CARTA AL
VIENTO
TODOS NO
SON IGUALES
Cada vez que se habla
del escándalo de un político, siempre
hay quien comenta con convicción que todos son corruptos. Que todos son
iguales. Cada vez que en una reunión se habla de
los jóvenes aparece el sociólogo de
turno que afirma, contundente, que todos los chicos de hoy fuman porros y acuden a los botellones de fin
de semana. Cada vez que se da la noticia
de un cura que comete un error o un delito, los titulares de algunos medios
acusan a toda la Iglesia sin
contemplaciones. Cada vez que se sabe de
un funcionario que no cumple con su deber, muchos aprovechan la ocasión
para afirmar que, por naturaleza, ser funcionario es lo mismo que ser gandul.
Cada vez que un cristiano se muestra incoherente con su fe y su religiosidad,
alguno se justifica para decir que los que acuden al templo son los peores. Y
cuando un Papa, en plena libertad, renuncia a su cargo y explica las razones,
aparece el malicioso columnista que
siembra la sospecha de que, detrás de esa decisión, tiene que haber otros intereses o razones
menos claras.
Las generalizaciones
son siempre injustas. Ni todos los políticos roban, ni todos los curas son dictatoriales,
ni todos los creyentes hipócritas, ni todos los jóvenes toxicómanos. Es cierto
que son demasiados los casos que están apareciendo de personas que se
aprovechan de sus cargos y sus influencias para, simplemente, estafar y
enriquecerse. Pero no son todos. Me siento ofendido cuando se generaliza. Ni
todos los hombres son iguales ni todos los que pueden robar roban. A lo mejor
tendríamos todos que reconocer nuestra parte de culpa por reír la gracia al
amigo que engaña a Hacienda o que se queda con lo que en la tienda, por error,
le devolvieron de más. Se empieza a ser inmoral o delincuente realizando o
justificando pequeñas faltas aparentemente sin importancia. También hay que
reconocer que, a pesar de esos grandes estafadores de la vida pública hay
infinidad de hombres y mujeres que en las instituciones trabajan honradamente,
muchas veces dedicando incluso su merecido descanso, al servicio de la
comunidad. No es justo que metamos a todos en el mismo saco. Bueno sería que, lo mismo que se publican los
hechos inmorales de las personas que trabajan para el pueblo también alguna vez
se den a conocer, con la misma fuerza,
los nombres de los que se entregan de verdad, con integridad, al servicio de
los demás.
Hace unos años,
cuando el último cónclave, me tocó transmitir para Radio Tamaraceite el momento
en el que se daba a conocer el nombre del Papa elegido. Algunos oyentes me comentaron
más tarde que se había notado mi
decepción al dar a conocer que Ratzinger
era el elegido. Y efectivamente fue
así. Sin embargo el tiempo me demostró
que no era cierto todo lo que se decía de él y que yo había creído.
Por eso quiero romper hoy una lanza por muchísimos políticos, curas, jóvenes
y funcionarios que son honrados,
trabajadores y coherentes con lo que hacen. Que no todos son iguales. Gracias a
Dios.
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