miércoles, 17 de septiembre de 2014

EL ZAPATERO Y DIOS

     Un día bajó el Señor a la tierra en forma de mendigo y se acercó a casa del zapatero y le dijo: “Hermano, hace tiempo que no como y me siento muy cansado. Aunque no tengo ni una sola moneda, quisiera pedirte que me arreglaras mis sandalias para poder seguir caminando”.

    El zapatero le respondió: 
    -“Yo soy muy pobre y ya estoy cansado de que todo el mundo viene a pedir y nadie viene a dar!”.
     El Señor le contestó: 
     -“Yo puedo darte lo que tú quieras”.

    El zapatero le pregunto: 
    -”¿Dinero inclusive?”.

    El Señor le respondió:
    -”Yo puedo darte 10 millones de dólares, pero a cambio de tus pierna “.
     - Para qué quiero yo 10 millones de dólares si no voy a poder caminar, bailar, moverme libremente?”, dijo el zapatero.

     Entonces el Señor replicó: 
     -“Esta bien, te podría dar 100 millones de dólares, a cambio de tus brazos”.
     El zapatero le contesto:

    -”¿Para qué quiero yo 100 millones de dólares si no voy a poder comer solo, trabajar, jugar con mis hijos, etc.?

    Entonces el Señor le dijo: 
     - “En ese caso, yo te puedo dar 1000 millones de dólares a cambio de tus ojos”.

     El zapatero respondió asustado:
      - “¿Para qué me sirven 1000 millones de dólares si no voy a poder ver el amanecer, ni a mi familia y mis amigos, ni todas las cosas que me rodean?”.

     Entonces el Señor le dijo:
     -“Ah hermano mío, ya ves qué fortuna tienes y no te das cuenta”.
….
    No nos damos cuenta. No valoramos muchas veces lo que tenemos…hasta que lo perdemos. Este día de hoy que estamos disfrutando no tiene precio. Esos amigos que tú y yo tenemos, que nos llaman, nos visitan, nos alegran,  es un regalo inmenso. Nuestra familia, atenta siempre a ayudarnos en los problemas que nos surgen; que sufren cuando nosotros sufrimos y se alegran cuando las cosas no nos van bien. No se puede cambiar por nada. Incluso estas cosas materiales que nos acompañan como el móvil o el ordenador, o las gafas o la tacita de café…nos ayudan a sentirnos bien. Valoremos lo que tenemos y disfrutemos de todo eso. Y digámosle al Señor eso tan difícil que pocas veces somos capaces de decir:

    -Te pido, señor, que nunca me gane la lotería, que nunca me encuentre una fortuna, que nunca desee tener dinero. Déjame así,. Déjame disfrutar de todo lo que ya me has regalado: Estas manos que utilizan el teclado, estos ojos que me permiten descubrir la belleza que hay en nuestro mundo, estos amigos con los que puedo contar,….. Gracias, Señor. 

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