Escribe Paco Mira
¿LA FAMILIA?. SÍ, GRACIAS.
FELIZ 2015
Parece que fue ayer, cuando un uno de enero se brindaba por un
año mejor, feliz, cuando queríamos que los sueños se hicieran realidad, cuando
los deseos eran uvas que auguraban un futuro mejor que el que teníamos hace 365
días. Y ya ven. Otra vez la misma cantinela, otra vez el mismo ritual, otra vez
el mismo protocolo, pero… ¿resultados?.
Es curioso, en el que este mes lo
dedicamos al encuentro y reencuentro de los que están (como diría Pablo) en la
diáspora, es decir al encuentro de aquellos que a lo largo del año no comparten
con nosotros los mismos espacios de proximidad, debería ser protocolario,
debería ser obligatorio, el poder, no sólo augurar un buen año, sino realmente
cumplirlo. Las fiestas del fin de año, la navidad, deberían ser una fiesta para
lo que son, pero al mismo tiempo de balance, de poner en una báscula aquello
que a lo largo del año que agoniza, no fue lo que quisiéramos que fuera, que
aquellos deseos que no se han cumplido, hagamos el propósito de cumplirlos.
Y para ello, la Iglesia, como siempre
ella, nos propone celebrar el día de la familia. Y es que empezando por lo
pequeño llegamos a lo grande; empezando por lo hogareño, por el calor de los
que nos quieren… podremos solucionar muchos de los grandes problemas. Debería
ser obligatorio en estas fechas el poner sobre el mantel de todas y cada una de
las familias lo que creemos que no ha funcionado, lo que pensamos que podría
ser mejor, lo que nos ha impedido realizarnos como seres humanos compartiendo
el amor de todos y cada uno de los que nos rodean. La familia, esa comunidad
que el Vaticano la define como de amor, a veces no actúa como tal. La familia a
la que mayoritariamente recordamos con cierta nostalgia, parece que no se
aprecia y valora en su justa medida y creo que no se trata de ser “como los de antes”.
Se trata de ser familia, dialogando, compartiendo, riendo, soñando, llorando…
la familia es vida y esta hay que compartirla.
Y por ello, de nuevo la Iglesia, cómo
no, nos ofrece que el día primero comencemos rezando y pidiendo por algo que se
me antoja casi imposible como es la paz. Y se me antoja casi imposible, porque
si se diera el recuento familiar, lo más probable que en lo pequeño
solucionamos lo grande.
Amigos, hay quien dice que para atrás ni
para coger impulso, sin embargo nosotros no somos lo que hoy somos, sino
tenemos un pasado. El 2014 ha tenido sus luces y sus sombras, tiene la alegría
de un Papa que está sabiendo insuflar lo que quizás nos hace falta: entusiasmo,
oxígeno fresco…en una iglesia, la nuestra, con quizás demasiado polvo que nos
impide ver con claridad su grandeza; Este año ha tenido el reflejo de ese gran
número de voluntarios que echan una mano para ayudar a los que lo necesitan…
Sombras del 2014 también las ha habido.
La crisis se ha seguido cebando con los más necesitados. Las colas en caritas
deberían ser borradas de la faz de la tierra. Eso significa que alcanzaríamos
los frutos de lo que estamos haciendo mejor que antes; ha habido la
sombra de la paz, especialmente en Siria, en Sudán, los niños que sufren, en
Pakistán, el Ebola, etc… Jesús de Nazaret no se merece una bala en el cuerpo
del inocente, precisamente por eso, por ser inocente.
Amigos, recordemos cuando el 31, a las
00.00 levantemos una copa para brindar, acordémonos de los que no la pueden
levantar. Pidamos deseos para el 2015, pero deseos que nazcan de la Navidad que
hemos celebrado, porque así no ha sido baldío el nacimiento de un humilde niño.
Brindemos para que dentro de 365 días no tengamos que arrepentirnos de algo que
deseamos y no cumplimos.
De corazón personal y en el de mi
familia, FELIZ 2015
Hasta la próxima en el próximo año
Paco Mira
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