martes, 6 de diciembre de 2011

Diario de un cura. PEPE LÓPEZ, UN BUEN AMIGO QUE QUISO DECIR ADIÓS: Gracias por confiar en nosotros

Diario de un cura
PEPE, GRACIAS POR CONFIAR EN NOSOTROS
Lo conocí a los pocos días de llegar como cura a este municipio. Pepe vino a presentarse y a decirme que podía contar con él para lo que necesitase. Me pareció un hombre correcto, sencillo, noble. Esa fue mi primera impresión. Pero más tarde me di cuenta que me había equivocado, que era mucho más. Pepe era supernoble, super sencillo, supercorrecto. Poco a poco lo fui considerando "de la familia". de esa familia que formamos la comunidad cristiana que nos vemos, hablamos de todo, nos conocemos y nos queremos. Pepe y yo pasamos a considerarnos amigos. De vez en cuando él necesitaba contarme cosas, desahogarse o celebrar con una sonrisa o unas risas nacidas muy adentro, que había vencido algún obstáculo en su dura vida llena de dificultades. No sé cuando cumplía años, pero cada 6 de julio me decía que había que celebrar su nacimiento por  no sé cuántos años sin tomar alcohol.  Le fue muy dura la vida a Pepe y me consta que hacía esfuerzos tremendos para luchar contra la depresión o el aburrimiento. Yo le decía siempre.
-Pepe, alégrate, porque la gente del pueblo y de la parroquia te quiere, te queremos.
Y se lo decía de verdad y él lo sabía. Los vecinos le tenían un especial cariño y se lo demostraban invitándolo a comer, ayudándolo a costearse el viaje a Santiago cuando fuimos un grupo de la parroquia  y de Tamaraceite y, sobre todo, animándolo siempre.
   Y él correspondía con un espíritu de servicialidad. Este pasado domingo lo recordé en la misa  al leer el evangelio (segundo domingo de adviento): Preparen el camino al Señor, limpien sus senderos. Recuerdo a Pepe, en aquella primera caminata, adelantándose a Dieguito, un hombre mayor, para quitar las piedras que le dificultaban caminar sin tropiezos. 
 Y cuando le pedía que me ayudara,  y fueron muchas veces, siempre aceptaba a la primera:
-Pepe, ¿puedes darle un paseo por la isla a este compañero sacerdote ? (A Francisco el cura chino o a Luis el misionero de África que vino con motivo del Domund hace unos meses)
-Pepe, ¿puedes llevar a Antonio al centro de desintoxicación de Tamaraceite?
Pepe, ¿puedes traerme la comida del Colegio de Agüimes?
 Pepe, ¿puedes repartir "El Puente" o los carteles del viaje a Roma?
Y Pepe siempre decía que sí. 
Es más, cuando hacía lo que le  había pedido, siempre me enviaba un sms al móvil en estos o parecidos términos:
-Gracias, Jesús, por confiar en mí.
O sea que, encima, era él quien me daba las gracias.
Lo encontraba rezando en silencio casi cada día en la iglesia. Hasta esta misma mañana. Lo veía en la misa de los sábados  y muchos otros  días leyendo de una forma pausada, serena , sentida. 
Y en las caminatas a las que creo que nunca faltó, echando una mano a Hilario el guía, quedándose atrás, el último, para que nadie se perdiera. Y, desde hace unos meses, hasta el martes pasado, reuniéndose con los adultos que se preparan para la confirmación. Participando siempre con seriedad, con atención, con respeto. 
Hasta hace unos meses combatía sus problemas mentales de los que él era consciente, haciendo dibujos que regalaba a los amigos. Muchos de sus dibujos, llenos de pensamientos profundos, de frases que invitaban a la paz, a la alegría o al compartir, están expuestos desde hace un año en el salón parroquial. Porque sirven de ejemplo de esfuerzo y de lucha, porque Pepe fue un luchador.  
  Pepe era de esta casa, de esta familia, de esta comunidad. Lo sigue siendo. Fue muy bueno y era también muy débil aunque luchaba contra este tal vez su único defecto visible. Hoy le venció la debilidad. Y hoy, Pepe, tengo que decirte antes de irme a dormir, que entras en el calendario de los Inolvidables de la Parroquia, de las personas que tenemos que recordar siempre con un cariño inmenso, de las personas más buenas que he conocido, de  las que emocionan con sólo recordar. Creo que estás con Dios. Me da confianza saber que desde el cielo nos echas una mano. Disculpa, Pepe, si no supimos darte el ánimo y la ilusión que necesitabas. Pienso que en adelante aqui vamos a ser más buenos porque tú, cerca de Padre Dios, vas  a hacer algo por esta gente a la que tanto quieres, la que tanto te sigue queriendo. Te voy a copiar, Pepe:
-Gracias por confiar en nosotros.  

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