viernes, 12 de octubre de 2012

CARTA AL VIENTO Y FOTOS DEL ROQUE NUBLO

CARTA AL VIENTO


El Roque Nublo y Dios
Fotos de la Caminata al Roque Nublo
El viernes pasado estuve al ladito mismo del Roque Nublo. Unas cien personas del municipio de Agüimes y pueblos vecinos decidimos hacer senderismo y partimos desde la Cruz de Tejeda. Cuando subíamos en la guagua, cada uno hablaba, espontáneamente, del lugar donde vive: Yo vivo en Agüimes pero soy de Ingenio, decía una señora. Y yo soy de Agüimes, pero vivo en Ingenio, comentaba otro señor. Y los de Las Rosas dialogaban de los últimos acontecimientos del barrio. Manolo invitaba a las próximas fiestas de Arinaga para celebrar a San Martín de Porres y así, cada cual expresaba a su modo el amor por su pueblo y por su barrio.

Cuando empezamos a caminar, pendiente arriba entre los pinos, las conversaciones también iban cambiando. El tema ahora era la sequía y los incendios que, por desgracia, han sufrido casi todas las islas en los últimos años. O la alegría de poder disfrutar de paisajes tan hermosos a pesar de la falta de agua y sin salir de nuestra tierra. O la necesidad de hacer los esfuerzos que sea para que, ahora y en el futuro, mantengamos vivos y limpios nuestros bosques.

En el grupo iban personas de todas las edades. Los niños habían empezado a caminar con mucho entusiasmo y energía, adelantándose, incluso a los dos excelentes guías, Bordón y Manolo, uno de Agüimes y otro de Ingenio. Mientras atravesábamos los pinares, cada vez más frondosos, se iban sucediendo esas simpáticas anécdotas de toda caminata: el resbalón de alguno, las fotos más ingeniosas o la parada para reponer fuerzas y que ayuda a compartir lo que cada uno lleva. El camino se iba haciendo un poco más duro y la relación entre todos, sin embargo, cada vez más cordial. Y otra vez, un cambio en el tema de las conversaciones: el trabajo y, sobre todo, la falta de trabajo; las catequesis y las diferencias que hay entre algunas parroquias cercanas, el colegio y los comedores escolares, el independentismo de algunas comunidades o los gastos superfluos que todavía hacen muchas de nuestras instituciones.

Estamos ya en el último tramo, con un cielo intensamente azul en la zona de Los Llanos de la Pez. Algunos niños preguntan si falta mucho para comer. Hace calor y los que llevan agua la ofrecen con mucha amabilidad. Los guías preguntan: ¿Alguno quiere subir al Roque Nublo? Y aclaran: Tendremos que invertir como hora y media más de camino. ¿Alguno se apunta?... Y, para sorpresa de todos, la mayoría, empezando por los más pequeños, dicen que sí. Otra vez subir entre los pinos, atravesar el campamento del Garañón, caminar sobre la presa convertida en charco, otra subidita más… y allí, dominando toda la Isla, como signo de de fortaleza y unidad, nuestro Roque Nublo. Al llegar a él, muchos se emocionan. Otros lo tocan y besan con devoción como si besaran a la Isla entera. El objetivo se ha cumplido. Desde arriba, todo es distinto. Los pueblos se ven pequeñitos. Observamos la isla, y pensamos que vale la pena tener una mirada más abierta. Que hay que amar nuestro barrio y nuestro pueblo pero con horizontes más amplios que no mengüen el amor y el respeto a toda la isla y todo nuestro mundo. Allí, junto al Roque Nublo, casi tocando el cielo, cercanos a una nube que pasaba, comprendimos que muchos de nuestros problemas son más llevaderos cuando los miramos con más perspectiva.

Al bajar todos teníamos algo que comentar: La belleza de nuestra tierra y el orgullo de pertenecer a esta Isla y la responsabilidad de todos de cuidarla y la importancia de sentirnos unidos, no importa donde viva o haya nacido cada uno.

De regreso a nuestro municipio, ya en la guagua, alguien me comentó con emoción.

- Es la primera vez que subo al Nublo. Y pasaron por mi mente tantos buenos sentimientos que yo creo que allí estaba Dios.


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