Escribe Paco Mira:
LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD,
SIGNIFICAN NO TENER MIEDO
Creo que en la vida hay cosas que son y deben ser
innegociables. Es decir que ni se compran ni se venden. Pero claro, una cosa es
"hablar y otra dar trigo". Fácil es decir que la libertad no se
compra, cuando uno la anhela y hay otro que te la está negando por activa y por
pasiva; fácil es decir que la dignidad es innegociable, cuando hay mujeres en
el mundo, quizás cerquita de donde nosotros vivimos, e incluso hombres que su
dignidad se ve pisoteada porque para poder conseguir aquello que quieren no les
queda otra cosa que venderse al mejor postor.

Los Apóstoles creen ver un fantasma.
Creen que lo que ellos pensaban que se había perdido, parece que vuelve a
asomar, pero no las tienen todas consigo. A veces la duda nos genera
incertidumbre; a veces la poca confianza nos genera inseguridades y el
Evangelio es precisamente certeza y seguridad. La gratitud de su mensaje nos
lleva a una confianza tal, que debemos ser capaces de generar aquello que se
espera de nosotros.
Me gustaría que tantas y tantas pateras
que cruzan nuestros mares y océanos no fueran el escaparate donde se vende la
libertad y la dignidad de tantas y tantas personas; me gustaría que todas esas
personas que son capaces de confundir a sus hermanos pidiéndoles un precio
inalcanzable para muchos y dándoles como recompensa la dignidad y la libertad,
se miraran en el espejo de su propia vida y que no hicieran con otros aquello
que no quisieran que hicieran con ellos.
Me gustaría que tantos y tantos
gobiernos no hicieran leyes tan restrictivas para no albergar, dentro de un
orden, a tantos seres vivos que lo único que piden es lo que les han regalado
gratuitamente y a lo que tenemos derecho todos los seres humanos: la libertad y
la dignidad. A veces las concertinas, los cuerpos y fuerzas de seguridad del
estado, las deportaciones fuera de la ley.... no están poniendo encima de la
mesa que la dignidad y la libertad no se compra.

La vida nos tiene que hacer sentar
sobre base sólida. La vida nos tiene que enseñar que todos somos iguales ante
los ojos de Dios y además somos iguales entre hermanos. La vida nos tiene que
enseñar que la solidaridad tiene que ser el "pan
nuestro de cada día", por eso la tierra que nos ha dado Dios, no tiene
propiedad privada, sino que ha de ser compartida por todos y cada uno de
nosotros.
Amigos, no nos quedemos con lo
anecdótico de caminar por las aguas. Algo que no ha sucedido entre otras cosas
porque Jesús no es el mago de chistera; quedémonos con la confianza que da el
tener una fe sólida en aquel que es capaz de decirnos no tengan miedo y si eso
sucede probablemente podremos caminar por
las aguas de la vida y de nuestro mundo con la confianza que nos da el
saber que hay alguien, llamado Jesús, que siempre nos tiende la mano.
Hasta la próxima y feliz
verano.
Paco Mira
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