DIARIO DE UN CURA
¡Mi casa!¡Mis amigos! Nostalgias…
He comentado con bastante gente mis impresiones de la JMJ. Me gustaría que los que, desde aquí, critican la carga policial contra los manifestantes, que también critico, también rechazaran la “carga” de insultos, escupitajos y agresividad que algunos manifestantes descargaron contra unos jóvenes que tenían el único delito de ser cristianos. Las bofetadas son injustas, duelen y molestan. Lo otro también. Bueno, pues hoy algo de todo esto he comentado en donde he podido.
Subí a Temisas con Adela y Carmen Suárez como cada último domingo de mes. No habían sino 25 personas en la misa, pero hoy quedé más contento. Después pasé por las iglesias de Agüimes e Ingenio donde pude saludar a mucha gente amiga como Victorio, Sergio, Pepita y muchos más.
Y para cerrar la tarde, después de mucho desearlo, hoy entré a “mi casa”, a la casa donde nací y viví a hasta las 13-14 años en la calle Francisco Dávila Ramírez, 12. Me hacía mucha ilusión volver allí, donde están mis mejores recuerdos de infancia. Toqué sin saber quien vivía. La señora estaba sola, se llama Carlita. Muy amable me dejó pasar y entrar a cada una de las habitaciones. Qué pequeñitas me parecían ahora todas las habitaciones y el patio y la alcoba que daba al “cuarto” que hacía de comedor y el “solaillo”. Por allí recreé los mejores momentos con mis padres y todos mis hermanos. Un hermoso regalo para hoy. Mientras pasaba por cada sitio comentaba a la inquilina, a Carmen y Adela algunos de mis recuerdos: En la azotea había gallinas, una cabra…¡y hasta una cochina se llegó a criar allí. Lo que llamábamos la “alcoba” era el lugar donde junto con el “solaíllo” dormíamos los diez hermanos. Donde está ahora la cocina era entonces el baño. En el patio estaba el fregadero en vez del baño… Lo demás todo igual.
Parece que hoy se convirtió en día de nostalgias: Mi pueblo, mi casa, mi convivencia con los chicos. No, no me gusta mucho mirar para atrás porque recuerda unos momentos tristes o de alegrías pasadas. Pero a veces es bueno porque te hace valorar lo que ya no tienes. Mi casa de la Ladera de Ingenio que nunca fue mía. Los chicos de la JMJ que tampoco lo fueron. Pero el cariño a la casa, a la familia y a los chicos…eso permanece.
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