Escribe
Paco Mira:
ALELUYA CANTARÁ QUIEN CREYÓ PERDER
LA
ESPERANZA: UN ACTO EN TRES PARTES
Una
de las series de mayor éxito en televisión es El príncipe. No me meto en el contenido, en si está bien o mal.
Pero sí he leído hace poco en una entrevista a uno de los protagonistas, a José
Coronado que le preguntaban cuál era el éxito de la serie. El respondía
diciendo que el éxito venía dado por dos cosas: la unidad en la serie y por no
saber el final hasta el último episodio. Me gustó la reflexión de Coronado,
porque creo que se puede aplicar a la semana santa: ¡Somos incapaces de asistir
los tres días, como parte de un acto único!
Es
verdad. Hay quien va el jueves y el sábado; quien va el viernes solo; quien va
jueves y viernes solo.... y creemos que hemos cumplido con la semana santa.
Todavía, después de tanto tiempo, no hemos entendido que la celebración empieza
el jueves y termina el sábado por la noche. ¿Qué pasaría si lo hiciéramos todo
en un día?: que la gente preguntaría que por qué se habría acortado la semana
santa.
Me
gustaría que saboreáramos cada día. ¡Qué hermoso es el servicio desinteresado
reflejado en el lavatorio de los pies! Viendo la televisión uno comprueba como
se pueden lavar pies: ¡Cuantos
voluntarios acogen con cariño, con ternura, con amor... a los miles de
refugiados que llegan a las costas de países donde esperan que les abran los
brazos y les den un poco del calor que ellos comparten con otros! ¡Cuántas
personas abrazan, quieren y aman a los ancianos que están cuidando porque la
familia no "tiene tiempo para ello"! ¡Cuántos comparten su tiempo con
los privados de libertad y que no tienen quien les de una palabra de aliento cuando
el abatimiento es grande! Y lo más probable es que no seamos capaces de decir
cómo puede lavar Jesús los pies hoy en día.
Claro,
si nos vamos al viernes, la pregunta es clara: ¿cómo puede subsistir una
religión fundada en una concepción de Dios crucificado? ¿Qué hace Dios en una
cruz?. Sin duda el Dios crucificado no ser un ser omnipotente, sino un Dios
impotente y humillado que sufre con todos y cada uno de nosotros en el dolor,
en la angustia y en la misma muerte. Es un Dios al que nuestro sufrimiento le
salpica. No existe un Dios al margen de nuestras penas. Es un Dios que nos pone
mirando al sufrimiento y abandono de tantos hermanos víctimas de la injusticia
y de las desgracias. Los cristianos seguimos dando un montón de rodeos para no
encontrarnos con el Dios crucificado. Ojala que nuestro beso al crucificado nos
ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos, viven sufriendo.
Quizás,
ante las situaciones anteriores, muchos creen haber perdido la esperanza. Todo
está perdido y nada más lejos de la realidad. Se cantará, como no podía ser de
otra manera el aleluya. Un aleluya en la espera contra toda desesperación. La
esperanza siempre tiene su premio, por la constancia, por la ilusión, por la
certeza de quienes esperan a que el acto que se divide en tres partes toque a
su fin. Pero no es el final de nada, es el comienzo de todo. Quizás nos
conformemos con haber celebrado lo vivido. Ojala vivamos lo que celebramos.
Ahora toca dar el callo. Ahora toca presentar el DNI de la convicción que se
llama Jesús de Nazaret.
Déjenme
que les diga con el salmista que quien
crea que Dios ha muerto que salga a la luz y vea, si el mundo es o no tarea de
un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto ni en la montaña se
esconde. Digan, si preguntan dónde, que Dios está sin mortaja, donde un hombre
trabaja y un corazón le responde.
No
perdamos la ilusión. No perdamos las ganas. No seamos derrotistas y mantengamos
la unidad en tres actos. No nos quedemos a medias. No cedamos al terrorismo,
pero seamos contundentes. La vida vale más que todo.
FELIZ
PASCUA.
Hasta
la próxima
Paco
Mira
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.