LAS DOS NAVIDADES:
CARTA DE
UNA LECTORA DEL BLOG
Hoy he recordado el poema de Max Ehrmann, Desiderata (cosas
deseadas), mientras a toda prisa acudía en busca de un camisón y una bata para
mi hermana. Contenta porque ha superado una situación de salud difícil pero
ansiosa por volver rápido con ella, al Hospital, por poder comprobar cómo
estaba, cómo se sentía, pues no había podido hablar con ella al haber pasado de la UMI a planta. Mientras me
acercaba al Centro Comercial sentía extrañeza, tanto coche, tanta cola, tanta
gente….
Cuando alcancé a llegar al Centro Comercial y ver tanta
gente, tanta cola para el pago, tanto ruido y tanta prisa, me percaté de algo
que hasta entonces sólo había comentado en alguna ocasión: que en medio del
ruido y la prisa no nos percatamos de la angustia del hermano, de su necesidad
y trastocamos todo lo que es importante.
Navidad es fecha de felicidad y en puridad celebramos un
nacimiento, el de Jesús, y yo hoy celebraba otro, el de mi hermana. Con tanto
ruido, con tanta prisa hemos olvidado eso y nos hemos volcado en todo lo
contrario a lo que debemos celebrar: compramos compulsivamente, esperamos en
una cola de caja lo que no estamos dispuestos a esperar para ayudar a quienes
nos necesitan: a los enfermos, al que tiene hambre, al que atraviesa una mala
situación.
Entonces todo cobró sentido, se viven dos Navidades: la del
que está bien y la del que no.
Está la Navidad del que gasta sin pensar, aunque se tenga que
endeudar dejando en esas prisas la vida, los días, las horas en busca de la
ganga y en las colas y lo malgastan sin prestar atención a lo importante y que
tenemos cerca: las personas a las que queremos y aquellas a las que no, pero
que deberíamos querer más.
Por otro lado está la Navidad del angustiado porque sufre una
necesidad económica, porque padece una enfermedad grave, porque ha estado a
punto de morir o porque, como en mi caso, ha estado a punto de perder a alguien
muy importante en su vida. Para éstos la Navidad tiene otro sentido, deja de
tener importancia el regalo, las colas, los centros comerciales, la cena de
Nochebuena y centra su atención en el momento que vive, en mi caso era salir
rápido aunque lo que comprase fuese más caro, buscando el establecimiento que
no tuviera cola. Para otros, lo importante es atender su necesidad, su
realidad.
Fue entonces cuando me pregunté cuántas veces no habré tenido
a mi lado a un hermano con necesidades y no le he visto, perdida entre el ruido
y la prisa; cuántas veces no habré tenido a mi lado a alguien angustiado y no
lo he mirado porque quizás era más importante el ruido y la prisa que llevaba.
Vino a mi cabeza el poema Desiderata que dice, entre otras cosas “Camina
plácidamente entre el ruido y la prisa y piensa en la paz que se puede
encontrar en el silencio” o “Conserva la paz con tu alma en la bulliciosa
confusión de la vida, que aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso. Sé cauto. Esfuérzate por ser féliz”.
De modo que este año he decidido ser feliz, hacer lo que
tengo que hacer, escuchar en el silencio y ver en la oscuridad, y, contra toda
adversidad, intentar no olvidar que lo que nos hace felices en realidad es
bastante menos complicado que lo que hemos puesto en marcha. Así he descubierto
qué feliz soy con tener a mi hermana, con que se haya quedado, con que no nos
haya abandonado y he aprendido la lección de lo que significa “luchar como un
jabato”, ella lo ha hecho y está con nosotros, con dificultades, con miedo,
pero con nosotros y tenemos que disfrutar cada segundo de nuestras vidas como
si fuera el último, porque nunca se sabe cuándo será ese último segundo.
Creo que con eso también yo he nacido a la VIDA, a la única
VIDA POSIBLE, la del AMOR EN ESTADO PURO, LA DEL AMOR AL HERMANO, COMO A TÍ
MISMO.
Muy cierto, cuánta paz
puede encontrarse en el silencio.
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