LA VIRGEN (MARÍA)
SUEÑA Y
CASI TIENE PESADILLAS
¡Uff.!.¡Qué mal lo tuvo que pasar la pobre!. Me estoy imaginando
la cara de una muchacha hebrea, jovencita, que lo más probable es que no
tuviera ni siquiera los dieciocho años; una muchacha que no entiende lo que le
pasa y que lo único que le interesa es salir corriendo. Si esa muchacha, fuera
canaria, cuando la visitara el ángel lo más probable es que dijera “ :¡¿cómo?. ¿qué dices tú?”.
Es verdad que lo que ella tuvo que
pasar no fue nada fácil. No fue fácil para ella, no fue fácil para la familia y
tampoco para los amigos. En una sociedad, como la hebrea, en la que los modos y
las formas se cuidaban con esmero, resulta que una mujer que no conoce varón
alguno, se queda embarazada. Una mujer que lo más probable es que le echara el
ojo a alguno de los mozos de Nazaret y que ahora que iba a ser madre pues la
situación no iba a ser del todo de lo más fácil.
María sueña: ¿cómo será su criatura?.
No había ecografías, ¿niño, niña?. ¿qué nombre le pondré?. ¿a quién se
parecerá?... Eso lo hace y lo hacía cualquier madre: soñar. Soñar despiertos;
soñar con alegría y con ilusión, porque
el fin del proceso es una maravilla. Pero María también sueña caminos, entre
otras cosas porque está a la espera. No pierde la esencia del adviento, no
pierde la esperanza, porque sin eso, lo que espera no tendría sentido.
Por eso, casi tiene pesadillas. Pero
las pesadillas de María, son “benditas pesadillas”; maravillosamente le quitan
el sueño, le hacen darle vueltas a la
cabeza, incluso creo que hasta le ponen nerviosa. María acepta una propuesta
que no tiene claro, acepta una propuesta de alguien a quien no conoce, pero
intuye, cree y piensa que merece la pena, por eso pregunta ¿Cómo será eso?.
Amigos no nos olvidemos que de Nazaret
a Belén hay una senda, sólo una y que por ella van los que creen. Es por ello
que es cuestión de preguntarnos si en nuestra senda de la vida somos capaces de
descubrir los personajes que nos vamos encontrando por ese camino de esperanza:
preguntarnos si somos capaces de contagiar la vitalidad que decimos que tenemos
y que por eso estamos nerviosos.
Seguro que hoy, al niño ya le
tendríamos preparado la carta astral, qué horóscopo sería, como iba a ser su
futuro. Para María todo iba a ser más sencillo. La vida, el proyecto de Dios no
tiene predestinado nada: lo vamos haciendo, vamos caminando en esa senda de la
vida, vamos quitando las piedras que nos pueden
estorbar en ese caminar.
Hoy sigue habiendo anunciación también.
Hoy el ángel de Dios, Dios mismo sigue visitándonos y nos sigue diciendo que
sigue contando con nosotros. Hoy, ante las adversidades de la vida, Dios nos
sigue diciendo no temas, porque has encontrado gracia ante mí. Te escojo a ti,
con tus defectos y con tus virtudes, con tus ilusiones y con tus miedos. María
también era una mujer que lo más probable es que no tuviese una carrera
universitaria y Dios no se valió de una carta astral para escogerla.
Salgamos a las sendas de la vida; a ese
camino que va de Nazaret a Belén y sepamos ver el ángel de Dios que nos dice
que somos nosotros los escogidos para irradiar esperanza, ilusión, ganas,
esfuerzo…Salgamos a ese camino que nos lleva al nacimiento en el pesebre y
seamos capaces de comprobar que los que nos ven son contagiados de nuestro espíritu
esperanzador.
Que los sueños no se conviertan en
pesadillas. Por eso quiero que no se repita la matanza de Pakistán. Que nuestra
Iglesia, nuestra querida Iglesia, también esté preñada de Dios, de su amor y no
sea una Iglesia que se convierta en pesadilla. Hagamos posible de asumir
realidades que no son imposibles. Veamos en José a la persona que se fía de un
proyecto ilusionante y que merece la pena.
Por cierto queda poco, para convertir
en realidad la esperanza.
Hasta la próxima
Paco Mira
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