lunes, 18 de febrero de 2013

CARTA AL VIENTO. TODOS NO SON IGUALES


CARTA AL VIENTO
TODOS NO SON IGUALES

Cada vez que se habla del  escándalo de un político, siempre hay quien comenta con convicción que todos son corruptos. Que todos son iguales. Cada vez que en una reunión se habla de los jóvenes aparece el sociólogo de turno que afirma, contundente, que todos los chicos de hoy  fuman porros y acuden a los botellones de fin de semana. Cada vez que se da la  noticia de un cura que comete un error o un delito, los titulares de algunos medios acusan a toda la Iglesia  sin contemplaciones. Cada vez que se sabe de  un funcionario que no cumple con su deber, muchos aprovechan la ocasión para afirmar que, por naturaleza, ser funcionario es lo mismo que ser gandul. Cada vez que un  cristiano se muestra  incoherente con su fe y su religiosidad, alguno se justifica para decir que los que acuden al templo son los peores. Y cuando un Papa, en plena libertad, renuncia a su cargo y explica las razones, aparece el malicioso  columnista que siembra la sospecha de que, detrás de esa decisión,  tiene que haber otros intereses o razones menos claras.  
Las generalizaciones son siempre injustas. Ni todos los políticos roban, ni todos los curas son dictatoriales, ni todos los creyentes hipócritas, ni todos los jóvenes toxicómanos. Es cierto que son demasiados los casos que están apareciendo de personas que se aprovechan de sus cargos y sus influencias para, simplemente, estafar y enriquecerse. Pero no son todos. Me siento ofendido cuando se generaliza. Ni todos los hombres son iguales ni todos los que pueden robar roban. A lo mejor tendríamos todos que reconocer nuestra parte de culpa por reír la gracia al amigo que engaña a Hacienda o que se queda con lo que en la tienda, por error, le devolvieron de más. Se empieza a ser inmoral o delincuente realizando o justificando pequeñas faltas aparentemente sin importancia. También hay que reconocer que, a pesar de esos grandes estafadores de la vida pública hay infinidad de hombres y mujeres que en las instituciones trabajan honradamente, muchas veces dedicando incluso su merecido descanso, al servicio de la comunidad. No es justo que metamos a todos en el mismo saco.   Bueno sería que, lo mismo que se publican los hechos inmorales de las personas que trabajan para el pueblo también alguna vez se  den a conocer, con la misma fuerza, los nombres de los que se entregan de verdad, con integridad, al servicio de los demás.
Hace unos años, cuando el último cónclave, me tocó transmitir para Radio Tamaraceite el momento en el que se daba a conocer el nombre del Papa elegido. Algunos oyentes me comentaron más tarde  que se había notado mi decepción  al dar a conocer que Ratzinger era el elegido.  Y efectivamente fue así.  Sin embargo el tiempo me demostró que no era cierto todo lo que se decía de él y que yo había creído. 
          Por eso quiero romper hoy una lanza  por muchísimos políticos, curas, jóvenes y  funcionarios que son honrados, trabajadores y coherentes con lo que hacen. Que no todos son iguales. Gracias a Dios.

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