Carta de Juan Santana
HOMENAJE PÓSTUMO A UN AMIGO
En el día de ayer, lunes 13 de Abril,
coincidí en el supermercado con una vecina, a la cual conozco desde que tengo
uso de razón.
Lo clásico es hablar de cosas
cotidianas, preguntar por la familia y todo lo que se puede hablar en el poco
rato que duran las compras del día a día.
Pero ayer resultó especial, ya que esta
mujer, de la cual omito su nombre, pues no sé si le gustará que lo diga, aunque
eso no es lo más importante, ya que me lanzó una pregunta, mezclada de
afirmación, de esas que te lo preguntan y responden a la vez.
La cuestión fue la siguiente: ¿Sabías
que don José “el maestro” falleció hace unos pocos meses?
Yo me sorprendí bastante, pues en verdad
no lo sabía, aflorando a mi memoria la imagen de aquel hombre, algo grueso, que
antes de comprarse su coche, venía casi siempre en el vehículo del panadero, que
ya estábamos nosotros alerta cuando llegaba, aunque en alguna ocasión nos pilló
despistados.
Esta vecina que me comunicó la noticia,
hace casi dos años me dijo que don José le había pedido mi número de teléfono,
pues quería darme las gracias por nombrarle en mi libro “Memorias de Arinaga”,
cosa que hizo, pero yo insistí en que eso era lo que recordaba de él y por
supuesto eso será lo que siga recordando, porque la misma respuesta que le dí a
él en ese momento, es la misma que dije a la señora que me comunicó la fatal
noticia, que algo aprendí en el Instituto “Joaquín Artiles” de Agüimes, pero
los cimientos de lo que hoy en día sé me los enseñó, el para mí, siempre
presente en el recuerdo; don José Gil Bosa, pidiendo a Dios que lo acoja en su
seno, porque bastante que nos inculcó la religión, rezando todos los sábados el
Santo Rosario y copiando de la pizarra el Evangelio que tocaba al día siguiente
en la iglesia.
Por todo lo hecho: ¡Gracias don José!
Uno más de sus alumnos: Juan Santana
Méndez
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