LA
CASA
DEL MIEDO
CASA
DEL MIEDO
He recibido la amable
invitación de unos jóvenes de la parroquia para acudir con ellos esta noche al
espectáculo de “La Casa del Miedo”. Por supuesto que he aceptado. Pocas veces
me niego a estar con ellos si me lo solicitan. Y cuando andábamos mandándonos
cientos de mensajes para simplemente decidir el lugar de encuentro, la hora de
salida y el transporte a usar, algunos comentaban el miedo que les daría entrar
solos a esa Casa del Terror.
-¿Y no te da miedo el
sitio donde vives? , pregunto alguien a Sara.
-Oye, que en mi calle la
gente es muy buena y tranquila.
-Me refiero a España,
tonta. Mira el telediario.
Y es verdad. La verdadera
“Casa del Miedo” es esta que estamos viviendo en este país y que cada día retransmiten
en la tele: políticos que roban a mansalva y
millonarios que cada año son más multimillonarios; y pobres que cada vez
tocan más la miseria. Y empresarios que
convierten en esclavos a sus empleados. Y una Casa que cada vez da más miedo.
Me supongo que los menores de 18 años, tal como están las cosas, no deberían
ver los telediarios si no van acompañados de sus padres.
Tatiana, con 17 años, comentó que a ella le da seguridad ir con
alguien a la Casa del Miedo. Y que sola no iría ni loca. Y que si tuviera que
ir sola se taparía los ojos.
Cuando acabó aquel eterno
diálogo de wasap lleno de frases entrecortadas, apagué mi móvil y me puse a
pensar:
La casa del miedo…
¡Imposible pasar más miedo que el que me produce esta realidad que estamos
descubriendo! Fiesta de Halloween, una fiesta que no me
gusta, que se ha “comido” nuestros Finaos de castañas, manzanas y anís. Hasta hace unos años el barranco de Guayadeque
se llenaba de jóvenes y adultos que disfrutaban de un Día de Finaos en familia o entre amigos. Ahora la moda es
disfrazarse, ir a un espectáculo y pasar
miedo. No lo entiendo.
Sin embargo esta noche voy
a ser una víctima más de esta fiesta importada. Eso sí me da miedo. Supongo que
nada de lo que vea o escuche me va a asustar. Me va a asustar, eso sí, que
desaparezcan las cosas que queremos:
nuestras costumbres, nuestra forma de hablar, nuestros valores. Tuve ganas de abrir de nuevo el móvil y decir
a ese grupo de jóvenes amigos que no cuenten conmigo, que esta noche no voy a
poder…
Pero no. Me costaría mucho
decir a unos muchachos que no acepto su invitación. Iré con ellos. Y en
cualquier momento les contaré de los Finaos que he vivido. Y les comentaré que
España es el segundo país más desigual de la Unión Europea. Y que si Amancio
Ortega se gastara cada día un millón de euros, su fortuna se acabaría… ¡dentro
de 172 años! Y que, mientras sigue
muriendo gente de hambre, hay 85 ricos en el mundo que ganan 400.000 euros ¡por
minuto!
Discúlpenme amigos
jóvenes. Ustedes me han invitado a un espectáculo y yo les he llevado a la verdadera Casa del Miedo. Pero tranquilos,
que no están solos. A mí también me asusta. Juntos podremos hacer algo para que
estas cosas no ocurran. Y sin miedo.
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