jueves, 14 de junio de 2018


DIARIO DE UN CURA




ENCUENTRO DE JÓVENES EN TÍAS          (LANZAROTE)
Me ha gustado que este año la diócesis haya decidido hacer el encuentro de jóvenes en Lanzarote. Y me ha gustado que, además, sea en la parroquia de Tías. Allí estuve de párroco hace muchos años. Tenía yo unos treinta años. Fueron para mí unos años intensos en los que disfruté mucho. Por cierto que recuerdo algo que me pareció muy bonito. Yo estaba de párroco en Ojos de Garza. Y  casi todos los curas de las parroquias de Telde  me acompañaron a  Lanzarote para que no me sintiera solo en los primeros días. D. José Díaz, Antonio Melián, Antonio Parrilla, Pancho López, Carmelo Ventura… todos ellos viajaron a Lanzarote hasta el pueblo de Tías donde fui a sustituir a otro buen amigo, Luis Marrero, que ahora está por San Gregorio de Telde.
 Bueno, pues  ahora mismo ando ilusionado con  volver al querido pueblo de  Tías y participar en el  encuentro de jóvenes de  Lanzarote, Fuerteventura y Gran canaria. No quiero perdérmelo.  Por eso estos días mi memoria me ha ido trasmitiendo mensajes de aquellos años en lo que yo,  casi iniciando mi experiencia pastoral, me encontré con un pueblo pequeño, bonito  y lleno de muchísima vida. Sobre todo de jóvenes. En aquel tiempo, aquella  parroquia era pura juventud.  El Junior, un movimiento de niños y jóvenes,  estaba muy presente: arrasaba. Podíamos decir que toda la juventud de Tías pasó por allí. Y no era por el cura, que conste. Era por el grupo de jóvenes animadores del Junior que ponían toda su alma y todo su entusiasmo para que fuera posible que, por ejemplo los domingos por la tarde, los chicos y chicas del pueblo llenaran el salón parroquial para hablar, debatir, reflexionar, y jugar. Por recordar algunos nombres, aunque me vienen muchos más a la memoria, escribo los de Julián, Paco, Dulce Delgado, Severita y toda una tropa de chicos y chicas inolvidables. Era el año   1976 y siguientes. La casa parroquial era “la casa de la Juventud”.  Que lo digan, si no, Inma, Berna, Mari, Marcos, Efi y tantos otros.   Hablar de Tías y hablar de jóvenes es exactamente lo mismo.  Por eso, gran acierto que sea el lugar elegido para este año.
Los encuentros de Jóvenes, como este que se celebra a final de mes,  sirven para muchas cosas. Pero una de las principales,  en mi opinión, es para que en  la Iglesia como en  las demás instituciones,  nos planteemos  seriamente lo que estamos haciendo o casi mejor, lo que no estamos haciendo con la juventud. Hay que dedicar más tiempo a ella. Y más ilusiones y más ideas y más dinero. Este año, el encuentro de Jóvenes tendrá , seguro,  consecuencias interesantes. Me apunto a él. 

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