PASCUA
2014
Carta del Párroco de
Arinaga
y Cruce de Arinaga
Me alegra
mucho compartir con ustedes este Día Grande de los que creemos en Jesús. Aunque
no esté presente, lo estoy viviendo con ustedes
igual que he vivido esta larga cuaresma que me ha tocado.
Si
recuerdan, todos los años en las Fiestas de Pascua he invitado a alguna persona de la comunidad a contarnos su
testimonio de vida cristiana. Hace mes y medio, como sabe la mayoría de ustedes,
ingresé en el Hospital Insular. A medida que pasaban los días, yo me ilusionaba
pensando que hoy iba a estar aquí con ustedes y celebraríamos juntos esta gran
fiesta. Y en este ambiente de familia,
yo les contaría lo que he vivido y cómo lo he vivido. No ha sido posible, pero
me ilusiona mucho poder contárselo ahora, aunque no sea de viva voz, pero sí
con esta carta que escribo desde el corazón.
Voy a empezar con una anécdota
simple. Hace quince días, la enfermera que
me atendía, se sorprendió y me dijo:
-“Tienes un tatuaje
en la espalda, de la cruz de Jesús”
Yo me sonreí pensando que era una
broma suya y entonces también ella cayó en la cuenta de que había pasado toda
la noche acostado sobre la pequeña cruz que llevo al pecho. Y efectivamente,
parecía un tatuaje. Esta anécdota me hizo pensar en muchas cosas. ¡Ya me
gustaría a mí tener tatuado en mi vida a Jesús!
Estar en el Hospital, me ha hecho
valorar a muchas personas y muchas cosas que a veces uno no tiene en cuenta
suficientemente. En este sentido, creo que la cuaresma del Hospital me ha
ayudado a convertirme y mirar más en positivo. Me dan ganas de darle gracias
a Dios en primer lugar por la familia. Su sacrificio, el apoyo, la
presencia constante, etc.
La Parroquia y los amigos han estado en todo momento en mi
memoria y en mi corazón. Sé que ustedes han estado pendientes de mí y me han
dado el ánimo que en cada momento necesitaba, con sus saludos, mensajes y sobre
todo su oración.
Y los trabajadores del Hospital. He estado en la planta 8-Sur y en
la Unidad de Cuidados Intensivos. En todo momento me he sentido cuidado,
querido, tratado no anónimamente sino llamándome por mi nombre; ningún mal
gesto y mucha paciencia. Por si fuera poco, palabras de ánimo y comprensión.
Les estoy totalmente agradecido.
A pesar de todo, quiero ser sincero. Sin llegar al desánimo, a veces lo he pasado francamente mal. Ha sido en esos
momentos en los que he rezado más y sin embargo, es cuando más me ha costado
rezar. Porque no he pedido a Dios tanto por mi salud sino que se haga lo que Él
quiera. Se lo he dicho de corazón, pero
al mismo tiempo preguntándome:
-¿Suso, sabes lo que estás pidiendo a Dios?
-Sí. Sí que lo sabía.
Ésta era mi oración.
“Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
Con tal de que tu voluntad se cumpla en mí.
Porque tú eres mi Padre”
Esta experiencia que les cuento me
ha dado muchas satisfacciones. Por mi mente estos días han pasado los nombres
de cada uno de ustedes. He tenido mucho tiempo para recordarles y alegrarme de
tenerles como amigos. He tenido conversaciones con muchos trabajadores del
Hospital donde hemos compartido vivencias, problemas religiosos, familiares y
también me he sentido cura aquí, como Eusebio y Octavio que me visitan cada día.
Un amigo no-creyente me decía: “Creo que no he rezado desde niño pero esta vez,
he rezado por ti”. Y aquí, en medio del libro del Evangelio, mi compañero de
cada día, guardo la cruz que algunos niños me han enviado, los dibujos y
mensajes. Me emociona contemplarlos.
Y ahora es Pascua y vislumbro un
tiempo, el que sea, en el que quiero
vivir con más plenitud la resurrección de Jesús. Estoy débil, todavía me queda tiempo para recuperarme,
pero sé que voy a sentirme más feliz que nunca en la Parroquia. Me ilusiona ser
mejor persona y mejor cura. Me gustaría seguir compartiendo esos
momentos inolvidables con los jóvenes en la Parroquia, siempre alegres, siempre
cariñosos y que me transmiten mucha
felicidad. No concibo mi vida de cura sin las sonrisas, canciones y alegría de
los niños en la misa del domingo. Me gustaría acompañar mucho más a los
catequistas y animadores de jóvenes, a los grupos de Cáritas con el valioso
trabajo que realizan, valorar el trabajo constante de los que están en
liturgia, de los que siempre están dispuestos a todo y tienen una palabra de
ánimo o de disculpa para los otros.
Quiero agradecer el trabajo de los
compañeros sacerdotes. En especial, Mederico y Juan Jesús que me han dado la
tranquilidad de saber que la parroquia estaba en las mejores manos.
Les animo a vivir con mucha alegría
esta Pascua. Ojalá el mensaje de Jesús en esta Pascua quede tatuado en nuestro
cuerpo y nuestro corazón. Que se note que somos hermanos, que todos buscamos lo
mismo y por eso nos apoyamos, nos perdonamos y trabajamos para que nuestra
Comunidad sea un ejemplo de la Comunidad que Jesús nos propone.
Cuando termine la misa celébrenlo
como mejor sepan: canten, bailen, jueguen, diviértanse……. No me verán porque no
estaré ahí, pero les aseguro que, en una cama del hospital, lo estoy celebrando
con ustedes. Siempre les he querido. Pero permítanme decirles que hoy, un poquito más. ¡FELIZ PASCUA DE
RESURRECIÓN!
19 - 20 de abril de
2014
Jesús Vega Mesa
susovega@hotmail.com
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