria y cuando acaba el concierto respiran hondo porque saben que el esfuerzo ha merecido la pena; o aquel atleta que se prepara para un acontecimiento deportivo único, y aunque la medalla no cuelgue de su cuello, sabe que el esfuerzo ha merecido la pena; o ¿qué les voy a decir de los estudiantes?, las notas - casi siempre - son el reflejo del esfuerzo realizado... En el fondo todo esfuerzo supone y requiere un cambio.

         Hoy me gustaría que la transfiguración tuviera un acento actual. Me gustaría que nuestros hermanos de Venezuela tuvieran  la oportunidad de sacar la fuerza suficiente para que pacíficamente su futuro tuviera otro rumbo más en consonancia con los tiempos en que vivimos. Me gustaría que el Sr. Maduro, subiera a la montaña, pusiera de su parte, para darse cuenta que el cambio se produce cuando escucho al otro, cuando comparto con el otro, cuando camino a lado de aquel que necesita que le acompañe.

         Hoy me gustaría que la transfiguración  pasase por Siria, donde tanta desolación, deterioro, hambre, abandono... existe. Donde el silbido de las balas ha dejado tantos muertos y tanta miseria y refugiados. Me gustaría que los ajenos a la paz, que los partidarios de la violencia, que los que entienden que violando los derechos humanos es la forma de caminar que también suban a la montaña y se encuentren con el Dios del amor, de la paz, de la felicidad, de la concordia, de la alegría....

         Hoy me gustaría que la transfiguración pase por tantos y tantos muros que separan familias, realidades cercanas, padres con hijos, me da igual que sea en Ceuta, en Méjico, en Corea.... me gustaría que los intereses privados no fueran los que primen en una relación humana. Todos esos que ponen muros, las concertinas, ... subieran a la montaña y se encontraran con el Dios que extiende los brazos en la cruz de la crueldad, de la ignominia del poder... y los extiende para abrazar, desde el amor, a todo aquel que se acerca.

         Hoy me gustaría que la transfiguración toque en la puerta de muchas de nuestras casas: relaciones familiares rotas; familias que no se hablan; padres e hijos que no se entienden o no quieren entenderse; padres en el paro, familias que penden de un hilo porque el banco está a punto de caramelo para quedarse con la casa....Subamos todos a la montaña y encontrémonos con el Dios que de poco, de un pesebre en un humilde pueblo, hizo un montón de riquezas en un corazón enorme.

         Hoy Pedro, en la lectura de este finde, nos va a recordar que hemos de ser lámpara que brille en lugar oscuro. Sólo podemos ser lámpara si somos capaces de subir a la montaña y encontrarnos con el Dios que nos llama por nuestro nombre, como a Pedro, a Santiago, Juan.... y nos elige a cada uno de nosotros para alumbrar en la oscuridad de un mundo que no era así, pero que da la impresión que queremos que funcione de esta manera.

         Solo si subimos a la montaña y nos encontramos con Padre Dios, con su realidad, es cuando podremos decir ¡qué bien se está aquí!. Ojala que lo puedan decir en Venezuela, Ceuta, Siria, Méjico... y tantos y tantos países del mundo. Muchas veces de nosotros depende, aunque sea con un poquito, solo un poquito, de esfuerzo.

      Hasta la próxima y feliz verano.

          Paco Mira

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