viernes, 9 de enero de 2015

Carta al viento. MATAR EL SENTIDO DEL HUMOR

Carta al viento

MATAR EL SENTIDO DEL  HUMOR

          Uno de los regalos más hermosos que hemos recibido, junto con el de la vida, es el del sentido del humor. Por cierto que no sé por qué no se añade ya de una vez a esa vieja lista de cinco sentidos. Es importante ver y oir. Pero lo es igualmente  saber reírse y bromear.
Juan es un amigo invidente  de Arinaga. Perdió hace años el sentido de la vista pero ha crecido, me cuenta  en el del humor. Dice él que ha salido ganando.   En la pasada Nochebuena, mientras cenábamos en familia, Carlos, que tiene apenas dos años, no paró de reírse y hacer bromas con los mayores utilizando ese sentido que por cierto algunos han perdido: la capacidad de burlarse de sí mismo y, como quien no quiere la cosa, aparentando inocencia, tomarle el pelo a los demás.
          Está demostrado que gran parte de nuestra sociedad tiene bien desarrollado el sentido del humor. Tanto que, hasta de los momentos de desgracia sabemos hacer chiste. Y si no, basta repasar los miles de dibujos satíricos que nos enviamos por wasap cada vez que, por ejemplo,  se dan a conocer las aventuras de algún delincuente de guante blanco. Nos roban y, en compensación, nos burlamos del “sujeto”, que diría la guardia civil. O pregunten en Tamaraceite por Manuel Cazuela, ya fallecido, que era famoso por sus chistes en la casa donde velaban a un difunto.
         Tenemos la suerte de tener un papa que contagia buen humor. Y eso a pesar de los problemas graves por los que atraviesa nuestra Iglesia y a los que él tiene que enfrentarse. Tenemos también la suerte de ver las fotos de un papa que ríe a carcajadas. Ya estábamos ansiosos de contar con un pontífice que habla “en cristiano” y se le entiende siempre.   Y tenemos la suerte los cristianos  de tener a un Jesús de Nazaret del que los evangelios nunca dicen que reía, probablemente porque lo normal era  verle reír. Sólo nos cuentan que algunas veces lloró. Y lloró porque algún amigo había muerto o lo pasaba mal.
           Hay fanáticos religiosos, por el contrario, que nunca ríen ni sonríen porque no están acostumbrados. Porque les molesta que la gente sea libre y que se exprese como quiera. Hay fanáticos, me da lo mismo que sean religiosos o ateos, que en todas partes cuecen habas, que no saben valorar el humor ni la libertad de expresión, porque ese sentido no lo tienen desarrollado. Porque en la escuela aprendieron que los sentidos eran cinco y no llegaron a descubrir ese que les queda y que tan pronto aprendió Carlos con dos añitos.
Así ha pasado con los miembros del Yihadismo más intolerante y energúmeno. Han asesinado a los trabajadores de la revista satírica Charlie Hebdo. Los han matado y lo estamos sufriendo. Pero no matarán el sentido del humor.


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