LOS VIEJOS COMPAÑEROS DE SEMINARIO NOS REUNIMOS
La ocasión nos la ofreció el compañero Jesús Mendoza fallecido recientemente. Y eso motivó un amable encuentro de buena parte de los 59 compañeros que entramos al Seminario el 9 de diciembre de 1959. Antonio Berriel y Suso vega celebramos la eucaristía en Playa de Arinaga y allí estaban unos 30 compañeros de nuestra misma promoción. Y familiares de los compañeros que ya no están con nosotros. Les dejo el texto de la homilía y, por supuesto, las fotos.
MI
COMPAÑERO SUSO Y OTROS COMPAÑEROS
A Jesús Mendoza González sacerdote y compañero
del mismo curso lo conocí el día que entramos en el seminario cuando teníamos
apenas 15 años. Aquel día llegábamos al Seminario de Las Palmas, en la calle Doctor
Chil, muy cerca de la catedral, más de 50 chiquillos de diferentes lugares de Gran
Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Íbamos a empezar una aventura nueva. Ibamos a intentar descubrir, de la mano de
los curas que nos orientaban (D. Andrés Rodríguez, D. Juan Ramírez y D.
Heraclio) si teníamos vocación para ser sacerdotes. Suso venía de Juncalillo.
Cachetes colorados, muy alto, fuerte y vestido con un cubre polvo color marrón.
Con el tiempo, poco
a poco, muchos iban dejando el Seminario y marchaban a otros estudios o
trabajos. Suso se hizo dominico y estuvo por Córdoba y Tenerife donde lo quieren con locura.
Cada vez que alguien
dejaba el seminario se rompía algo en nosotros. Y es que los compañeros eran
compañeros todas las horas del día. Allí vivíamos unidos en todo. Juntos en
clase, en el recreo, en las repudiosas comidas, en las bromas, en los momentos
de tristeza. Aquella era nuestra vida. Por eso, pasados los años, hemos sentido
necesidad de reencontrarnos. Era una alegría ir a Tenerife y pararse a saludar
a Suso que estaba en Candelaria. O ir a Mogán y, obligatoriamente, preguntar
por Paco Bueno. O buscar a los de Lanzarote y preguntarles lo que en el seminario siempre discutíamos.
Si las brevas son frutos de la higuera o de la brevera como ellos aseguraban.
Y de repente, hace
menos de un mes nos llega la noticia de la muerte del compañero Suso. Y ocurre
el milagro de que todos queremos volver a vernos. Que todos queremos reunirnos
con los que viven y recordar a los que ya no están. Y empiezan a surgir
recuerdos. Y con el trabajo meticuloso de José Miguel Suárez se logra contactar
con todos los compañeros, tarea nada fácil. Lo bonito es que todos queremos
vernos. Y que incluso hemos vivido estos días con mucha ansiedad, como si de
nuevo fuéramos a reencontrarnos en el viejo edificio del Seminario.
Todavía sin vernos,
en los mensajes de correo y wassap que nos hemos enviado estos días hemos empezado ya a recordar momentos de
aquellos días de hace más de 50 años: la poesía que D. Heraclio nos dedicó
nombrándonos a cada uno de nosotros. La diarrea colectiva por comer pescadillas
en mal estado, los gorgojos que venían en el potaje, las bromas con los de cada
pueblo y una frase. Estaba escrita en latín en
la pared con letras grandes. Decía DOCE EOS VIAM BONAM. Nosotros, que
todavía no sabíamos suficiente latín lo traducíamos a nuestra manera: Doce eos
viam bonam…. Nos sonaba algo así como “Doce deos tenía la mona”. Más tarde
supimos que la traducción de verdad era : CONDUCE A ESTOS POR EL BUEN CAMINO.
Y estamos hoy aquí por
eso. Porque el seminario, aunque cada uno tomara después un camino diferente,
nos ha llevado por buenos caminos. Y nos ha ayudado a intentar cada uno con sus
hijos o sus parroquianos a hacer lo mismo: Doce
eos viam bonam: A enseñar a otros el buen camino.
El buen camino de Suso Mendoza por esta vida terminó hace
menos de un mes. Ya llegó a la meta. Y lo celebramos hoy aquí. Con alegría. Él
desde el cielo ha hecho posible este reencuentro. Y, además, nos ha traído el
recuerdo de otros compañeros que
anteriormente nos han dejado:
Carmelo Artiles Bolaños, el de Arguineguín, siempre
con nuevas ideas, que más tarde presidió el Cabildo de Gran Canaria.
José Maestre de Armas, aquel chico de Arucas siempre
fino y educado.
El pequeño Elpidio Fernández Romero, revoltoso y
alegre y servicial.
Juan Enrique Melián Hernández, que siempre nos contaba
la dura realidad del sur y Juan Grande en concreto. El hombre reflexivo.
Felo Sánchez Díaz, Chico amigable y cordial, con mucha sensibilidad para el arte y más
tarde pintor: Felosdi.
Del Pino, José Antonio del Pino que era todo una
sonrisa y alegría para los seminaristas.
Y Manolín Medina, el primero que nos dejó, pequeño,
sacrificado y travieso.
Nuestro recuerdo cariñoso para todos ellos.
El evangelio de hoy nos recuerda: “El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la
recobrará”.
Suso, Carmelo, Maestre, Elpidio, Melián, Felo, Del
Pino y Manolín han perdido esta vida
pero han recuperado otra mejor. Nosotros
aún estamos en el camino. Vale la pena “perderla” por los demás. Vale la pena
dedicar nuestro tiempo y nuestras cualidades y nuestros esfuerzos a servir a
los demás. Fue lo que hizo y nos enseñó Jesús de Nazaret. Nos queda un lema
mientras estemos pos los caminos polvorientos de la vida: Doce eos, viam bonan. Que con nuestra vida, con nuestro ejemplo, como hicieron nuestros amigos hoy recordados, enseñemos el buen camino a los demás.
Arinaga, 15 de Noviembre de 2013.
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