Escribe Paco Mira:
EL MARTIRIO Y LA FE, ANTES Y DESPUÉS
DE POLONIA
La grandeza de
la vida, es que es lo suficientemente grande como para descolocarte y trastocar
los planes que tenías previstos para un momento determinado. Aquello de que el hombre propone y Dios dispone, cada
vez resulta más evidente. Esta semana mi idea de compartir la reflexión quería
que fuera por unos derroteros, sin embargo, los acontecimientos, la historia,
la propia vida me conduce a compartir otros. Bien es cierto que no han de
diferir mucho de lo que tenía pensado.
La semana pasada
hablábamos de un mártir, Santiago. Hace quince días de ochenta y cuatro en
Niza, no hace mucho, de nueve en Munich... Hoy quiero hacer mención de otro, en
Normandía. Quiero rendir mi pequeño, gran, homenaje a Jacques Hamel. Y se lo
quiero rendir por varias razones: por llevar el evangelio consigo y
compartirlo; por llevar el compromiso de
su fe echando una mano en una parroquia que lo necesitaba; porque a sus ochenta
y cuatro años, todavía tenía la necesidad de anunciar que Jesús, el mártir por
excelencia, sigue vivo y él, cuando en francés dijo que en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu para comenzar la
eucaristía, no sabía que él iba a inscribir su nombre en el Reino de los elegidos.
Me huele que, por
desgracia, no va a ser el último mártir. Esta semana el Papa, nuestro Papa,
está en Polonia. Les confieso que a mí las multitudes no me atraen en exceso, y
en materia de fe, tampoco mucho. Y no me atraen mucho porque parece que son voladores
para una fiesta que cuando se les va el ruido nos quedamos como estamos. Dice
él que estamos en guerra, pero no de religión.
No nos olvidemos
que antes de la JMJ de Polonia, había fe y mucha; no nos olvidemos que antes de
la JMJ de Polonia había muchos jóvenes que compartían y afirmaban su fe en
Jesús de Nazaret; no nos olvidemos que antes de la JMJ de Polonia el evangelio
tenía su vigencia. Pero tampoco nos olvidemos que después de la JMJ de Polonia
tiene que seguir habiendo el mismo entusiasmo, con o sin el Papa, seguir
anunciando el evangelio con o sin el Papa; compartir la fe con otros, con o sin
el Papa. Me da la impresión que a veces
el encuentro con el Papa hace subir la adrenalina y cuando se cierra el telón
nos quedamos los que estábamos.
Este fin de semana
el Papa, también estará de fiesta. Ignacio de Loyola su santo, su patrón
jesuita, marca la fecha en el calendario. Ojala que el ejemplo de muchos que
nos preceden en la fe, sean el estímulo para continuar adelante, sin necesidad
(a veces) de tener que hacer un encuentro para insuflar aire a las "gomas
de la fe" que estaban desinfladas.
Pero para ello hay
que partir de la humildad. Todo lo que no tenga que ver con lo esencial no será
más que "vanidad de vanidades". ¡Cuántas veces ponemos nuestra
confianza en lo que no tiene fundamento!. Por ello el evangelio de esta semana
nos recordará que no hay que atesorar más riquezas que las necesarias, porque
en el fondo todo es efímero, todo es pasajero. Quizás lo que tenemos
normalmente no nos deja ver lo esencial.
Ojala que la
sangre de los mártires sea la que el mundo necesita, no por obligación sino por
testimonio y ejemplo y acabar con las injusticias. Ojala que el ejemplo de
Jacques y de otros tantos como él, sea
el ejemplo de muchos que en la vida entregan lo más esencial en el testimonio y
en la verdad. Ojala que el encuentro de Polonia, sea el revulsivo de muchos
jóvenes, pero que no sea el final de la meta de muchos jóvenes. Ojala que no
haya que volver a hablar de mártires.
Hasta la próxima
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