sábado, 2 de enero de 2010

Algunas ideas de la homilía de hoy



La lectura de la Palabra de Dios de este domingo resulta, en principio, un poco difícil para explicarla. Con esa idea me eché a caminar esta tarde (hacía días que no caminaba y ya lo estaba echando en falta). Y a lo largo del camino fui tejiendo las ideas para la celebración de esta tarde y mañana. Las comparto con los que no van a participar de la eucaristía.

Recuerdo que la lectura corresponde al prólogo del evangelio de San Juan.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 1, 1- 18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
LA PALABRA SE HIZO CARNE Y ACAMPÓ ENTRE NOSOTROS.
Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: "Éste es de quien dije: el que viene detrás de mi pasa delante de mí, porque existía antes que yo."


PARA COMPARTIR EN LA EUCARISTÍA:

Lucy es una chica amiga que hizo mucha amistad con una familia a través de Internet. Se conocían a través de la palabra. Se comunicaban por escrito y también a través del teléfono. La familia amiga le insistía que fueran a su casa, que allí iba a estar muy bien, que se sentiría como en familia… y Lucy se marchó con la idea de estar allí un tiempo.
Cuando llegó escribía a su familia de aquí diciendo lo bien que estaban. Habían ido a encontrarla al aeropuerto. Le hicieron regalos, la trataron de maravilla y hasta pensó en quedarse más tiempo del que había previsto.
Pero al cabo de unas semanas empezó a notar cierta frialdad en la familia sin saber por qué. Pasaba muchos ratos sola. Ya no contaban con ella para muchas cosas. Se empezó a aburrir y a desear regresar a su tierra…

Me acordaba de la historia de Lucy al leer la Palabra de Dios hoy.
La Palabra, así con mayúscula, es Dios. Dios empezó a comunicarse con nosotros a través de la Palabra: la Biblia, los profetas….
Y nosotros le decíamos (Adviento). Ven, no tardes, te esperamos, ven pronto…
Y la palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Se hizo niño
Y nosotros lo recibimos con canciones, villancicos, lo agasajamos, o besamos…
Pero ese ha sido el principio.
Después de una semana le puede pasar lo que a Lucy, que todo se haya enfriando.
O lo que dice el evangelio de Juan: que Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Estamos a tiempo. La Liturgia de hoy es una advertencia. Lo que importa no es aceptar y acoger a una persona un día sino siempre.
Hay una frase del famoso Berlt Brecht: Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles.
La podríamos aplicar también a los cristianos.
Hay personas que acogen un día y son buenas. Hay otras que acogen y rezan un año y son mejores. Hay otras que acogen, rezan, comparten muchos años y son muy buenas. Pero hay quienes son cristianos toda la vida, esos son imprescindibles.

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