jueves, 30 de octubre de 2014

CARTA AL VIENTO: LA CASA DEL MIEDO

CARTA AL VIENTO

LA 
CASA
DEL MIEDO

He recibido la amable invitación de unos jóvenes de la parroquia para acudir con ellos esta noche al espectáculo de “La Casa del Miedo”. Por supuesto que he aceptado. Pocas veces me niego a estar con ellos si me lo solicitan. Y cuando andábamos mandándonos cientos de mensajes para simplemente decidir el lugar de encuentro, la hora de salida y el transporte a usar, algunos comentaban el miedo que les daría entrar solos a esa Casa del Terror. 
-¿Y no te da miedo el sitio donde vives? , pregunto alguien a  Sara.
-Oye, que en mi calle la gente es muy  buena y tranquila.
-Me refiero a España, tonta. Mira el telediario.
Y es verdad. La verdadera “Casa del Miedo” es esta que estamos viviendo en este país y que cada día retransmiten en la tele: políticos que roban a mansalva y  millonarios que cada año son más multimillonarios; y pobres que cada vez tocan más la miseria.  Y empresarios que convierten en esclavos a sus empleados. Y una Casa que cada vez da más miedo. Me supongo que los menores de 18 años, tal como están las cosas, no deberían ver los telediarios si no van acompañados de sus padres.
Tatiana, con 17 años,  comentó que a ella le da seguridad ir con alguien a la Casa del Miedo. Y que sola no iría ni loca. Y que si tuviera que ir sola se taparía los ojos.
Cuando acabó aquel eterno diálogo de wasap lleno de frases entrecortadas, apagué mi móvil y me puse a pensar:
La casa del miedo… ¡Imposible pasar más miedo que el que me produce esta realidad que estamos descubriendo!   Fiesta de Halloween, una fiesta que no me gusta, que se ha “comido” nuestros Finaos  de castañas, manzanas y anís.  Hasta hace unos años el barranco de Guayadeque se llenaba de jóvenes y adultos que disfrutaban de un Día de Finaos  en familia o entre amigos. Ahora la moda es disfrazarse, ir a un espectáculo  y pasar miedo. No lo entiendo.
Sin embargo esta noche voy a ser una víctima más de esta fiesta importada. Eso sí me da miedo. Supongo que nada de lo que vea o escuche me va a asustar. Me va a asustar, eso sí, que desaparezcan las  cosas que queremos: nuestras costumbres, nuestra forma de hablar, nuestros valores.  Tuve ganas de abrir de nuevo el móvil y decir a ese grupo de jóvenes amigos que no cuenten conmigo, que esta noche no voy a poder…
Pero no. Me costaría mucho decir a unos muchachos que no acepto su invitación. Iré con ellos. Y en cualquier momento les contaré de los Finaos que he vivido. Y les comentaré que España es el segundo país más desigual de la Unión Europea. Y que si Amancio Ortega se gastara cada día un millón de euros, su fortuna se acabaría… ¡dentro de 172 años!  Y que, mientras sigue muriendo gente de hambre, hay 85 ricos en el mundo que ganan 400.000 euros ¡por minuto!
Discúlpenme amigos jóvenes. Ustedes me han invitado a un espectáculo y yo les he llevado a  la verdadera Casa del Miedo. Pero tranquilos, que no están solos. A mí también me asusta. Juntos podremos hacer algo para que estas cosas no ocurran. Y sin miedo.  


  



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