lunes, 9 de julio de 2012

DIARIO DE UN CURA. DE LUNES Y DE NIÑOS

DIARIO DE UN CURA. DE LUNES
Y DE  NIÑOS

   Los lunes suelen ser los días más suaves para los curas. Solemos prescindir de actividades pastorales “fuertes” y los dedicamos más al descanso, a la familia, a preparar cosas, a ir al supermercado…. Me gustan los lunes. Amanece uno más relajadito y se lleva el día con paciencia. Me gustaría levantarme los lunes un poco más tarde pero me resulta muy difícil sobrepasar las siete y media en la cama. Es algo que me queda aún por aprender. En estos días sigo durmiendo en El Burrero pero sin dejar de estar en la parroquia por la mañana y por la tarde.
     En estos meses sí han cambiado un poco mis costumbres. Salgo a caminar por la mañana casi todos los días y aprovecho para escuchar en el móvil el rezando voy . Es una interesante y recomendable aplicación que ofrecen los móviles con la lectura del evangelio del día, y unos minutos de oración y música. Después, la lectura obligada del periódico y a la parroquia.
     Ayer domingo por la mañana  celebré la misa en Arinaga y  en Cruce de Arinaga.  Y por la tarde  en la Goleta con motivo de la fiesta de San Cristóbal. Después de abril no había tenido tantas misas un mismo día. En estos domingos de julio, el número de niños a la misa desciende considerablemente. En cada lugar habría unos doce o trece chiquillos. No me importa mucho, la verdad, aunque se les echa en falta por su participación y por su gracia. Con todo, procuro que los que van no se sientan “marginados” porque faltan los otros. Por eso ayer quise valorar públicamente su participación y constancia… Y a propósito de “constancia”: Constanza es una niña de Arinaga que sí estaba en la misa de ayer. Cuando entró a la iglesia me entregó  con mucho cariño un dibujo con unas palabras elogiosas. Me decía más o menos esto: “Suso quiero que estés mejor y que sigas viniendo a decir la misa porque cuando tú vienes entiendo bien la misa”. La cantidad de cosas que aprende uno con los pequeños. Y lo que animan... 
     Hace diez días, en Cruce de Arinaga, se casaron Dunia y Tomás, que por cierto me hice un lío y equivoqué dos veces el nombre de él. El niño que llevaba las arras, muy simpático, de apenas cinco o seis años, me empezó a dar conversación mientras cantaban el Avemaría. Acercándose a mí, después de mirar hacia el crucifijo del presbiterio preguntó:
-¿Dios está muerto?
Una pregunta muy difícil de responder a un niño… en unos segundos y durante una boda. Daría para una tesis doctoral, así que no sé ni qué le respondí. Sí que recuerdo su segunda pregunta:
-¿Por qué mataron a Dios?
   Este chiquillo, pensé,me está complicando el día…Con razón hasta equivoqué el nombre del contrayente.  No puedo decirle "mañana te respondo", porque mañana no voy a verle. Pero algo debí decirle para salir del paso porque el chiquillo siguió preguntando. Quería resolver todas sus dudas religiosas en lo que dura un Ave María:
¿Y la Virgen María vive?
Entonces ya no pude más.
-Ven por aquí mañana con tu madre y hablamos de todo esto.
Pero el día siguiente era la fiesta de Las Rosas. Por supuesto que no apareció el niño que quería aprender Teología en un minuto. Pero allí, en las Rosas, donde sí que fueron más de cuarenta niños a la misa, algunos dieron la sorpresa, por ejemplo pidiendo en la oración de los fieles “por las viejitas” de este pueblo lo que causó una carcajada… de las menos viejitas, claro. Y ya en la procesión tenía delante a una niña que se volvía a cada rato y me miraba. Al principio yo le decía algo pero ella sólo miraba y sonreía. Después seguía mirándome y yo disimulaba hasta que Juan, su padre, le dijo:
-Deja ya de mirar al cura…¿ No ves que le vas a hacer mal de ojo…?
Me hubiera gustado responder a Juan algo sobre el tema del mal de ojo. Pero preferí callarme no fuera a continuar haciendo preguntas más difíciles como en la boda de Dunia.
En fin que hoy es lunes y hay que relajarse un poco. Así que dejaré cosas más serias para otro día.
      P.D. Añado una foto que nada tiene que ver con los lunes ni con los niños, aunque aparecen algunos. Son amigos de Vecindario de la época en que estuve de párroco por allí. El sábado cenamos juntos en el cámping de Vargas para recordar viejos y hermosos tiempos. Seguimos siendo buenos amigos y en algunos la familia se ha agrandado. Fue un momento inolvidable.


 

 

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