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domingo, 8 de abril de 2018

CARTA A TOMÁS EL INCRÉDULO


CARTA A TOMÁS EL INCRÉDULO

Querido amigo Tomás. Hace tiempo que tenía ganas de hablar contigo. Y hoy, aprovechando el evangelio de este domingo, me propongo  decirte algo de lo que pienso. Tomás, tú no eres el único. Hay mucha gente como tú que creemos, pero no lo suficiente.  Que somos desconfiados. Que dudamos. Que queremos creer pero a veces ni nosotros mismos nos entendemos. Ser Tomás no es ser malo. Tampoco son malos los ateos o los agnósticos. Ni ser ateo es ser malo. Ni ser  agnóstico es ser malo. Hay por ahí muy buenos ateos, muy buenos agnósticos. También los hay malos, claro. Como hay cristianos buenos, medio buenos y y malos.  

Me gustan algunas cosas tuyas, Tomás. Porque eres una persona que piensa. No crees a ciegas, al tun tun todo lo que te diga. Hoy también circulan muchas mentiras con apariencia de verdades: (Brujos, apariciones inventadas, mensajes falsos, etc.) Te  gusta razonar las cosas. Es bueno razonar. Te gusta experimentar las cosas. No es malo comprobar, analizar, cerciorarse. Tú sabías muy bien que hay quien engaña… a veces incluso  entre la gente buena. Y tú querías comprobar directamente lo que ya creías…. pero con un poco de inseguridad.

¿Sabes lo que menos me gusta de ti? Que no estabas reunido cuando Jesús se manifestó  a los demás. ¿Dónde estabas?  ¿De verdad fue una ausencia justificada? Eso nos pasa a algunos también. No valoramos suficientemente a la comunidad. Partimos el pan  (la eucaristía) y por cualquier cosa la dejamos. Hay una reunión y pensamos que no pasa nada por no ir. Sabemos que hay gente que lo está pasando mal en el pueblo…y decimos: Que vayan a Cáritas, como si no fuera problema nuestro. Hay un curso o un encuentro formativo… y pensamos que es para otros… ¿Te pasaría a ti eso por desgana, por comodidad, por no querer comprometerte? Muchas veces nos perdemos la aparición de Jesús.

Lo que te voy a leer, Tomás, yo sé, que tú lo conoces mejor que yo. Pero te voy a recordar  lo que tu amigo Lucas escribió: “Los creyentes vivían todos unidos. Vendían sus bienes  y los repartían; celebraban la fracción del pan  y comían juntos alabando a Dios  con alegría”. No me digas que no era bonito este deseo de los primeros cristianos: Eucaristía, oración, compartir, estar unidos… ¡Lo que Jesús había dicho tantas veces! Y es que ese es el camino de la fe. La fe hay que cultivarla, Tomás. Es un regalo de Dios. Pero si no rezas, si no escuchas la Palabra, si no te reúnes, esa fe va languideciendo. ¿Cómo voy a saber yo qué quiere Dios  de mí si no me pongo ante él en oración, si no escucho su mensaje? Dios sigue llamando. Dios sigue invitando a seguirle. Como padres y madres de familia, como sacerdotes, como  monjas. Necesitamos escuchar.

Me gustó lo que te dijo Jesús: ¿Porque me has visto has creído, Tomás?. Tú te avergonzarías, claro. Yo también me avergüenzo cuando me dejo llevar sólo de mi pensamiento como si lo tuviera todo claro. O cuando reacciono mal con alguien pensando que tengo la verdad en exclusiva. O cuando me dejo llevar de dudas y falsos profetas. Y a veces, cuando meto la pata, es cuando oigo a Jesús que también me dice algo parecido: ¿Tienes que caer, tienes que equivocarte para creer en mí, para hacerme caso? 

Pero tu respuesta fue muy buena, Tomás. Dijiste: ¡Señor mío y Dios mío! En poquitas palabras hiciste un tremendo acto de fe. Eres mi Señor, eres mi Dios.  Hoy te voy a copiar. Se lo voy a decir así también a Él. Señor mío y Dios mío. (También se lo puedes decir tú ahora) Señor mío y Dios mío. A veces voy de listo por la vida, completamente seguro de lo que digo o lo que hago sin contar con Él. A veces me entran dudas porque me falta ese roce que hace el cariño. El roce de estar con el Señor. Ante el sagrario, ante los pobres, en la comunidad: ¡Señor mío y Dios mío!

P.D. PARA INMA
Para ti, Inma, van las palabras últimas del evangelio de hoy: Dichosos los que crean sin haber visto. Te imagino como el profeta Jeremías diciendo hoy al Señor: ¡En vaya lío me has metido! Yo no sé si esto es lo que Tú quieres, yo no sé si valgo para monja, yo en esto de la fe soy como una niña, yo no sé si debo estar aquí. A veces no veo nada. A veces por no ver, ni a Ti, Señor te veo.

Y el Señor te va decir: Tomás, o sea Jeremías, o sea Inma:
NO DIGAS QUE ERES UNA MUCHACHA. TÚ IRÁS A DONDE YO TE ENVÍE. LO QUE YO TE MANDE, LO DIRÁS. NO TENGAS MIEDO, QUE YO ESTOY CONTIGO.

Y tú dirás: SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO.

Y  CON EL NIÑO Samuel dirás: Habla, Señor, que tu sierva escucha.

Y con  la Virgen María, la joven de Nazaret dirás: Aquí está la esclava del Señor. Hágase en mí según tu Palabra.

Y con el pueblo cristiano de Ariñez o de Arinaga o del Cruce, y con tus hijos y  tu familia, y tus hermanas de comunidad tendrás que decir muchas veces: SEÑOR, YO CREO. PERO AUMENTA MI FE.  Que tu fe, Inma y la fe de cada uno de nosotros nos ayude a transmitir la alegría de creer y seguir a Jesús.

viernes, 21 de abril de 2017

¿CON CUÁNTOS TOMASES ME ENCUENTRO EN LA CALLE?

Escribe Paco Mira:

¿CON CUÁNTOS TOMASES ME ENCUENTRO EN LA CALLE?



        El evangelio de este fin de semana, son de esos evangelios que los podíamos aplicar a cualquier fin de semana. De esos hay unos cuantos a lo largo del Nuevo Testamento. Es también curioso, que probablemente muchos habrán dicho que "por fin se acabó todo": ya está bien de procesiones en la calle, de interrumpir el tráfico, de decirnos a los demás que no podemos comer carne, de celebraciones en la Iglesia que son interminables, etc.

         Sin embargo da la casualidad que ahora empieza todo. De nada sirve lo que hemos estado haciendo hasta ahora, si a partir de ya no lo ponemos en práctica. El evangelio nos presenta una situación que creo que hasta ahora nosotros, como cristianos la llevábamos a la práctica: estaban con las puertas cerradas por miedo. Probablemente hasta hace muy poco, los cristianos teníamos las puertas de nuestras iglesia cerradas con la intención de que no nos quitaran nada de lo que tenemos dentro y que el que quisiera estar con nosotros nos tenía que llamar.

         La situación ahora ha cambiado: hay que abrir puertas, no hay que tener miedo, hay que salir fuera a los marginados, a las orillas de los caminos, a los enfermos que la sociedad ha diagnosticado aunque muchos no lo estén... y ofrecer nuestra realidad. Una realidad, a veces, incomprensible; una realidad por momentos dura y muy dura, pero una realidad que probablemente tenga que ver con el servicio (jueves santo), por el sacrifico (viernes santo) y por el triunfo de la verdad y de la justicia.

         ¿De qué, a qué y a quién tenemos miedo hoy?. ¿A ser sinceros?, ¿a proclamar allí donde nos encontramos que Jesús es la defensa de mi vida y que nadie me hace temblar?, ¿a que nos señalen con el dedo y nos critiquen por ello?. Creo que hemos pasado de una situación de privilegio (y de ello no hace muchos años) a una situación de dependencia, de testimonio, de fiabilidad y de credibilidad. Mirémonos en el espejo y preguntémonos ¿qué vemos?

         El relato sigue con la historia de Tomás. Siempre me he preguntado si yo puedo ser un rebelde del cristianismo, que mientras los demás o muchos creen porque la tradición y la fe de sus padres se lo ha confirmado, yo no necesito gritar que mientras no toque con mis manos las llagas y meta los dedos en su costado...¡Ay, cuantas heridas habría que tapar con nuestras manos!

         Cuando uno mete la mano en la herida con la intención de curar y de sanar, es porque está convencido que lo va hacer: la herida del odio, la herida del rencor, la herida del no saludo, la herida de la soledad, la herida del abandono.... tantas y tantas heridas que mis manos pueden ayudar a curar, simplemente porque he metido mis manos en la propia esencia de Jesús de Nazaret.

         Les confieso que asistir a los oficios de semana santa, probablemente no nos cueste mucho, a lo sumo llegar un poco antes para que no nos quiten el sitio y que pueda ver mejor. Pero cumplir con la Pascua de Jesús de Nazaret no es tan fácil: ¡cuántas veces se me presenta en la calle el propio Jesús y probablemente diga, como Pedro, que no lo conozco ni de vista!

         Dichosos los que crean sin haber visto. Claro que sí, pero probablemente tengamos que hacer en más de una ocasión de Tomás. De meter los dedos en las heridas para intentar curar aquellas que tienen cura, o por lo menos de intentarlo. La Pascua no es una felicitación que le damos a los demás. La pascua es el paso de situaciones de olvido, de desesperanza, de ingratitud, .... de muerte.... a situaciones de vida. Y esa vida la tendré que poner yo en más de alguna ocasión.

         Invito a todos y me invito a mí mismo a ser Tomases, a ser personas que necesitan tocar al Jesús de la calle, del que se cruza conmigo, de abrazarle, de besarle, de ser partícipe de sus alegrías y sus penas, de sus saludes y enfermedades.

               Por cierto. Hemos llegado a las 200 aportaciones en el blog.
               Feliz Pascua.

               Hasta la próxima
               Paco Mira


P. D. Gracias, Paco, por estas 200 reflexiones compartidas en nuestro blog parroquial. Ahora, a por las 500. Suso Vega



viernes, 10 de abril de 2015

TESTIGOS SÍ. MASOQUISTAS NO. PERO "JE SUIS KENYAN"

Escribe Paco Mira

TESTIGOS SÍ. MASOQUISTAS NO. PERO "JE SUIS KENYAN"
            
         Estarán de acuerdo conmigo que no todo en la vida vale.  Y me da la impresión de que últimamente estamos, no negociando, sino traficando con la vida humana como si esta no tuviera el valor que debiera tener. La vida tiene un sentido tremendo y tendremos que cuidarla puesto que es el único regalo que solo se puede dar una vez, por eso y solo por eso, tenemos que cuidarla y ayudar a que eso suceda.


         El evangelio de esta semana, se parece a infinidad de situaciones del 2015, es decir, estamos hablando de una diferencia de dos mil años y quien me diga que la historia no se repite está equivocado en su apreciación. Juan, en su capítulo 20,19 nos dice que los discípulos estaban con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Amigos, el miedo es libre. Y me imagino cómo sería la situación de aquella época: perseguidos, martirizados, crucificados, echados a las fieras....¡ay los judíos!... por ello había que cerrar las puertas, esconderse, procurar no mencionar la palabra Cristo (Señor).


         Casualidades de la vida, hoy, en algunos lugares del mundo - por ejemplo Kenya - también están con las puertas cerradas. No lo dice Juan en el evangelio que nosotros tenemos, lo dice el evangelio de la vida, que paradójicamente es buena noticia. Están con las puertas cerradas por miedo, con miedo y porque el miedo también es libre. No son judíos los que están fuera de las puertas, son, quizás, compatriotas, familiares, amigos.... que enarbolando la bandera de no sé qué estado, les lleva a despreciar la vida.

         Sin embargo seguimos diciendo que Cristo vive, da vida y está lleno de vida, porque es la Vida con mayúscula. Que nosotros vamos corriendo, como no, al sepulcro y nos hemos dado cuenta que la muerte no ha vencido a la vida, por eso somos testigos de su resurrección y damos testimonio de ello. Que seguimos diciendo a los perseguidores esa buen noticia, por eso ellos, (Tomás) dudan y que "hasta que no lo vean no lo creen". Quizás somos nosotros los que con nuestro ejemplo, con nuestra vida... le tenemos que decir a los demás que están equivocados.

         No somos masoquistas. No nos complacemos en el escarnio de la sangre. No buscamos el odio por el odio... lo más probable es que quien actúa de la manera que actúa es que no conoce o no quiere conocer las grandezas de la vida.

         No hace mucho me preguntaba si el valor de las vidas de quienes trabajan en un medio de comunicación tiene más valor que el color de la piel siendo vidas igualmente. Armamos un revuelo cuando en ciertos países la policía se "equivoca" y mata a alguien de otro color y al mismo tiempo defienden penas de muerte. Nos hemos callado ante la masacre de la universidad de Kenya. Por eso "yo también quiero ser kenyata", quiero que estas letras sirvan de apoyo hacia quienes no se acuerdan de ellos.

         Me resulta curioso que este fin de semana se celebra el domingo de la Divina Misericordia. "¿Porque me has visto has creído?, dichosos los que creen sin haber visto". La misericordia y el perdón de Dios son infinitos, por eso conocemos a los hijos de Dios, si nosotros amamos y cumplimos sus mandamientos.

         Que la adversidad no nos haga desfallecer. Que la adversidad no nos haga cerrar puertas. Que la adversidad no nos haga arrojar la toalla. Que las pruebas de la vida, que las piedras del camino nos sirvan para afianzarnos más a Dios. Que seamos nosotros los que enseñemos a los Tomases de la vida, a los incrédulos, a los que nos persiguen y nos calumnian que no hay mensaje más bello y más hermoso del hombre que cuando le golpeaban en una mejilla ponía la otra. Pero teniendo en cuenta que a quienes les perdonemos los pecados se les perdonan pero a los que se les retenga....

         En nuestras manos está. No nos encerremos. Abramos puertas y que la misericordia de Dios se encargue del resto.
        
         Hasta la próxima.

         Paco Mira