domingo, 8 de abril de 2012

TESTIMONIO CREYENTE DE DOS JÓVENES DE NUESTRA PARROQUIA

2 TESTIMONIOS  JÓVENES


En la Vigilia Pascual de este año, dos jóvenes ofrecieron su testimonio después de la homilía. Dos jóvenes que, con sencillez y humildad nos contaron cómo están viviendo su fe. Como sé que estos testimonios nos pueden ayudar a los lectores del blog, aquí los ponemos tal como ellas lo expresaron. Gracias, Almudena y Carolina por sus palabras y por su vida. 

Almudena Guedes


Me llamo Almudena Guedes Sosa y he vivido en el Cruce de Arinaga durante mucho tiempo. Me he bautizado y he recibido la comunión en esta iglesia.


Pertenezco al grupo de mayores de la confirmación. Hace ocho meses, un sábado asistí a misa y nuestro párroco informó a todos los asistentes del comienzo de la catequesis  para la confirmación. Decidí apuntarme ya que desde hacia mucho tiempo quería recibir ese sacramento y también porque era mi ilusión.



Nuestro párroco me ha pedido que explique que es para mí  la confirmación y cuál ha sido el motivo por el que he decidido hacerla.


En  primer  lugar, la confirmación para mi, es reafirmar mi fé en Dios, ya que cuando recibimos el bautismo no somos conscientes de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor y no podemos decidirlo voluntariamente.


La confirmación es un sacramento en el que Dios nos da su Espíritu Santo para acercarnos más a él.



En segundo lugar, el motivo por el que he decido hacer la confirmación, es que quiero estar más cerca de Dios de algún modo ya que en los últimos años de mi vida he estado alejada de la iglesia, no por nada en especial sino que el día a día va muy deprisa y realmente no te das cuenta de lo que verdaderamente es importante.  También porque en estos últimos meses he pasado  por circunstancias no muy buenas y difíciles como el fallecimiento de tres familiares muy cercanos a mí.



Por último querría agradecer a nuestro párroco Jesús, la oportunidad que me ha brindado para que dé mi visión de la confirmación. También a nuestro catequista José Juan que nos brinda todo su apoyo y su sabiduría, y a todos  mis compañeros y en especial quisiera recordar a nuestro compañero Pepe López que ya no se encuentra entre nosotros, una gran persona, bondadosa, atenta y servicial y con un gran corazón, prestado siempre a ayudar a los demás; que estuvo hace un año donde yo me encuentro hoy, en este mismo lugar y que aunque ya no esté entre nosotros su presencia seguirá viva en nuestros corazones.



Muchas gracias


Carolina Martín: 



Bueno, realmente no tengo ningún testimonio impresionante ni fuera de lo normal, sino todo lo contrario. Ha pasado todo tan rápido que no me he dado cuenta en este periodo  de tiempo el cambio que ha pegado mi vida al haber conocido al Señor.


Todo comenzó hace un par de años, cuando me di cuenta que mi madre estaba constantemente oyendo Radio María, leyendo libros o documentos relacionados con nuestra religión... Empecé interesarme y a leer libros como "Mala Tierra", "Alexia"... que contaban el increíble testimonio de personas que a pesar de todos los malos momentos que pasaron en su vida decidieron seguir creyendo y confiando en el Señor. Me impresionó muchísimo la capacidad que tenían, estas personas, de perdonar.


Esto provocó que reflexionara y hablara mucho con mi madre sobre este tema y cada vez quería informarme más y más. Hasta que un día ella me animó a que me metiera en el grupo de confirmación que había en el Cruce de Arinaga y yo con gran curiosidad me animé a ir.


Fue pasando el tiempo y algunas amistades mías se burlaban de mí, diciéndome que si estaba en una secta o algo por el estilo. A mí me dolía que no me aceptaran por lo que era, me tachaban de monja y muchas más cosas, simplemente por ser cristiana y llevarlo a cabo.


Mi poca madurez, en aquel entonces, hacia que me sintiera culpable por creer en lo que creía y me avergonzaba aceptar en público que era cristiana, además, era incapaz de defender nuestra religión cuando se metia con ella juzgándola de machista y muchas más barbaridades.
Pero luego cuando volvía a casa y hablaba con mi madre o iba a confirmación pensaba: "aquí soy feliz al completo, cuando me tenga que exponer a situaciones desagradables que van en contra de lo que creo lo defenderé y mostraré las razones que tengo para defenderlo", pero cuando llegaba el momento me hacia chiquitita y me quedaba sin palabras cuando me preguntaban cosas como: ¿Si Dios quiere lo mejor para ustedes, por qué existe el mal?; ¿Por qué hay personas muriéndose del hambre?... Lo único que podía decir era: "no sé, pero si pasa es por algo".


Ese mismo año iba a ir a Madrid, a la JMJ. El Papa Benedicto XVI venía a España a decirle a los jóvenes de todo el mundo que estuvieran firmes en la fe, que no nos separasemos del Señor, que él nos amaba. Y que contagiaramos a las personas que no creían de fe y amor. Cuando dijo todo esto en Cuatro Vientos, se me puso los pelos de punta y sin darme cuenta me cayeron un par de lágrimas por las mejillas. Era impresionante la voz que tenía, el amor, la paz, la fe... que desprendía. No levanté ojo de mi libro del peregrino cuando estaba dando la misa, me sentí tan conectada con Él, con el Señor, que parecía que no estaba sola, que estaba conmigo, a mi lado. Fue ahí cuando sentí algo muy especial, miraba a mis alrededores y solo veía personas igual de felices que yo.                                                               


Ahora cuando recuerdo todo lo que sentí y todo lo que viví se me saltan las lágrimas de felicidad. En ese instante comprendí que había encontrado mi lugar, era feliz por creer en el Señor y lo estaba compartiendo con miles de personas.
                                                                            
Me volví completamente firme en la fe, a partir de ese momento nadie podría separarme del tesoro tan hermoso que había encontrado.


Volví a Canarias con mucho amor que repartir, con una fe más firme que nunca y con una tranquilidad inmensa. Me empecé a informar de muchas cosas, me leí el libro que nos dieron, el YOUCAT, me compré una Biblia y la empecé a leer, empecé ir a misa, mis actitudes cambiaron, me sentía fenomenal.


Lo mejor que he conseguido de toda esta aventura es que el Señor jamás faltará en mi vida, quien me quiera debe aceptarme como soy. Y que ya soy capaz de responder a las preguntas que me hacen, retomando la que dije anteriormente puedo contestar que:                                                                                                     Dios permite el mal solo para hacer surgir de él algo mejor.


 

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