viernes, 4 de mayo de 2018

DÍA DE LA MADRE Y ¿EVANGELIO?


Escribe Paco Mira:


DÍA DE LA MADRE Y ¿EVANGELIO?

        Saben que soy de los que digo que cuando se celebra un día de algo es porque no funciona y por lo tanto dudo que pueda celebrarse ese día. Pero si es un día "comercial" lo que celebramos, pues peor me lo ponen. Probablemente no nos pondremos de acuerdo nunca a la hora de conmemorar dichos acontecimientos.

        Este fin de semana se celebra el día de la madre. ¡Qué pena que haya que poner un día en el calendario para celebrar y poner nombre a quien por amor hizo, hace, y probablemente seguirá haciendo todo y más por cada uno de nosotros!, aunque nosotros, a veces no seamos capaces de corresponderle.

        Hace unas semanas nos conmocionaba y admiraba al mismo tiempo y al menos a mí, la noticia del gendarme francés que fue asesinado tras intercambiarse por la mujer que un terrorista mantenía como rehén. En el homenaje que se le tributó, se ensalzó su valentía y su compromiso como miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Pero a raíz de su asesinato se conoció también su historia personal que hizo comprender mejor el gesto de su entrega: el agente había nacido en una familia poco religiosa, pero a los 33 años vivió un proceso de conversión: recibió la primera comunión y la confirmación tras un proceso de catecumenado y él y su esposa estaban preparando el sacramento del matrimonio. Sólo una fe cristiana animada por el amor podía pedirle ese sacrificio: entregar su vida para salvar a otros.

        Una madre entrega su vida, pero ¿cómo es su amor?

        Amor solidario. Una madre sabe que vivir el amor solidario significa ser capaz de alegrarse con sus hijos que se alegran y celebrar los gozos de ellos, aunque sea por un momento. Es capaz, una madre, de sufrir con ellos y hacer suyas sus causas porque se siente responsable de todo. El amor solidario le mueve a hacerse cargo de la realidad e implicarse afectiva y efectivamente en el trabajo por la vida digna para los suyos y para los demás.

        El amor de madre es el amor que da la vida y ello significa que solo ganamos vida cuando la damos y de ello saben mucho las madres. Dar la vida es descentrarse y ponemos a los demás en el centro de nuestra vida. Dar la vida es ser capaces de desacomodarnos para que otros puedan acceder a una vida con dignidad; de perder nuestro nombre en favor de los hijos que han parido con un amor infinito, incluso en medio del dolor: ¡por la vida, hasta la vida misma!

        El evangelio de este fin de semana nos va a recordar una y otra vez "permanezcan en mi amor". Probablemente Jesús sabía que las dificultades del mundo, de las circunstancias que nos rodean, de los cambios que nos van sucediendo en la vida... iban a llevar que la "permanencia " no era lo que se lleva. Por ello las compañías telefónicas nos exigen permanencia. Jesús nos deja libertad de permanecer con él, pero que si se hace, que sea con y desde el amor incondicional a quien tiene un mensaje que merece la pena y nosotros le seguimos.

        Si celebrar el día de la madre supone permanecer y darnos cuenta que ser hijo es porque "mamá" merece la pena amarla, me apunto no un día, sino los trescientos sesenta y cinco del año, aún con el riesgo de caer y de no levantarse en muchas ocasiones.

        El evangelio es buena noticia. ¡qué bueno sería que nos levantáramos y diéramos gracias por las buenas noticias como las de una madre o las del propio Jesús de Nazaret. Así sí me apunto al día de la madre y al Evangelio.
       
        
        FELIZ PASCUA.

        Hasta la próxima.

        Paco Mira

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