sábado, 16 de noviembre de 2013

FOTOS DEL ENCUENTRO DE LOS COMPAÑEROS DE SEMINARIO DE JESÚS MENDOZA EN EL RECUERDO A LOS COMPAÑEROS FALLECIDOS

LOS VIEJOS COMPAÑEROS DE SEMINARIO NOS REUNIMOS
La ocasión nos la ofreció el compañero Jesús Mendoza fallecido recientemente. Y eso motivó un amable encuentro de buena parte de los 59 compañeros que entramos al Seminario el 9 de diciembre de 1959. Antonio Berriel y Suso vega celebramos la eucaristía en Playa de Arinaga y allí estaban unos 30 compañeros de nuestra misma promoción. Y familiares de los compañeros que ya no están con nosotros. Les dejo el texto de la homilía y, por supuesto, las fotos. 
MI COMPAÑERO SUSO Y OTROS COMPAÑEROS
A  Jesús Mendoza González sacerdote y compañero del mismo curso lo conocí el día que entramos en el seminario cuando teníamos apenas 15 años. Aquel día llegábamos al Seminario de Las Palmas, en la calle Doctor Chil, muy cerca de la catedral, más de 50 chiquillos de diferentes lugares de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. Íbamos a empezar una aventura nueva.  Ibamos a intentar descubrir, de la mano de los curas que nos orientaban (D. Andrés Rodríguez, D. Juan Ramírez y D. Heraclio) si teníamos vocación para ser sacerdotes. Suso venía de Juncalillo. Cachetes colorados, muy alto, fuerte y vestido con un cubre polvo color marrón.
Con el tiempo, poco a poco, muchos iban dejando el Seminario y marchaban a otros estudios o trabajos. Suso se hizo dominico y estuvo por Córdoba y  Tenerife donde lo quieren con locura.
Cada vez que alguien dejaba el seminario se rompía algo en nosotros. Y es que los compañeros eran compañeros todas las horas del día. Allí vivíamos unidos en todo. Juntos en clase, en el recreo, en las repudiosas comidas, en las bromas, en los momentos de tristeza. Aquella era nuestra vida. Por eso, pasados los años, hemos sentido necesidad de reencontrarnos. Era una alegría ir a Tenerife y pararse a saludar a Suso que estaba en Candelaria. O ir a Mogán y, obligatoriamente, preguntar por Paco Bueno. O buscar a los de Lanzarote y preguntarles  lo que en el seminario siempre discutíamos. Si las brevas son frutos de la higuera o de la brevera como ellos aseguraban.
Y de repente, hace menos de un mes nos llega la noticia de la muerte del compañero Suso. Y ocurre el milagro de que todos queremos volver a vernos. Que todos queremos reunirnos con los que viven y recordar a los que ya no están. Y empiezan a surgir recuerdos. Y con el trabajo meticuloso de José Miguel Suárez se logra contactar con todos los compañeros, tarea nada fácil. Lo bonito es que todos queremos vernos. Y que incluso hemos vivido estos días con mucha ansiedad, como si de nuevo fuéramos a reencontrarnos en el viejo edificio del Seminario. 
Todavía sin vernos, en los mensajes de correo y wassap que nos hemos enviado estos días  hemos empezado ya a recordar momentos de aquellos días de hace más de 50 años: la poesía que D. Heraclio nos dedicó nombrándonos a cada uno de nosotros. La diarrea colectiva por comer pescadillas en mal estado, los gorgojos que venían en el potaje, las bromas con los de cada pueblo y una frase. Estaba escrita en latín en  la pared con letras grandes. Decía DOCE EOS VIAM BONAM. Nosotros, que todavía no sabíamos suficiente latín lo traducíamos a nuestra manera: Doce eos viam bonam…. Nos sonaba algo así como “Doce deos tenía la mona”. Más tarde supimos que la traducción de verdad era : CONDUCE A ESTOS POR EL BUEN CAMINO.
Y estamos hoy aquí por eso. Porque el seminario, aunque cada uno tomara después un camino diferente, nos ha llevado por buenos caminos. Y nos ha ayudado a intentar cada uno con sus hijos o sus parroquianos a hacer lo mismo: Doce eos viam bonam: A enseñar a otros el buen camino.
El buen camino de Suso Mendoza por esta vida terminó hace menos de un mes. Ya llegó a la meta. Y lo celebramos hoy aquí. Con alegría. Él desde el cielo ha hecho posible este reencuentro. Y, además, nos ha traído el recuerdo de otros compañeros  que anteriormente nos han dejado:
Carmelo Artiles Bolaños, el de Arguineguín, siempre con nuevas ideas, que más tarde presidió el Cabildo de Gran Canaria.
José Maestre de Armas, aquel chico de Arucas siempre fino y educado.
El pequeño Elpidio Fernández Romero, revoltoso y alegre y servicial.
Juan Enrique Melián Hernández, que siempre nos contaba la dura realidad del sur y Juan Grande en concreto. El hombre reflexivo.
Felo Sánchez Díaz, Chico amigable y cordial,  con mucha sensibilidad para el arte y más tarde pintor: Felosdi.
Del Pino, José Antonio del Pino que era todo una sonrisa y alegría para los seminaristas.
Y Manolín Medina, el primero que nos dejó, pequeño, sacrificado y travieso.
Nuestro recuerdo cariñoso para todos ellos.
El evangelio de hoy nos recuerda: “El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará”.
Suso, Carmelo, Maestre, Elpidio, Melián, Felo, Del Pino y Manolín  han perdido esta vida pero han recuperado otra mejor.  Nosotros aún estamos en el camino. Vale la pena “perderla” por los demás. Vale la pena dedicar nuestro tiempo y nuestras cualidades y nuestros esfuerzos a servir a los demás. Fue lo que hizo y nos enseñó Jesús de Nazaret. Nos queda un lema mientras estemos pos los caminos polvorientos de la vida: Doce eos, viam bonan. Que con nuestra vida, con nuestro ejemplo,  como hicieron nuestros amigos hoy recordados, enseñemos el buen camino a los demás.

Arinaga, 15 de Noviembre de 2013.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.