Carta al viento
MATAR EL SENTIDO DEL HUMOR
Uno de los regalos más hermosos
que hemos recibido, junto con el de la vida, es el del sentido del humor. Por
cierto que no sé por qué no se añade ya de una vez a esa vieja lista de cinco
sentidos. Es importante ver y oir. Pero lo es igualmente saber reírse y bromear.
Juan es un amigo invidente de Arinaga. Perdió hace años el sentido de la
vista pero ha crecido, me cuenta en el
del humor. Dice él que ha salido ganando. En la pasada Nochebuena, mientras cenábamos
en familia, Carlos, que tiene apenas dos años, no paró de reírse y hacer bromas
con los mayores utilizando ese sentido que por cierto algunos han perdido: la
capacidad de burlarse de sí mismo y, como quien no quiere la cosa, aparentando
inocencia, tomarle el pelo a los demás.
Está demostrado que gran parte de
nuestra sociedad tiene bien desarrollado el sentido del humor. Tanto que, hasta
de los momentos de desgracia sabemos hacer chiste. Y si no, basta repasar los
miles de dibujos satíricos que nos enviamos por wasap cada vez que, por
ejemplo, se dan a conocer las aventuras
de algún delincuente de guante blanco. Nos roban y, en compensación, nos
burlamos del “sujeto”, que diría la guardia civil. O pregunten en Tamaraceite
por Manuel Cazuela, ya fallecido, que era famoso por sus chistes en la casa
donde velaban a un difunto.
Tenemos la suerte de tener un
papa que contagia buen humor. Y eso a pesar de los problemas graves por los que
atraviesa nuestra Iglesia y a los que él tiene que enfrentarse. Tenemos también
la suerte de ver las fotos de un papa que ríe a carcajadas. Ya estábamos
ansiosos de contar con un pontífice que habla “en cristiano” y se le entiende
siempre. Y tenemos la suerte los cristianos de tener a un Jesús de Nazaret del que los evangelios
nunca dicen que reía, probablemente porque lo normal era verle reír. Sólo nos cuentan que algunas veces
lloró. Y lloró porque algún amigo había muerto o lo pasaba mal.
Hay fanáticos religiosos, por el
contrario, que nunca ríen ni sonríen porque no están acostumbrados. Porque les
molesta que la gente sea libre y que se exprese como quiera. Hay fanáticos, me
da lo mismo que sean religiosos o ateos, que en todas partes cuecen habas, que
no saben valorar el humor ni la libertad de expresión, porque ese sentido no lo
tienen desarrollado. Porque en la escuela aprendieron que los sentidos eran
cinco y no llegaron a descubrir ese que les queda y que tan pronto aprendió
Carlos con dos añitos.
Así ha pasado con los miembros
del Yihadismo
más intolerante y energúmeno. Han asesinado a los trabajadores de la revista
satírica Charlie
Hebdo. Los
han matado y lo estamos sufriendo. Pero no matarán el sentido del humor.
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