Anoche estuve hablando con la hermana de un santo. Bueno, de un casi santo, según como se mire. Tomás Morales fue un dominico nacido en Carrizal de Ingenio que murió asesinado en Almería hace unos 70 años. Y ayer, en estas vísperas del día de Todos los Santos, cené con la hermana de aquel joven sacerdote que tal vez en uno o dos años, según el parecer del historiador y sacerdote Julio Sánchez, estará ya en los altares. Lo mismo ocurrirá, espero, con Antonio Vicente González que fue cura de Agüimes. Muchas veces he dado mi opinión sobre la escasez de canarios canonizados. Y estoy segurísimo, super seguro, como se dice ahora, de que no los hay, no porque no haya habido hombres y mujeres con suficientes méritos para ello. Si acaso, tal vez, porque los que se han encargado del proceso de canonización se han quedado dormidos o porque llevar a cabo la causa exige dinero y nuestros santos canarios siendo pacientes, alegres y generosos han sido muy ricos en santidad pero muy pobres en bienes materiales.
Por eso mismo, tampoco me preocupa demasiado que no haya más canarios canonizados que el Hermano Pedro, todo un ejemplo de pobreza, sencillez y servicialidad allá en Guatemala. Sí me preocuparía que Canarias fuera un terreno infértil de hombres y mujeres buenos, evangélicos, solidarios, sencillos. Pero creo que, gracias a Dios, eso no nos falta. Si llegar a santo supone un proceso largo y costoso, mejor es dejar las cosas como están. Y alegrarnos de poder contar con santos que, aunque no canonizados oficialmente, fueron personas sencillas y pobres, que, con su vida, nos enseñan a ser cristianos. Hay mucho que aprender de ellos. Personas que lucharon por la justicia como Pildain, que creyeron en la oración como Anita Artiles la de Ingenio, que aceptaron el martirio como Fray Tomás o que expresaron o expresan con su vida que están en el camino de la santidad siendo pacientes, alegres y generosos.
Cuando ayer hablaba todo esto con unos amigos pensaba en la cantidad de buena gente que vive entre nosotros y que están en “proceso de santidad”. No han sido martirizadas ni han hecho ninguna heroicidad, pero están viviendo con generosidad su fe, su papel de padres, de buenos vecinos, trabajadores honrados, respetuosos con todas las personas. Santos maestros, santos trabajadores de la limpieza, santos presidentes de asociaciones y ONG. En proceso de santidad veo a los que no están ya con nosotros, aunque nadie haya gastado un duro en abrir oficialmente el proceso. Y a los que, como Angelita, Carmen, Pepe, Cristián Briales, usted o yo, intentamos vivir nuestra vocación. Seguramente al celebrar el día de Todos los santos, algunos quedaron olvidados. Yo los reivindico para que no se celebre más el día de casi todo los santos, sino, de verdad, el de todos. Los reconocidos y los que no. Que de eso se trata.
Por eso mismo, tampoco me preocupa demasiado que no haya más canarios canonizados que el Hermano Pedro, todo un ejemplo de pobreza, sencillez y servicialidad allá en Guatemala. Sí me preocuparía que Canarias fuera un terreno infértil de hombres y mujeres buenos, evangélicos, solidarios, sencillos. Pero creo que, gracias a Dios, eso no nos falta. Si llegar a santo supone un proceso largo y costoso, mejor es dejar las cosas como están. Y alegrarnos de poder contar con santos que, aunque no canonizados oficialmente, fueron personas sencillas y pobres, que, con su vida, nos enseñan a ser cristianos. Hay mucho que aprender de ellos. Personas que lucharon por la justicia como Pildain, que creyeron en la oración como Anita Artiles la de Ingenio, que aceptaron el martirio como Fray Tomás o que expresaron o expresan con su vida que están en el camino de la santidad siendo pacientes, alegres y generosos.
Cuando ayer hablaba todo esto con unos amigos pensaba en la cantidad de buena gente que vive entre nosotros y que están en “proceso de santidad”. No han sido martirizadas ni han hecho ninguna heroicidad, pero están viviendo con generosidad su fe, su papel de padres, de buenos vecinos, trabajadores honrados, respetuosos con todas las personas. Santos maestros, santos trabajadores de la limpieza, santos presidentes de asociaciones y ONG. En proceso de santidad veo a los que no están ya con nosotros, aunque nadie haya gastado un duro en abrir oficialmente el proceso. Y a los que, como Angelita, Carmen, Pepe, Cristián Briales, usted o yo, intentamos vivir nuestra vocación. Seguramente al celebrar el día de Todos los santos, algunos quedaron olvidados. Yo los reivindico para que no se celebre más el día de casi todo los santos, sino, de verdad, el de todos. Los reconocidos y los que no. Que de eso se trata.
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