Escribe Paco Mira:
SOBRE RESURRECCIÓN, SANIDAD Y
AMANCIO ORTEGA
Estarán de acuerdo
conmigo que si nos llamáramos Mariano y fuésemos presidentes del gobierno de
nuestra nación, haríamos un montón de cosas con las que ahora no estamos de
acuerdo. Haríamos otras propuestas, porque creemos que las que ahora hay no nos
convencen. Seguro y probablemente que unas de esas cosas que reformaríamos
sería el tema sanitario.
Les digo la verdad
que cuando uno va a un hospital y se "atreve" a mirar a la cara a
cantidad de gente que anda pululando por los pasillos, por las salas de espera,
por las consultas.... me pregunto, ¿cuántos han recibido la noticia de que les
queda, por ejemplo, poco tiempo de vida?.¿cuántos han recibido la noticia de
que tienen una enfermedad incurable?... ¡cuántas sentencias de muerte!,
justificadas y medicalizadas, se reciben en una mañana!. ¡Cuántas veces nos
planteamos nosotros, los sanos, el sentido de la vida!.
Cuando en esta
semana me he enterado que el señor D. Amancio Ortega había donado 320 millones
de euros a la sanidad española, me he sacado el sombrero, he dicho
"chapó", he reconocido en él a un hombre bueno. Podremos interpretar
su acción de la manera que sea, por interés, por motivos fiscales, porque le
sobra... por lo que sea el fin al que ha destinado ese dinero es un fin
encomiable y digno de ser admirado.
Este fin de semana
también nos planteó el evangelio el encuentro con la muerte. Un encuentro que
en una sociedad hay muchos que se plantean que el hombre nace para morir, que
su fin no es otro que el dejar paso a las nuevas generaciones. Como diría algún
filósofo del siglo pasado, es un ser para la muerte. Quizás las hermanas de
Lázaro también se lo plantearon en parte de esa manera: "si hubieras estado aquí".
Hoy en día también
nos planteamos situaciones como esas: "si
no fumaras, si no bebieras, si no corrieras tanto en la carretera....".
Cuando sucede el mundo se nos viene encima, se nos cierran por completo las
puertas de los sepulcros de nuestro corazón... dicho así también habría que
darle la razón a los filósofos de la muerte que afirman que el hombre es un
sentenciado a muerte. ¡Qué pena!.
Nuestra fe
confiesa que no somos el opio del pueblo,
que no somos la morfina con la que nos contentamos para no ver la cruda
realidad que nos rodea. Quizás seamos como las hermanas de Lázaro que mientras
no veamos la concreción de nuestra fe en el momento que nosotros queremos,
parece que no somos capaces de asumir la realidad que nos rodea.
Es curioso que
Jesús cuando llega afirma, ¿quién dijo que está muerto?. ¿Quién nos dice hoy en
día que nacemos exclusivamente para morir?. ¿Quién dice que estamos
sentenciados a muerte?. Es verdad que la muerte es una compañera de camino que
nadie quiere caminar con ella, pero puedo caminar con ella y al mismo tiempo
darle sentido a mi vida de tal forma que ella no tenga la última palabra en las
acciones que hago, sino que la vida sea la que marque y selle mis actuaciones.
Pero si encima
creo que Jesús es la resurrección y la
vida; que Jesús, aún en los peores momentos de mi vida, da sentido en lo
que hago a pesar de la fragilidad de mis actos... podremos responder a la
pregunta que Jesús le hace a Marta y que nos hace a todos y a cada uno de
nosotros: ¿crees esto?
Amigos,
tenemos la oportunidad de lanzar hoy a los cuatro vientos, a las puertas de la
semana grande, que la muerte no tiene la última palabra, que nuestro Dios es un
Dios de vivos y no de difuntos o de muertos en vida. Por eso hoy Jesús, más que
nunca, nos llama como a Lázaro por nuestro nombre y nos dice ":¡Lázaro, Paco, Juan, María....sal fuera!,
porque no has muerto, sino que has nacido para la Vida.
Feliz cuaresma
para todos.
Hasta la próxima.
Paco Mira
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