Un día bajó el Señor a la tierra en forma
de mendigo y se acercó a casa del zapatero y le dijo: “Hermano, hace tiempo que
no como y me siento muy cansado. Aunque no tengo ni una sola moneda, quisiera
pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder seguir caminando”.
El zapatero le respondió:
-“Yo soy muy pobre y ya estoy cansado de que
todo el mundo viene a pedir y nadie viene a dar!”.
El Señor le contestó:
-“Yo puedo darte lo que tú quieras”.
El
zapatero le pregunto:
-”¿Dinero inclusive?”.
El Señor le respondió:
-”Yo puedo darte 10 millones de dólares,
pero a cambio de tus pierna “.
- Para qué quiero yo 10 millones de
dólares si no voy a poder caminar, bailar, moverme libremente?”, dijo el
zapatero.
Entonces el Señor replicó:
-“Esta bien, te podría dar 100 millones de
dólares, a cambio de tus brazos”.
El zapatero le contesto:
-”¿Para qué quiero yo 100 millones de
dólares si no voy a poder comer solo, trabajar, jugar con mis hijos, etc.?
Entonces el Señor le dijo:
- “En ese caso, yo te puedo dar 1000
millones de dólares a cambio de tus ojos”.
El zapatero respondió asustado:
- “¿Para qué me sirven 1000 millones de
dólares si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni
todas las cosas que me rodean?”.
Entonces el Señor le dijo:
-“Ah hermano mío, ya ves qué fortuna
tienes y no te das cuenta”.
….
No nos damos cuenta. No valoramos muchas
veces lo que tenemos…hasta que lo perdemos. Este día de hoy que estamos
disfrutando no tiene precio. Esos amigos que tú y yo tenemos, que nos llaman,
nos visitan, nos alegran, es un regalo
inmenso. Nuestra familia, atenta siempre a ayudarnos en los problemas que nos
surgen; que sufren cuando nosotros sufrimos y se alegran cuando las cosas no nos
van bien. No se puede cambiar por nada. Incluso estas cosas materiales que nos
acompañan como el móvil o el ordenador, o las gafas o la tacita de café…nos
ayudan a sentirnos bien. Valoremos lo que tenemos y disfrutemos de todo eso. Y
digámosle al Señor eso tan difícil que pocas veces somos capaces de decir:
-Te pido, señor, que nunca me gane la
lotería, que nunca me encuentre una fortuna, que nunca desee tener dinero.
Déjame así,. Déjame disfrutar de todo lo que ya me has regalado: Estas manos
que utilizan el teclado, estos ojos que me permiten descubrir la belleza que
hay en nuestro mundo, estos amigos con los que puedo contar,….. Gracias, Señor.
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