Escribe Paco Mira:
DÍA DE LA MADRE Y ¿EVANGELIO?
Saben que soy de los que digo que cuando
se celebra un día de algo es porque no funciona y por lo tanto dudo que pueda
celebrarse ese día. Pero si es un día "comercial"
lo que celebramos, pues peor me lo ponen. Probablemente no nos pondremos de
acuerdo nunca a la hora de conmemorar dichos acontecimientos.
Este fin de semana se celebra el día de
la madre. ¡Qué pena que haya que poner un día en el calendario para celebrar y
poner nombre a quien por amor hizo, hace, y probablemente seguirá haciendo todo
y más por cada uno de nosotros!, aunque nosotros, a veces no seamos capaces de
corresponderle.
Hace unas semanas nos conmocionaba y
admiraba al mismo tiempo y al menos a mí, la noticia del gendarme francés que
fue asesinado tras intercambiarse por la mujer que un terrorista mantenía como
rehén. En el homenaje que se le tributó, se ensalzó su valentía y su compromiso
como miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Pero a raíz de su asesinato
se conoció también su historia personal que hizo comprender mejor el gesto de
su entrega: el agente había nacido en una familia poco religiosa, pero a los 33
años vivió un proceso de conversión: recibió la primera comunión y la
confirmación tras un proceso de catecumenado y él y su esposa estaban
preparando el sacramento del matrimonio. Sólo una fe cristiana animada por el
amor podía pedirle ese sacrificio: entregar su vida para salvar a otros.
Una madre entrega su vida, pero ¿cómo es
su amor?
Amor solidario. Una madre sabe que vivir
el amor solidario significa ser capaz de alegrarse con sus hijos que se alegran
y celebrar los gozos de ellos, aunque sea por un momento. Es capaz, una madre,
de sufrir con ellos y hacer suyas sus causas porque se siente responsable de
todo. El amor solidario le mueve a hacerse cargo de la realidad e implicarse
afectiva y efectivamente en el trabajo por la vida digna para los suyos y para
los demás.
El amor de madre es el amor que da la
vida y ello significa que solo ganamos vida cuando la damos y de ello saben
mucho las madres. Dar la vida es descentrarse y ponemos a los demás en el
centro de nuestra vida. Dar la vida es ser capaces de desacomodarnos para que
otros puedan acceder a una vida con dignidad; de perder nuestro nombre en favor
de los hijos que han parido con un amor infinito, incluso en medio del dolor:
¡por la vida, hasta la vida misma!
El evangelio de este fin de semana nos
va a recordar una y otra vez "permanezcan
en mi amor". Probablemente Jesús sabía que las dificultades del mundo,
de las circunstancias que nos rodean, de los cambios que nos van sucediendo en
la vida... iban a llevar que la "permanencia " no era lo que se
lleva. Por ello las compañías telefónicas nos exigen permanencia. Jesús nos
deja libertad de permanecer con él, pero que si se hace, que sea con y desde el
amor incondicional a quien tiene un mensaje que merece la pena y nosotros le
seguimos.
Si celebrar el día de la madre supone
permanecer y darnos cuenta que ser hijo es porque "mamá" merece la
pena amarla, me apunto no un día, sino los trescientos sesenta y cinco del año,
aún con el riesgo de caer y de no levantarse en muchas ocasiones.
El evangelio es buena noticia. ¡qué
bueno sería que nos levantáramos y diéramos gracias por las buenas noticias
como las de una madre o las del propio Jesús de Nazaret. Así sí me apunto al
día de la madre y al Evangelio.
FELIZ PASCUA.
Hasta la próxima.
Hasta la próxima.
Paco Mira
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.