Diario de un cura
EL DERRUMBE DE ECUADOR
Comparto
con ustedes algunas hojas de mi Diario.
Son páginas en donde cabe todo lo que un cura de pueblo vive y sueña. Lo que te
hace sonreír o llorar. Como a cualquier
ciudadano. Cada día abro la agenda para recordar las tareas e intentar que la
memoria no me juegue ninguna mala pasada. Como aquel día que olvidé la boda de
unos feligreses. Afortunadamente, eran amigos y perdonaron mi olvido. No suele
ocurrir que uno se olvide, pero hay que estar precavido. Porque los días suelen
venir cargados de reuniones, visitas,
diálogos personales, preparación de homilías
y otras celebraciones. Aunque muchos siguen pensando que la tarea del cura consiste sólo en decir misa. Como aquellos que te decían que lo de cura es
el trabajo más agradable: Trabajas sólo media hora al día. Y encima, con
vino.
Chistes
aparte, es verdad que es un trabajo agradable.
Como todo aquello que se hace cuando se tiene vocación, se hace con
gusto. Pero el trabajo es mucho más. Hay que meterse en la piel de la gente,
solidarizarse con el sufrimiento de las familias que acuden a Cáritas,
adaptarse al lenguaje de los niños, intentar transmitir adecuadamente el
mensaje cristiano, animar la fe y ser
crítico con uno mismo para no dejarse llevar de la rutina ni aburrir a quienes
habitualmente participan en la eucaristía o los encuentros. Es agradable, pero muchas veces difícil y costoso.
En
estos días, al acercarse ya las fechas de la primera comunión, toca confesar a los niños. En mi parroquia
fueron el pasado martes. Te ríes con
ellos, te diviertes con sus expresiones, su sinceridad y sus nervios por tener
que contar algunas de sus travesuras. Y disfrutas viendo cómo los chiquillos
empiezan a valorar la honradez, el respeto o el perdón. Y cómo se inician en el
camino de la oración y el camino de la verdad.
Pero un párroco, como cualquier otro cristiano,
tiene que huir del parroquialismo que nos impide levantar la vista y ver otras
realidades y otras tareas.
En
estos días, la mirada ha estado puesta
en dos países: Ucrania y Ecuador. Este fin de semana la colecta de todas las
misas, por iniciativa del Papa Francisco, irá destinada a echar una mano a
Ucrania que está sufriendo la violencia
con varios miles de muertes. Es una colecta especial que se hará en todas las
Iglesias de Europa.
Y
también está Ecuador. Ecuador sufrió un
fuerte terremoto el sábado pasado. Como
todos hemos podido conocer por la Prensa y medios audiovisuales, hay centenares de personas fallecidas y miles de
familias que se han quedado sin vivienda y sin nada. También la Iglesia ha
reaccionado con prontitud. Y esta vez, a través de Cáritas. En
nuestra Cáritas Diocesana se ha abierto una cuenta con 10.000 euros y se espera
que esta cantidad se multiplique con las aportaciones de los ciudadanos y otras
instituciones. Ya algunas parroquias, como en el Sureste de Gran Canaria, han acordado dedicar la colecta del primer
domingo de mayo a colaborar con Cáritas Ecuador. Una excelente iniciativa.
Hoy
mi Diario se centra en el derrumbe de Ecuador. Pero
no se derrumba la esperanza en la solidaridad de nuestra gente.
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