domingo, 28 de marzo de 2010

DIARIO DE UN CURA. Domingo de Ramos

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Se va acercando la hora del descanso y lo que siento ahora mismo es cansancio. Un cansancio agradecido después de un fin de semana rico, intenso en el que he disfrutado mucho aunque también ha habido sus peros. De entrada ya le alegra a uno ver tanta gente en la iglesia. Tanto en una parroquia como en otra , a pesar de que había cambiado la hora y había que venir antes a la iglesia, la participación muy grande y se veía a la gente contenta. Esto se transmite. Si ves a la gente mal, aburrida, tristona, uno también se va contagiando. Seguramente los feligreses pueden decir lo mismo: Si el cura está alegre, uno también se alegra. Y si el cura está soso o pesado, pues también lo traslada a los demás. Bueno, pues hoy hemos tenido suerte porque creo que tanto el pueblo como yo estábamos muy animados. No me pasó lo mismo el pasado domingo ya que la intromisión del joven rumano me hizo sentir nervioso y, seguro, que también eso se transmitió a los demás. Por cierto que ayer tuve el juicio por amenazas. Sentí pena cuando lo llevaron esposado. Después de la reprimenda que le hizo el juez ("Que Ud. estuviera borracho no justifica su comportamiento, pida disculpas, ya nos conocemos de otro juicio y no me gustaría volverle a ver más por aquí, entonces habrá que tomar otra medida"...etc.) y Albert (así se llama el rumano) muy modosito me pidió perdón y me dio un abrazo agradeciendo que, cuando el juez me dijo si pedía algo para él yo sólo pidiera que no volviera más a molestar en la iglesia. Me costó bastante ir al juicio e incluso estuve pensando no comparecer. Pero creo que fue mejor haber ido. Espero que Albert reflexione, aunque me da que el pobre muchacho tiene algún problema sicológico, no sé. Al final, después de darme las gracias, se puso todo eufórico diciéndome: ¡Ahora, ¡¡fiesta!!, ¡¡Maspalomas!!...
Por la noche estuve en Espinales. Me gustó el espectáculo que se hizo recordando "el acarreo del agua". Además, un buen rato con mis ahijados Gonzalo y Ani además de Conchi.
El domingo, con tres celebraciones ya que también me tocó estar en temisas y dos entierros, uno en cada parroquia, me impidió compartir un poco más con la familia. Porque hoy, Marianna -la venezolana- y Mario invitaron a toda la famila a un asadero en "La Meseta". Creo que nunca hemos tenido una reunión familiar con tanta gente. Y sólo estábamos los hermanos (toditos) gran parte de los sobrinos y muchos resobrinos. Estuve con ellos casi dos horas y lo más destacable para mí fue el buen humor y entendimiento de los más de 30 sobrinos. Allí me tuve que aguantar las bromas sobre todo de José Luis, Juan Gabriel, Mario y Sara. Es que eso de tener un tío cura ofrece mucha materia para los chistes. Y yo contento de que ellos se metieran conmigo mientras yo daba cuenta de la pata de cerdo y el pan recién salido del horno. Lástima que tuve que marcharme muy pronto.
Ahora, con la jornada ya terminada, ¿puede uno decir a Dios otra cosa que no sea Gracias?




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