jueves, 6 de febrero de 2014

FALLECIÓ ANITA LÓPEZ MARTEL, DE 100 AÑOS, LA PERSONA MAS ANCIANA DE LA PARROQUIA

     FALLECIÓ 
      ANITA LÓPEZ MARTEL, 
    DE 100 AÑOS,
    LA PERSONA MAS ANCIANA 
     DE LA PARROQUIA

  

     Me gustaría decir a la familia  de Anita algo que puede sonar mal en un entierro. Me gustaría decirles que estoy contento. Que siento la alegría de haber conocido, tratado y querido a Anita como si fuera parte de mi familia.    Añado rápidamente que a la gente de la parroquia y del pueblo las quiero como de la familia.

     Pero Anita ha sido una ejemplar abuela de Espinales y de Cruce de Arinaga. Una ejemplar feligresa de la parroquia. Hace algo más de cinco años, cuando la visité por primera vez, ya me impresionó. Tengo que decir de ella que era una mujer sabia, aunque no supiera leer ni escribir. Era la Sabiduría aprendida en la vida, en los enormes sacrificios de su infancia y adolescencia en Guayadeque. La sabiduría de saber observar el mundo y a la gente con afecto, con reflexión. La sabiduría que da saber de Dios no por lo que ha leído sino por las experiencias vividas.

     Anita López fue una buena consejera, siempre dentro de su forma de ver la vida valorando el respeto a los demás y el respeto a Dios. Cuando la visitaba expresaba siempre una sonrisa amplia, una alegría que no podía ocultar. No era una alegría falsa ni  porque fuera yo. Era la alegría de saber que yo le llevaba la comunión, “a Padre Dios” como ella decía. La fe le producía  alegría. Qué pena que mucha gente identifique religión con amargura o tristeza. Todo lo contrario. El ser cristiano añade alegría a lo que ya tengamos en nuestra vida.

     Y esa es la alegría que yo decía al principio. Me alegra poder despedir  a una persona buena, creyente, alegre, animosa, sabia, humilde…

     Su familia también tiene que estar contenta porque ustedes siempre la respetaron, la escucharon, hicieron cuanto pudieron por ella. Han sido un ejemplo para todos nosotros. Los ancianos no son personajes de tercera clase. Ellos lo dieron todo por nosotros. Nosotros tenemos también que dárselo todo a ellos. También la parte espiritual. Los mayores necesitan unos cuidados especiales y la atención espiritual es también muy importante, sobre todo cuando los mayores la reclaman. Por eso me sentí dichoso ayer cuando pude estar junto a ella  justo en ese momento en el que dejaba esta tierra en su casa de Espinales,  para ir a la otra Tierra que ya ella deseaba, a la casa de Padre Dios. La familia sabía que ese era su deseo y por eso una vez más haciéndole caso, tuvieron el hermoso detalle de llamar al sacerdote.

     Hay otros muchos detalles de la vida de Anita que he ido conociendo en estos años y que hablan del alma tan grande que tenía: El niñito que se le murió y por el que  siempre lloró, incluso hasta hace unos meses. Los años que iba cumpliendo y siempre diciendo que esta no era su Patria definitiva, las muchísimas oraciones aprendidas y recitadas con enorme fe, el cariño a los vecinos…y tantas cosas más.

     Sentimos pena de su marcha, Anita. Pero estamos contentos porque, como dice el Apocalipsis, va usted a un Mundo nuevo donde ya no hay llanto, ni dolor, ni muerte, ni enfermedad. Sentimos pena porque ya no podemos escuchar sus sabios consejos y ver su ejemplo de mujer fuerte y mujer cristiana. Pero nos alegra saber que usted desde el cielo sigue con nosotros. Gracias por todo lo que nos ha enseñado y nos sigue enseñando.


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