viernes, 20 de mayo de 2011

Carta al viento. ¿Dónde está Dios?

Carta al viento.   ¿Dónde está Dios?

En las catequesis de mi infancia, el cura o el catequista preguntaba. ¿Dónde está Dios?
 Y los niños teníamos que responder:
-Dios está en todas partes.
Es cierto, Dios está en todas partes.
Pero ahora, cuando me preguntan, suelo decir que Dios está…en casi todas partes. Al menos se le puede ver en casi todas partes.
Iván  es un cubano que lleva viviendo  en nuestra isla algo más de un año. Ayer estaba cerca de la iglesia y vino a saludarme. Me contó  cómo está viviendo  en Canarias y lo resumió así:
-Lo más grande que hay aquí es que la gente no me dice “hermano” pero me tratan como si lo fuera de verdad. Hasta ahora no me ha faltado  nunca la comida, porque los vecinos siempre están dispuestos a darme algo y en ese sentido  me siento feliz.
Y yo pensé para mis adentros. Es que allí, en la vida de Iván y en quienes le ayudan a ser feliz, está Dios.
En estos días he tenido que saber de algunos muy  buenos amigos y mejores personas que están pasando un mal momento por culpa de su enfermedad: Angelita, Soraya o Amado. Y los tres me han dado un testimonio de fortaleza y  de fe, de paciencia. Viven su enfermedad con esperanza, con ánimos.  Ya quisiera yo tener la paciencia y la fuerza espiritual que ellos tienen. Y qué fácil me resulta ver en ellos a Dios.
Cuando hace años supe de la Ciudad de los Muchachos y de todo lo que esa  institución privada hace por los niños y jóvenes a los que la vida ha tratado mal, me convencí de la cantidad de gente buena que hay entre nosotros. De la cantidad de presencia de Dios que hay en este mundo. De que no somos tan egoístas como a veces se dice. Porque no es fácil, no,  dedicar toda tu vida o buena parte de ella a luchar por sacar adelante  a unos muchachos que  tienen todos los ingredientes para hacer de ellos unos delincuentes. Y a pesar de lo difícil y duro que resultará trabajar  con algunos de ellos, por su bien se está dispuesto a perder mucho de uno mismo.
Cualquier gesto de solidaridad es signo de amor. Y Dios es amor. Y donde hay amor allí está Dios.
Y ahora tú me dices, Paco, que te hable de la solidaridad escondida, esa que no tiene publicidad, pero que va transformando este mundo.
 Es cierto. La fuerza que cambia al mundo está en los pequeños gestos, en lo detalles insignificantes de solidaridad que, multiplicados, son una energía inmensa.
Son todos esos detalles en los que uno ve la mano de Dios. La mano, o la sonrisa o el amor o la alegría de Dios.
Así que si me volvieran a preguntar, como cuando era un niño
¿Dónde está Dios?, tendría que decir que en los vecinos de Iván el cubano, en Amado, la persona siempre servicial y disponible. En Angelita, en Soraya, en la Ciudad de los Muchachos y en todas las personas que miran más para los demás que para sí mismos.
Si me volvieran a preguntar, como cuando era un niño, que dónde está Dios, diría que sí, que Dios está en todas partes … donde haya una persona solidaria.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar.